Londres dice adiós a los 'routemasters'
Los míticos autobuses rojos de dos pisos dejarán de circular mañana por las calles de la ciudad
Londres perderá mañana uno de los emblemas por el que se la conoce en todo el mundo. Después de más de 50 años de servicio, los míticos routmasters, autobuses rojos de dos pisos dejarán de recorrer las calles de la ciudad y quedarán relegados, como meros objetos de museo, a dos pequeños tramos turísticos en las céntricas líneas nueve y 15, entre el Royal Albert Hall y Tower Hill. Los entrañables vehículos han resultado demasiado incómodos y prácticamente inaccesibles para minusválidos y cochecitos de niños y serán sustituidos por modelos más modernos y confortables.
Célebres por su trampilla trasera, que permitía a los viajeros subir y bajar en marcha en cuanto el conductor reducía la velocidad, estos vehículos resultaban sumamente prácticos y, a la vez, peligrosos para los jóvenes intrépidos. Oliver Green, responsable de Transport for London, el organismo encargado de gestionar el transporte público de la ciudad y también por tanto de tomar la dramática decisión, ha recordado que entre tres y cuatro personas morían de media cada año aplastados entre sus ruedas.
Estos argumentos técnicos y de seguridad han sido decisivos en la decisión de suprimirlos, pero también han influido factores económicos. Al contrario que los autobuses modernos, los routemasters no pueden circular sin al menos dos empleados a bordo: el conductor, aislado en su cabina sólo accesible desde el exterior, y un revisor que a la vez vende y pica los billetes. Una clara desventaja frente a los nuevos modelos, que también serán de dos pisos aunque contarán con dos puertas de acceso, que se mantendrán cerradas cuando el vehículo esté en marcha, y no tendrán cobrador.
Aunque la batalla contra la modernidad parece definitivamente pedida los nostálgicos del doubledecker bus no se resignan. Ben Brook, presidente de una asociación que exige que se mantengan los autobuses ha recogido 10.000 firmas para su causa. "Es un símbolo de Londres, al igual que el Big Ben, los taxis negros o el Palacio de Buckingham", explica con entusiasmo en su página de Internet. Para los más fanáticos queda aún una última opción de seguir disfrutando del traqueteo de los autobuses de dos plantas: comprar uno. Dependiendo del estado del vehículo éste puede adquirirse por unos 8.000 euros, aunque uno totalmente restaurado tal y como eran en los años 50 puede alcanzar los 45.000.
Las primeras unidades del modelo RM1 salieron de los talleres de la empresa AEC el 24 de julio de 1954. Fue el primer autobús construido enteramente de aluminio y estaba equipado con una caja de cambios automática y dirección asistida. Hasta 1968, fecha en que se construyeron los últimos, 2.768 autobuses salieron de las fábricas para reforzar el transporte londinense. Y aunque tenían una vida prevista de 17 años, los cambios de motor han permitido que muchos de ellos superen el medio siglo. Mañana circularán los últimos por la línea 159.
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