Condenado a 18 meses de cárcel un ex ministro israelí por corrupción
El ultraortodoxo Shlomo Benizri aceptó sobornos de una empresa de la construcción siendo ministro de Salud y Trabajo
Un tribunal de Jerusalén ha condenado este domingo a dieciocho meses de cárcel, y al pago de 25.000 dólares (16.000 euros), al ex ministro y actual diputado del partido religioso Shas, Shlomo Benizri, a quien encontró culpable de corrupción.
En la sentencia la corte asimismo condenó a ocho meses de prisión "en suspenso", y a una multa de 120.000 shekels (más de 35.000 dólares), al guía espiritual de Benizri, el rabino Reuven Elbaz, por complicidad en las actividades delictivas del principal acusado.
El caso se remonta al periodo de 1996 a 2001, cuando Benizri ocupó la titularidad de los ministerios de Salud y Trabajo y recibió, según el tribunal, diversas cantidades de dinero en sobornos por parte del empresario de la construcción Moshe Sela.
A cambio, Benizri favoreció a Sela al ejercer influencia sobre los servicios gubernamentales de empleo para que permitieran ampliar la cuota de contratación de trabajadores extranjeros en las compañías de las que era propietario el empresario.
En el veredicto se establece que el rabino Reuven Elbaz sirvió de intermediario y que obtuvo de Sela más de 30.000 dólares (19.000) para financiar una yeshiva (escuela talmúdica) del guía religioso.
"Caza de brujas"
Tras conocer la sentencia, Benizri anunció que recurrirá la decisión del tribunal, que atribuyó a "una caza de brujas". Salpicado en los últimos años por varios escándalos de corrupción, el partido sefardí Shas abandonó recientemente el Gobierno del primer ministro israelí, Ehud Olmert, tras rechazar de plano que Jerusalén se incluya en la actual negociación con la Autoridad Nacional Palestina (ANP) del presidente Mahmud Abás.
Una de las reclamaciones de Abás en ese proceso es que la capital del futuro estado palestino se establezca en Jerusalén Este (árabe), algo a lo que se oponen los sectores religiosos y ultra nacionalistas israelíes, que consideran esta ciudad como "la capital eterna e indivisible" del Estado Judío.
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