Un pacto político
Siempre la clave española entre líneas. El Partido Comunista de Portugal, que entonces dirigía el prosoviético y mítico Alvaro Cunhal, defendía la insurrección armada para derrocar al régimen y desconfiaba de los pactos con las otras fuerzas democráticas. Mario Soares, en cambio, creía imprescindible que los comunistas estuvieran en el pacto entre todos los partidos para organizar la democracia. En España, el PC dirigido por el eurocomunista Carrillo, seriamente distanciado de Moscú, propugnaba el pacto democrático de todas las fuerzas políticas y rechazaba la violencia. Los más reformistas del régimen andaban diseñando una transición con todos los partidos menos el comunista. MVM escribía de política internacional porque no le dejaban hacerlo de política española. Pero daba lo mismo: siempre se salía con la suya.
Del alfiler al elefante
Por MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
Según las informaciones lisboetas, entre bastidores se está gestando un pacto político entre una variada gama de fuerzas democráticas que van desde el centro al Partido Comunista. Ya es sintomático que una de las primeras declaraciones de Mario Soares, líder de la socialdemocracia, haya sido dedicada a la necesidad de que el Partido Comunista se integre, como una fuerza más, en ese pacto político abierto por la lucidez histórica del Ejército portugués. La noticia tiene su moraleja, porque el Partido Comunista portugués era el único partido comunista de la Europa Occidental que desconfiaba de cualquier solución político-democrática y abogaba por una insurrección armada. La tremenda lección de Portugal es que en breves horas, con cuatro o cinco acciones y media docena de disposiciones, han quedado sepultados cincuenta años de farsa política y toneladas de palabras y análisis inútiles. Otra tremenda lección es la impasibilidad con que los políticos del salazarismo y del postsalazarismo, así como sus aliados sociales y políticos, han entregado a las fuerzas de la policía política como el chivo expiatorio de un pasado infeliz. El trato dado a la Pide es una lección de cinismo político. Se la instrumentalizó como supremo garante de un régimen vacío de representatividad y ahora se la utiliza como el único culpable de la supervivencia de aquel régimen.
Defenestrada la Pide, no ha habido un vacío importante de orden público. Entre el Ejército y los partidos políticos comprometidos con el pacto consiguen garantizar un orden indispensable para poner en marcha la nueva trama. Cada cual va a cumplir su papel, siempre en función de lo que cada cual quiere cumplir y de lo que los demás le dejan cumplir. La derecha democrática necesita tiempo para organizarse y la izquierda democrática necesita que la derecha democrática se organice. El Ejército está ahí para dar tiempo a que todas las fuerzas políticas conecten con su base social natural y después puedan establecer una relación de fuerza real. El totalitarismo pone en sordina la expresión política y acaba desconociendo el alcance político-social de lo que reprime. La acción del poder en cualquier nación democrática resulta del cálculo de la relación de fuerzas políticas y sociales. Si Portugal quiere regirse por un poder democrático, necesita saber quién es quién, con qué cuenta cada cual y con cuántos. La locura nihilista del postsalazarismo había dejado a la burguesía sin soluciones políticas de recambio, y cuantos se preguntan qué papel juega Spínola en el hundimiento del régimen tienen una respuesta lógica inapelable: Spínola es el garante de que la normalización del estatuto de la izquierda no va a significar la pérdida de oportunidad histórica a la derecha democrática.
Esta “reordenación” puede hacerse todavía ahora con una cierta tranquilidad, porque están desconectados los hilos comunicantes entre los partidos y las masas de seguidores potenciales. Spínola no permitirá esas conexiones hasta que el pacto político quede trabado y se traduzca en un programa común que comprometa a centristas, socialistas y comunistas. Todo el mundo ha abierto de pronto los ojos y ha descubierto el abecé político que permanecía sepultado bajo las grandes construcciones oratorias del Portugal salazarista e imperial. Y una de las verdades elementales de ese abecedario son las interrelaciones entre el pacto político y el pacto social. Al gran empresariado portugués le interesa saber quién es, con qué cuenta cada cual y con cuántos.
30 de abril de 1974. Tele/eXpres
A Manuel Vázquez Montalbán, primera entrada del blog (21 de abril)
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