¿Adiós al antiamericanismo?
El magnetismo de Obama y el nuevo escenario internacional entierran años de antipatía hacia Estados Unidos.- Las primeras encuestas reflejan una renovada confianza en el país norteamericano.-¿Presenciaremos el paso del antiamericanismo crecido de la era Bush a una nueva luna de miel con EE UU?
Dos días después de los atentados del 11 de septiembre, el diario Le Monde publicó un editorial titulado Todos somos estadounidenses. Durante los siguientes siete años un titular así habría provocado una avalancha de cartas al director. Ahora, el carismático Barack Obama tiene la oportunidad de aprovechar su inmensa popularidad para rescatar de las cenizas la imagen de su país. Las primeras encuestas reflejan un rápido descenso del antiamericanismo, pero ¿asistiremos en los próximos años a una nueva fascinación por el país de las barras y estrellas?
Los asesores de Obama han proclamado con entusiasmo que "el antiamericanismo ya no está de moda", y un sondeo del centro de investigación Pew publicado ayer, les da la razón. Aunque los países musulmanes aún se muestran escépticos, en la mayor parte del mundo los encuestados expresaron una opinión favorable sobre EE UU, con mejoras notables en Europa. Mientras que en 2008 sólo veían con buenos ojos a EE UU el 42% de los franceses, el 33% de los españoles y el 31% de los alemanes, en 2009 estas cifras han ascendido al 75%, 58% y 64% respectivamente.
Los analistas, sin embargo, son prudentes respecto a la posibilidad de que Obama suponga el inicio de una nueva edad dorada para el americanismo. Responden que Bush junior no era el único culpable de la mala reputación del país. Aunque el rechazo hacia EE UU alcanzó máximos históricos con el presidente cowboy, antes de la llegada de éste a la Casa Blanca ya se observaba en las encuestas un declive de la imagen nacional en el exterior. En nuestra percepción de EE UU entran en juego otros factores: prejuicios más o menos infundados y alimentados por la distancia y el desconocimiento, el deseo de preservar nuestra identidad cultural o el recelo ante su enorme poder. Y es que todos los imperios, y el estadounidense no es una excepción, han despertado odios y recelos.
El ascenso de los otros
Ahora bien, el relevo en el Despacho Oval no es el único cambio de magnitud que afecta a la imagen estadounidense. En la primera mitad del siglo XXI presenciaremos el fin de la indiscutible hegemonía de EE UU, un hecho que por mucho que les duela a los neoconservadores, puede ser la oportunidad perfecta para recuperar el atractivo perdido. En el nuevo escenario, la imagen de EE UU se contrapone a la de potencias tan poco respetuosas de la democracia y los derechos humanos como China o Rusia. Al mismo tiempo, disminuirá la presencia de lo americano en nuestras vidas, no como consecuencia del declive de EE UU, sino debido al "ascenso de los otros", como ha sido denominado por Fareed Zakaria, director del semanario estadounidense Newsweek y autor de El mundo después de USA (Espasa Calpe, 2009). "Miren alrededor", escribe Zakaria en su libro, "el edificio más alto del mundo se levanta en Taipei, y pronto lo hará en Dubai. La empresa más grande del mundo es china, la mayor refinería se construye en India, el mayor avión comercial es europeo, el mayor fondo de inversión tiene su sede en Abu Dabi y la mayor industria cinematográfica ya no es Hollywood, sino Bollywood".
Zakaria resalta que hace diez años estos rankings habrían sido liderados indudablemente por EE UU. Su diagnóstico es el siguiente: "Mientras nosotros nos preguntábamos por qué nos odian, ellos han evolucionado y se han comenzado a interesar por otras partes más dinámicas del mundo. Hemos pasado de un mundo antiamericano a un mundo post-americano".
El poder inteligente
El cambio de paradigma es una oportunidad para repensar el tipo de liderazgo que el mundo espera de EE UU. El guión de la nueva obra colectiva ya no le entrega el papel de sheriff arrogante, que tan fielmente encarnó George W. Bush. A diferencia de su predecesor, Obama es consciente del fin de ciclo. "El mundo ha cambiado y debemos cambiar con él", dijo en su discurso de toma de posesión. Su estrategia recibe el nombre de smart power.
