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Dimite el presidente del Senado de Brasil antes de ser juzgado

El abandono de Calheiros, acusado de corrupción , facilitó horas después su absolución en la Cámara

El presidente del Senado, Renan Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mayor entre los aliados del Gobierno que preside Luiz Inácio Lula da Silva, presentó ayer su renuncia al cargo, poco antes de que el Senado votase, por segunda vez en dos meses, sobre si le consideraba o no culpable de haber quebrado la ética parlamentaria, una falta que podía haber supuesto la pérdida de su escaño. Horas después de su renuncia, la Cámara decidió, por 48 votos frente a 29, absolver a Calheiros y mantener su condición de senador. La dimisión de Calheiros ha sido interpretada como una hábil jugada que le permitió ganar, en el último minuto, algunos votos a su favor.

Calheiros había abandonado temporalmente la presidencia del Senado el 11 de octubre, tras ser absuelto en otro juicio político por sospechas de corrupción. En ese primer proceso salvó su escaño, pese al escándalo generado por las acusaciones de que una empresa que participaba en licitaciones públicas pagaba la pensión de una hija que tiene fuera del matrimonio, así como el alquiler de la casa en la que la pequeña vivía con la madre.

En esta ocasión, las acusaciones contra el senador se refieren a la presunta compra por parte de Calheiros de una radio y de una red de televisión a través de terceros —algo totalmente prohibido a un senador— en Alagoas, sede de su colegio electoral.

Esta misma semana, otra grave denuncia ha vuelto a implicar a Calherios. Ha sido destapada por la revista Veja, según la cual la policía del Senado está investigando la vida privada de dos de los senadores que se han manifestado claramente a favor de su condena. En la misma sesión de votación de ayer sobre Renan Calheiros fue leído un documento de la policía civil de Alagoas que confirmaba la supuesta implicación de la policía del Senado en el escándalo.

Según algunos analistas, Calheiros, que siempre juró y perjuró que nunca renunciaría a su cargo —el tercero en importancia en la jerarquía de la República— porque se consideraba inocente y víctima de intrigas políticas, ha acabado haciéndolo por presiones del mismo presidente Lula, que no ve con buenos ojos el desgaste que está sufriendo el Senado por este caso y porque Calheiros ha perdido su reputación, acosado por los procesos abiertos contra él. En la sesión de ayer, antes de iniciar la votación, se oyeron discursos a favor y en contra de la condena. Los contrarios, entre los que se encontraba el propio Calheiros, insistieron en que no se podía condenar a nadie sólo por indicios, por evidentes que pudieran parecer. Los partidarios de condenar a Calheiros insistieron en que lo que estaba en juego era la credibilidad del Senado ante la opinión pública, que se rebela contra el juego interno de la política, indignada por los graves casos de corrupción que planean sobre el Congreso y sobre todo por la impunidad de sus autores, que acaban siendo absueltos en aras de una supuesta defensa del prestigio de la clase política.

La sesión del Senado de ayer fue abierta, al contrario que la anterior, que se celebró a puerta cerrada. Esta vez, sin embargo, el voto también ha sido secreto. Ayer pudieron estar presentes tanto diputados como periodistas y toda la sesión fue transmitida en directo por la televisión.

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