El desgobierno del mundo
Con esta cuarta reunión desde entonces, está muy claro sin embargo que definitivamente el G8 ha dado paso al G20, y la prueba más evidente es que los que habían sido los países más ricos del G7 más Rusia han abandonado toda función en la organización de la economia internacional y se han convertido en una especie de gran ong mundial que se ocupa del hambre en el mundo y de la salud de las madres. No estaría nada mal si el G20 funcionara. Pero no es el caso. Quizás es verdad entonces que la única formación eficaz es bilateral, entre Washington y Pekín. El G2 sería la peor de todas las fórmulas y un golpe al multilateralismo.
De momento hemos visto cómo la disonancia transatlántica es clamorosa. Mientras Obama quiere seguir con los estímulos al empleo, los plan E norteamericanos, Merkel sigue empeñada en su política de rigor. No se debe únicamente a las tres explicaciones que se han utilizado hasta ahora para justificar la intransigencia alemana, a saber: 1.- las exigencias de su tribunal constitucional que no quiere ni una mínima transferencia de soberanía sin que se le escuche previamente; 2.- una tradición monetaria restrictiva, preocupada por la estabilidad debido a la inflación galopante de los años 20; y 3.- la defensa de la cartera de los alemanes, que son los que han hecho las mayores transferencias de riqueza hacia otros países europeos hasta ahora.
La clave de la disonancia es el euro. Tal como ha dicho Merkel, si cae el euro cae Europa. Para que no caigan los dos no hay ahora más remedio que cortar en seco los ataques contra las deudas soberanas más débiles y esto sólo se puede hacer con una política de drástica restricción del déficit que nos puede hundir en la deflación. O, alternativamente, mediante una súbita reacción europea a favor de la unidad política, como defiende brillantemente Wolfgang Münchau. El comentarista del FT señala, además, que esta crisis “es más una crisis bancaria alemana y francesa que una crisis de la deuda en Grecia y España”. Su solución no implica, según su razonamiento, una transferencia de fondos del norte al sur, sino de dinero público francés y alemán al sector privado bancario francés y alemán.
(El enlace con el artículo del FT. Y una rápida reflexión sobre la sentencia del TC de ayer: Que el catalán es la lengua de uso preferente en la nación catalana es un enunciado no conforme por varios conceptos con la Constitución española. En cambio, que la nación española es una e indisoluble tal como decía mucho mejor el lema del anterior régimen, eso sí es constitucional.)
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