El Salvador, trampolín del 'narco'
Las bandas de traficantes de droga no son las únicas en el país centroamericano: compiten con las de contrabandistas y trata de personas por el control del territorio
Edwin Reinaldo Argueta Contreras, conocido como El Porras en el mundo del crimen organizado, almorzaba con cuatro amigos en un restaurante de San Salvador el pasado 28 de agosto. Ya llevaban varias rondas de cerveza y se notaban ebrios. Ninguno tenía idea de que ese día la vorágine de la violencia les tocaría en carne propia: El Porras y dos de sus acompañantes fueron asesinados de manera salvaje; los otros dos se salvaron de puro milagro.
Hacía tiempo que El Porras transitaba por el mal camino. Había tenido problemas con la justicia por varios delitos, como trata de personas y contrabando; el año pasado, en un registro domiciliario, le decomisaron cocaína. La policía sospecha que El Porras fue asesinado por sicarios del narco, quienes los llevaron a un bar con espectáculo erótico, donde los interrogaron durante varias horas, hasta que el jefe del comando dio la orden de que se los llevaran y que les "dieran como se merecían".
Los cadáveres aparecieron con signos de estrangulamiento y con un orificio de bala en la nuca, en los alrededores de San Salvador. Los que se salvaron fueron encontrados desmayados y amordazados, a la orilla de una carretera.
Son sólo algunos ejemplos de cómo la sociedad salvadoreña vive en la zozobra por una imparable ola de homicidios que no parece tener freno desde hace más de cinco años. Los analistas locales y los expertos en violencia creen que una buena parte de estos asesinatos llevan la huella del narcotráfico. Los medios de prensa lo explotan, pero las autoridades no tienen certezas, aunque no lo descartan.
El temor está por doquier. Se cree que los narcos están abriéndose camino en El Salvador, como hace unos cinco años lo hicieron en la vecina Guatemala o en algunos Estados mexicanos, en los que tienen lugar guerras entre carteles de la cocaína.
El comisionado Augusto Cotto, subdirector de la Policía Nacional Civil (PNC), asevera que, en el caso de El Porras, la narcoactividad es una línea de investigación. "No es cien por cien seguro que sean rencillas entre narcotraficantes; aquí hay bandas de contrabandistas y de trata de personas, que se pueden matar por el control de territorios". El oficial, sin embargo, descarta que en El Salvador exista una producción de cocaína o acciones de envergadura de los traficantes. "Somos un territorio trampolín del narcotráfico", aclara el oficial.
Cotto asegura que la narcoactividad en El Salvador tiene un signo particular: el uso de las pandillas o maras para el menudeo de la droga. "La mara controla un territorio; los narcos pagan a sus colaboradores con droga y éstos la entregan a las maras para que la comercialicen en sus barrios", afirma el policía, quien recuerda que el Gobierno actual ha emprendido la lucha antidrogas a nivel local, en el control de la venta al por menor.
"No es que descartemos los grandes operativos por mar, aire o tierra; de alguna forma, ya hay un control sobre ello, por la base aérea que Estados Unidos tiene establecida en el aeropuerto internacional. Pero nada haríamos si dejamos proliferar las redes locales, que también están causando otros delitos como homicidios por la rivalidad territorial", explica Cotto.
En uno de esos operativos contra redes locales fue capturado el pasado 29 de septiembre un líder de la Mara Salvatrucha MS-13, Moris Alexander Bercián, conocido como Barney, de 24 años de edad. La policía antidrogas le atrapó cuando se disponía a negociar siete kilos de cocaína con Armando Escobar, quien también fue detenido y que, según la policía, tiene relación con dos narcotraficantes guatemaltecos, El Diablo y El Burro, que operan en la zona occidental de El Salvador.
Cotto dice que entre enero y septiembre del presente año se han decomisado más de 460 kilos de drogas —cocaína, marihuana, heroína y crack—, valorados en más de cuatro millones de dólares. En el mismo periodo se han detenido a 678 individuos acusados de tráfico ilícito y a 559 por posesión y tenencia de estupefacientes ilegales.
El espanto continúa. Días después del asesinato de El Porras, el domingo 13 de septiembre, la policía descubrió un hecho macabro. Detrás del Hospital Militar, en la colonia San Luis, de San Salvador, en un vehículo cuyo robo había sido denunciado poco antes, fueron localizados los cadáveres de un hombre joven y tres mujeres adolescentes. "Los cuatro cadáveres tenían cuerdas alrededor de los cuellos", explicó Mario Alfredo Hernández, director del Instituto de Medicina Legal.
La muerte con estas características, según la policía, es un patrón de venganza entre pandillas o entre narcos. En el pasado reciente, decenas de cadáveres han sido hallados degollados, mutilados y desperdigados por varios lugares. Las familias recogen los restos mortales en las morgues y los entierran en silencio. La mayoría de los homicidios, más del 80%, quedan en la impunidad, según estadísticas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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