El poder inteligente (también llamado soft power, poder blando) es el término que han puesto de moda el equipo de Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton. Fue acuñado por el catedrático de Harvard, Joseph Nye y se refiere a un liderazgo basado en el poder de atracción de los valores. Hay tres maneras de ejercer el poder, según Nye: "La primera consiste en amenazar a los demás con palos; la segunda en pagarles con zanahorias; la tercera en atraerles o invitarles para que quieran lo que tú tienes. Si lo consigues, no necesitarás ni los palos ni las zanahorias".
Y los primeros afectados por la imagen más benévola de EE UU han sido Hugo Chávez, en Venezuela, Mahmud Ahmadineyad en Irán, el terrorista Bin Laden y todos los rentistas del antiamericanismo rampante de los últimos años, que lo usaron ante su público para sostener su popularidad.
Una relación de amor-odio
En 2006, la imagen estadounidense había tocado suelo cuando fueron reveladas imágenes de vejaciones a los presos de la cárcel de Abu-Ghraib. Sólo el 23% de los españoles tenía una opinión positiva de EE UU, según el centro Pew. La presencia estadounidense en Irak llegó a ser considerada una amenaza más grave para la paz mundial que la presidencia de Ahmadineyad en Irán o el conflicto entre Israel y Palestina.
Eran los peores momentos para la relación entre EE UU y la opinión pública mundial. Un desencanto que había comenzado en la segunda mitad del siglo XX, con la guerra de Vietnam y el patrocinio de EE UU a las dictaduras latinoamericanas. Hasta entonces había predominado la imagen de EE UU como el país que liberó a Europa del nazismo, un modelo de éxito democrático y una tierra de promesas e igualdad de oportunidades para quienes emigraban.
Sin embargo, ya en ese período idílico hacen su aparición los prejuicios que han dominado la relación de amor-odio entre EE UU y el resto del mundo. "Desde la independencia en el siglo XVIII, Europa miró a EE UU con aires de superioridad cultural", afirma Nancy Snow, que trabajó para el Departamento de Estado en los noventa, dedicada a la promoción de la imagen del país, "el estereotipo del estadounidense como bruto e ignorante se percibe en la literatura de la época y, aunque con menos fuerza, pervive aún hoy".
En los últimas tres décadas confluye un nuevo elemento que deteriora aún más la reputación estadounidense, según Andrew Kohut, presidente del Centro Pew. "La globalización ha sido percibida como una americanización" opina Kohut. Los sondeos atestiguan esa relación conflictiva de los consumidores. Los encuestados confiesan su fascinación por las películas, series de televisión y música estadounidense, pero cuando se les pregunta si están contentos con que las ideas y costumbres de EE UU se extiendan en su país, la mayoría contesta que no. Sólo al 16% de los españoles, al 18% de los franceses o al 10% de los argentinos le entusiasma el American Way of Life.
Miedo a defraudar
En cualquier caso, son factores secundarios en la marea de antiamericanismo de los últimos ocho años, generada por las tropelías de Bush. Los expertos en antiamericanismo distinguen entre quienes sienten rechazo por el país debido a lo que hace y aquellos que lo odian por lo que es. El cambio tan rápido reflejado en las encuestas se ha producido en el primer grupo.
Parte del camino ya estaba andado antes de que Obama fuera investido presidente. Su mera elección ya suponía una reafirmación de los valores fundamentales estadounidenses. "La idea de que un negro, con un segundo nombre de origen musulmán pudiera llegar a ser presidente del país ya restauraba de por sí gran parte de la confianza en Estados Unidos", opina Nye. Obama, sin duda, con su origen multiétnico y su magistral oratoria, es la principal pieza en la estrategia de imagen de EE UU.
Su problema, sin embargo, radica en que ha creado tantas expectativas que su equipo de comunicación tiene miedo a defraudar. En especial a 1.200 millones de musulmanes que en su mayoría responsabiliza a EE UU del sufrimiento de los palestinos. El cambio de estilo debería ir acompañado de acciones concretas.
