El parloteo es el mensaje
He podido observar en los últimos días algunos usos de twitter, la red social de mensajería corta que está pegando fuerte sobre todo entre los jóvenes. Se sabe que tuvo un notable papel en la comunicación entre la gente durante los ataques terroristas de Bombay. En las catástrofes está claro que es una forma de conexión instantánea que permite movilizar e incluso restacar a víctimas, aunque es muy probable que pueda servir también para conectar a grupos de terroristas y delincuentes. Mi interés en twitter es doble, desde el punto de vista de una realidad social que me interesa conocer y desde el punto de vista de su uso para informar, como tecnología periodística, vaya. De ahí mi curiosidad por Tim Weber twiteando para la BBC sobre el Foro de Davos.
Debo decir que el primer balance de la experiencia no es muy positivo. A medida que me he adentrado en el parloteo de twitter me he dado cuenta de que casi todo es puro vacío, sin contenidos. En el Washington Post de ayer hay un comentario muy mordaz de Jeanne McManus, bajo el título de “El tedio es el mensaje”, en el que rechaza que le pueda interesar la vida cotidiana de los otros cuando ni siquiera puede prestar atención a la lectura de las banalidades propias.
Los políticos han empezado a utilizarlo y ,según me cuenta Rosa Jiménez, la encargada de los blogs de El País, los miembros del Congreso de los Estados Unidos han empezado a hacerlo en Tweetcongress, que permite seguir en forma de torrente (tweetstream) los twiteos de sus miembros. También sirve como directorio que aglutina las direcciones de Twitter de los congresistas y permite seguirlos. Además, esta página ofrece estadísticas muy interesantes, como quiénes son los congresistas con mayor número de seguidores; quiénes twitean más; o qué partido tiene más congresistas twiteros (ganan los republicanos 29 a 15).
Me dice Rosa que numerosos blogs y periodistas ciudadanos estadounidenses están utilizando esta plataforma para obtener pistas y primicias sobre informaciones políticas, que hasta ahora estaban reservadas a los periodistas con acceso privilegiado a los pasillos y bambalinas del congreso. De ahí mi interés, que no ha mermado pese a la primera impresión francamente decepcionante. Pero la pregunta que se hace en las redes sociales me parece que tiene algo que ver con todo esto: ¿qué estoy haciendo ahora?
La brevedad del formato permitiría mandar textos en forma de haikus poéticos o de aforismos filosóficos. Quizás hay alguien que ya lo hace, pero de momento lo único que veo son textos muy a ras de la banalidad doméstica. Quizás es el punto de partida de las redes socialeslo la que marca el contenido de los mensajes y sus usos. Y quienes lo han puesto en marcha lo tienen claro: la privacidad es la materia prima de su negocio.
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