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El penúltimo sartriano

El 1 de marzo de 1973 ya andaba yo zascandileando por la redacciónde Tele/eXpres. Me hace bastante gracia poder empezar esta hemeroteca con un artículo en el que está el propio periodismo metido de por medio. El diario francés Libération estaba preparando su salida.Iba a ser en abril y estábamos en marzo. En estos mismos días alguien, no recuerdo su nombre, se me presentó como el primer corresponsal en Barcelona del diario que estaba a punto de nacer. Manolo escribió esta columna sobre Jean-Paul Sartre periodista, que está llena de reflejos de la época y sitúa al filósofo francés frente a Heidegger. No está nada mal. Verá el lector que hay una referencia a un tal Gabriel Aranda totalmente enigmática hoy en día: nada nos dice Google del personaje. Pero el artículo entero es un Manolo auténtico que me complace ofrecer a los lectores.

Del afiler al alefante

Por MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Según la historia de la Literatura hubo un “último mohicano”, inmortalizado por James Fenimore Cooper en letra impresa y posteriormente pasado por la pantalla con más pena que gloria. Hay muchas clases de indios. Los habitantes de cualquier gueto urbano de la Europa industrial, ¿acaso no son como indios recluidos en la reserva? También la casa intelectual tiene sus indios: los intelectuales salvajes que han luchado contra el “rostro pálido” poseedor de las Academias, las flores naturales y estatuas conmemorativas en los parques públicos. Los comanches del intelecto se han llamado Gramsci, Nizan, Nazim Hikmet, Brecht, Sartre. Cada tribu ha tenido su estilo de vida, de agonía y de muerte.

Sartre aguanta al frente de la diezmada tribu sartriana. El viejo maestro, inventor del juego de la oca de la libertad como una creación difícil y constante, persiste en sus frentes de combate. Se cuenta que Heidegger daba sus conferencias acompañado por su esposa. La señora Heidegger estaba más pendiente de los asistentes que del conferenciante. En cuanto percibía un rumor que pudiera distraer la lógica mental del filósofo, se llevaba un dedo a los labios y, mediante un educado “¡Chist!”, reclamaba silencio.

Sartre ha sido en este aspecto el anti-Heidegger. Ha convertido en histórica la soledad del hombre y en tarea la solidaridad. Su compañera, Simone de Beauvoir, ha sido y es una india de las que dan la cara cuando carga la brigada ligera. Sartre ha hecho frente a todas las cargas de la brigada ligera y su práctica de compromiso ha ratificado continuamente sus teorías sobre el asunto.

Sartre se comprometió frente a la invasión nazi mucho antes que buena parte de sus compañeros de intelectualado. Se comprometió con el antiestalinismo mucho antes que Kruschev. Con la descolonización argelina mucho antes que Thorez. Con la desacralización del intelectual y la cultura mucho antes que Marcuse. Y ahora Sartre ha descubierto, con cierta ventaja sobre sus compañeros de casta, la importancia que la comunicación social tiene y tendrá en el cambio histórico que presenciamos y presenciaremos. Por eso Sartre ha dejado en el perchero la corona de laurel de la Filosofía y ha empuñado un pequeño magnetofón para hacer entrevistas publicadas en La Causa du Peuple. Sartre, convertido en el Manolo del Arco de la gauche francesa, demuestra tal vez que no tiene oficio, pero sabe muy bien lo que pregunta y por qué lo pregunta. He leído una entrevista sartriana a Gabriel Aranda, el ángel denunciador del gaullismo. Correcta y eficaz.

Ahora me entero de que Sartre está en la Asamblea de Redacción del nuevo diario Libération. La filosofía de la “democracia directa” que respalda a Libération procede en gran parte del Sartre posmayo francés. El viejo indio sigue dando guerra. Ya más Sitting Bull que Jerónimo, Sartre aúna la astucia de viejo dialéctico con la angustia fáustica por no perder la juventud de las ideas. Un hombre que ha conseguido no desdecir con su vida la unidad entre las palabras y las acciones. Ahora cree en la plena participación histórica del ciudadano poseedor de criterios y opiniones, como una garantía de que el cambio futuro no será otra variante del despotismo ilustrado. Y, en consecuencia, Sartre se nos ha hecho periodista.

1 de Marzo de 1973. Tele/eXpres

A Manuel Vázquez Montalbán, primera entrada del blog (21 de abril)

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Comentarios

¿Quedan reservas mohicanas? ¿El laicismo quizás? Muy buena la iniciativa Lluis. http://madreidiota.blogspot.com
Es evidente que la mayoría de las acciones las vemos "dependiendo del cristal con que lo hagamos" y Vásquez Montalbán sin duda poseía uno de esos cristales para ver y transmitir con clara lucidez. Todo un deleite. Gracias por permitirnos su lectura.
Pues vaya, lo que Sartre y Manolo Vasquez Montalban hubieran apreciado el inicio de la blogoesfera. Estamos en muy buena compañía, a seguir... gracias LLuís
Gracias Lluis por traer a Manolo a nuestra memoria historica, memoria visual por su imagenes intelectuales. Los Ultimos mohicanos hoy son los jovenes mal pagados que no pueden independizarse del sistema maternal.
Buenos días y gracias Sr. Bassets. En cuanto al artículo de MVM, es curioso leerle un estilo menos ácido, aún cogía carrerrilla. Y no menciona el famoso -¿"lúcido"?- "No hay que arrancarle la esperanza a Bellecourt" de Sartre, sobre el gulag (Cf. Glucksmann, "L'ogre et la cuisinière"). Gracias de nuevo.

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