Después del discurso que pronunció en El Cairo el mundo musulmán está esperando a que ejerza una presión real sobre los israelíes", advierte Norman Birnbaum, catedrático emérito de la Universidad de Georgetown. "Si EE UU quiere vincular su imagen a los valores de la democracia, habrá que ver si seguirá manteniendo su alianza con regímenes como Arabia Saudí que no son, en ningún modo, ejemplares en su respeto de los derechos humanos".
Conquistar a los líderes de opinión
Pero la política es sólo una vertiente de la maquinaria de marketing estadounidense. Estados Unidos es uno de los países que más recursos invierte para mejorar su imagen exterior. A Obama y Clinton les acompañan en esta labor una legión de 1.050 funcionarios repartidos por todo el mundo al servicio de la Secretaría de Estado de Diplomacía Pública. Disponen de un presupuesto de 350 millones de euros para destinar a programas culturales, becas académicas o programas de visitas internacionales, algunos con décadas de antigüedad. Gracias a estos intercambios, EE UU se ha asegurado la fidelidad de políticos, periodistas y profesores de universidad de todo el mundo. El ex presidente argentino, Raúl Alfonsín, el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, o la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, son algunos de los líderes mundiales que en su juventud pasaron por las aulas universitarias de EE UU.
Uno de los españoles que se encargó de promover estos acercamientos en la primera mitad de los años ochenta fue Juan Luis Manfredi. "Mi trabajo consistía en organizar viajes a Estados Unidos para políticos españoles. La mayoría no había estado nunca en el país. Es lógico; en aquella época se viajaba poco, pero ese desconocimiento creaba unos prejuicios antiamericanos muy fuertes. Les ofrecíamos la posibilidad de que ellos mismos se planificaran el viaje, ya fuera asistir a una clase de Harvard, conocer a un juez del Supremo o visitar una de las cárceles del sur donde los presos todavía llevaban grilletes".
Esta estrategia tarda en dar sus frutos, pero según Manfredi contribuyó a reducir el arraigado antiamericanismo de la izquierda española, por la colaboración entre EE UU y el régimen de Franco, justo en el momento en que Felipe González llegó al poder: "Hoy, 25 años después, no creo que haya voces significativas en el PSOE que tengan una imagen negativa de Estados Unidos como país o sistema político".
Por supuesto, además de ganarse a los líderes de opinión, una estrategia de marketing eficaz debe enamorar a las masas. Con el fin de la guerra fría, y de la necesidad de vender "el mundo libre" en el exterior, fue puesta en cuestión la necesidad de sostener medios de comunicación públicos como Voice of America (VOA). La estrategia de Bush tras el 11-S volvió a darles sentido. Había que "explicar Estados Unidos al mundo". EE UU actuaba correctamente pero el mundo no lo entendía.
Con esa filosofía lanzó y financió Al Hurra (La Libre), un canal de noticias 24 horas en árabe que ha sido un fracaso bochornoso. Pretendía desbancar a Al Yazira como principal canal de noticias en árabe, aportando información favorable al Gobierno de EE UU en su guerra contra el terror. El resultado: cuatro años después del inicio de sus emisiones, sólo un 2% de la audiencia árabe reconocía informarse por medio de Al Hurra frente al 54% por Al Yazira.
A buen seguro que Obama seguirá confiando en estos medios, en esta ocasión con un mensaje renovado, y ¿cómo no?, el Departamento de Estado también está presente en las nuevas redes sociales, con más de 6.000 seguidores en Twitter y más de 8.000 en Facebook. Obama, que fue el primero en usar Twitter en campaña, tiene 1,7 millones de seguidores en Twitter y 6,4 millones en Facebook. Washington también ha lanzado su propia red social, ExchangesConnect, con más de 11.900 usuarios, que es utilizado por los beneficiarios del programa Fulbright y otras becas para estudiar en Estados Unidos para mantener el contacto.
Son éstos los instrumentos con los que el país norteamericano tratará de reconquistar los corazones del mundo. Suele decirse que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades, ahora es el turno de Obama para demostrar que no sabe desaprovechar una de las grandes.
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