El sueño de un mundo gobernado
El Foro de Davos 2010 ha celebrado a Huntington en uno de los encuentros a puerta cerrada, titulado ‘El Clash de civlizaciones, revisitado’. Las identidades, las percepciones del otro, las diferencias de valores, sobre todo entre oriente y occidente, entre cristianismo e islam, con el fondo de la ascensión de los imparables, China, Brasil e India, ocupó el debate privado de los congresistas. Pero no se habló, en cambio, de la invención del ‘hombre de Davos’ y del destello de sus múltiples facetas. Huntington se refirió a este personaje para descalificar el consenso que se produce en encuentros como el del WEF, donde las élites de todo el mundo son capaces de ponerse de acuerdo y discutir libremente, aunque luego en sus respectivos países suceda exactamente lo contrario.
El hombre de Davos, en el fondo, es el sueño de un mundo gobernado por esas élites que durante unos breves días son capaces de fabricar la ficción del consenso mundial. Situados en Davos, lejos de los combates políticos domésticos y del tufo de las cocinas políticas, los gobernantes parecen crecer y ocultar sus defectos aquí entre las nieves. Le ha sucedido ayer a Zapatero, en su primera intervención sobre la zona euro, territorio tan resbaladizo como las calles heladas de esta localidad alpina: todo le salió bien en su panel junto al gobernador del Banco de España, Jean Claude Trichet, y en el siguiente, con una variada muestra de primeros ministros y presidentes de todo el mundo.
La celebración anual del Foro confirma y desmiente a la vez la materialidad de este sueño, entre otras razones por el talento de los organizadores, que tienen la atención despierta ante cualquier acontecimiento para convertirse inmediatamente en fabricantes de contactos y de acuerdos. ¿La última prueba? La reconstrucción de Haití tras el terremoto, que ha situado a Bill Clinton bajo los focos de la sala de Congresos flanqueado por el presidente del WEF, Klaus Schwab.
El hombre de Davos es una ficción, ciertamente. No habrá ‘clash de civilizaciones’, pero los países emergentes no van a plegarse a las órdenes de los antiguos propietarios del planeta en cuanto se refiere a los sistemas de valores y a la organización política. Por eso esta figura señala a la vez el mundo multipolar, con potencias que no quieren recibir lecciones de nadie, y la esperanza de que algún día estas potencias sean capaces de dar forma efectiva a la gobernanza mundial.
(El hombre de Davos, pues, revisitado dentro del modelo en ‘re’ declinado en todas sus variables en este Foro alpino. En la clave del regreso también se ha organizado el segundo panel en el que ha participado Zapatero: la gobernanza global revisitada. El cambio climático, la Ronda de Doha y los objetivos del Milenio han sido los temas de la mesa redonda en la que había un abanico de países tan variado como para representar la dificultad de la tarea: además de España, México, Sudáfrica, Corea del Sur, Vietnam y Canadá. Su anterior intervención sobre la zona euro fue con los primeros ministros griego y letón, además del gobernador del Banco Central Europeo. Las prisas con que ha organizado el viaje no le han permitido protagonizar una intervención especial como le correspondía, pero al menos ha participado en dos mesas redondas variadas y de gran interés, de las que tendré que hablar en alguno de los próximos post.)
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