Panamá y Costa Rica actuarán como altavoces de Latinoamérica en la ONU
Los dos países desmilitarizados, que representarán al continente en 2008, combatirán el poder de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad
Dos países pequeños, desmilitarizados y con ambición de mayor protagonismo internacional formarán durante 2008 el altavoz de la inquieta América Latina en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La incursión de Costa Rica en el foro al que pertenece Panamá desde hace un año dejará en manos de las dos naciones menos pobres de Centroamérica la potestad para votar no sólo asuntos relevantes sino también para intentar introducir reformas cuando menos ambiciosas. Entre ellas, el límite al poder de veto de los cinco miembros permanentes y el incremento al número de miembros no permanentes.
A pesar de los escasos recursos diplomáticos y las limitaciones operativas de cualquier miembro no permanente, parece segura la escalada en el estatus internacional de los países que juntos apenas llegan a los 8 millones de habitantes y a los 125.000 kilómetros cuadrados de territorio. Sus votos y el perfil internacional de moderación que ambos procuran pueden resultar eficaces armas para jugar en un foro donde al menos 9 de los 15 miembros deben estar de acuerdo para adoptar una resolución.
Panamá lleva ya camino recorrido tras haber ingresado en 2007 como candidato de consenso tras la polarizada disputa entre Guatemala y Venezuela, que buscaban uno de los cupos a los que tiene derecho el Grupo de Latinoamérica y El Caribe (Grulac). Ya dentro del Consejo, ha intentado subrayar su imagen de país conciliador y, sobre todo, desmarcado de las clasificaciones ideológicas en la región. Panamá ha abogado también por crear seis nuevas plazas para miembros no permanentes y, aunque admitiría más permanentes, rechaza el otorgamiento del veto.
El otro vecino de la única frontera desmilitarizada del mundo, Costa Rica, entrará el 1 de enero en lugar de Perú, para 2008 y 2009. El Gobierno de Óscar Arias ha fijado esta participación como una prioridad, consciente de la posibilidad de lanzar numerosos proyectos internacionales en temas en los que el país se ha caracterizado, como derechos humanos, desarme y medioambiente. Los objetivos, sin embargo, parecen enfilarse también a modificar los métodos de trabajo para lograr una mayor eficacia y reducir la concentración de poder de Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido y Francia. Costa Rica pretende que los grandes al menos deban razonar su veto.
El plan de limitar el poder de veto de los cinco grandes solo podría avanzar, sin embargo, con los métodos que estos han establecido. "Si Costa Rica lo lograse empezaría a pedir también la nacionalidad costarricense. Ese es un privilegio absurdo, obsoleto y aristocrático, pero incrustado en Naciones Unidas. Ellos pueden vetar cualquier reforma que se dirija a limitar el veto", señaló el diplomático español Inocencio Arias, ex embajador en Naciones Unidas y representante de España cuando ejerció como miembro no permanente.
"Es hermoso que haya un país con voz clara que diga que ese es un privilegio medieval. Sería hermoso limitar el poder de veto, pero los señoritos, los marqueses, los aristócratas no lo van a permitir nunca; eso sería el principio de una erosión que ellos no quieren", comentó Arias, una de las voces que han escuchado funcionarios del Ministerio de Exteriores a dos semanas de ingresar al Consejo.
El embajador costarricense en Nueva York, Jorge Urbina, ha dicho que el país sabe sus limitaciones y no pretende "salir con la piel del oso", pero sí incorporar a la saturada agenda del Consejo algunos temas propios y valorarse en las discusiones multilaterales. "El estatus sube enormemente en la comunidad internacional si hay crisis o decisiones que afecten la paz o la seguridad internacional. En eso Panamá y Costa Rica, por pequeños que sean, cuentan más que Alemania. Parece una barbaridad, pero es cierto", agregó el diplomático español.
Un riesgo para la diplomacia panameña y costarricense consiste en tener que tomar posición en temas que pueden provocar divisiones y enemistades con otros actores, algo poco sano para el centrismo que ambos países buscan en una América Latina donde, por ejemplo, algunos Gobiernos se declaran amigos de Irán, objeto de una de las decisiones más conflictivas en el Consejo de Seguridad. "La regla no escrita en el Consejo es que el que está participa, habla y opina con una posición clara", ha admitido Urbina.
Costa Rica y Panamá, aunque integran el Consejo por el Grulac, no representan posición alguna del grupo, porque de todas maneras no la hay. Las posturas se irán definiendo según el tema y la negociación que logran hacer los pequeños dueños de la única frontera del mundo donde no pasa un solo soldado, donde transitan pocos policías civiles, numerosas mercancías, cargamentos de droga desde Colombia y alguna cuota de emigrantes indocumentados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.