Bush envía a 7.000 soldados más a Nueva Orleans y reconoce que la situación es "inaceptable"
En las próximas horas se desplegarán más de 30.000 militares para recuperar el control de una ciudad sin ley inundada por el agua y en la que bandas armadas saquean y asesinan a los supervivientes
Tras el estupor de sentirse protagonistas de una película posapocalíptica, cautivos en una ciudad amenazada por el agua y convertida en un escenario sin ley de saqueos, pillajes y violencia, los estadounidenses atrapados en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina se han girado con ira hacia Washington, ante lo que consideran una falta de respuesta adecuada por parte del Gobierno de George W. Bush. El presidente, cuya popularidad cae al ritmo que las grandes cadenas difunden por todo el país las escenas de caos en el Estado de Luisiana, ha anunciado hoy el envío de 7.000 soldados más para participar en las labores de rescate y para mantener el orden en las zonas devastadas por el huracán.
Cuando lleguen los nuevos soldados, dentro de "entre 24 y 72 horas", su "principal prioridad será mantener la ley y el orden y ayudar en las labores de evacuación" de los refugiados, según ha anunciado Bush en su tradicional discurso radiado de los sábados, que en esta ocasión y de manera excepcional ha dado en directo desde los jardines de la Casa Blanca. El propio presidente ha reconocido que los resultados hasta ahora de las labores de rescate son "inaceptables"; "muchos ciudadanos no tienen la ayuda que necesitan" para hacer frente a una tragedia cuyo coste en vidas humanas es por ahora "incalculable". Bush, que volverá el lunes a recorrer la zona afectada (para ello ha cancelado su encuentro con el presidente chino, Hu Jintao) ha apelado al espíritu americano para salir adelante: "Las peores adversidades hacen aflorar lo mejor de EE UU". En cualquier caso, por si no bastara con espíritu, ha dicho que no descansará "hasta que el trabajo esté hecho", y ha prometido que Nueva Orleans "volverá a ser la gran ciudad que era".
"¡Tonterías! ¿Dónde está la comida?"
Por ahora, Nueva Orleans es agua, miedo, muerte e ira. Según el senador por Luisiana, David Vitter, sólo en ese Estado pueden haber perdido la vida más de 10.000 personas. La situación es anárquica, y la gente muere en las calles, según informa desde esa ciudad la corresponsal de EL PAÍS Yolanda Monge. Su alcalde, Ray Nagin (demócrata), se desgañita pidiendo refuerzos (soldados para mantener el orden y autobuses para evacuar a los refugiados), pero al tiempo ha girado la mirada ya hacia Washington para acusar al Gobierno (republicano) de "pensar poco" en cómo afrontar la crisis y demasiado en ruedas de prensa para la galería. "No paro de escuchar que la ayuda está llegando, que está llegando. Y mi respuesta a esto, a día de hoy, es: '¡Tonterías! ¿Dónde está la comida?'. La gente muere mientras las autoridades federales dan ruedas de prensa", ha dicho el responsable municipal.
Miles de personas aguardan sin comida ni agua, rodeados de cadáveres, a ser evacuados de una ciudad donde quien no ha muerto o huido está desesperado. Cinco días después del paso del huracán Katrina (que ni siquiera golpeó de lleno la ciudad), las inundaciones causada por la rotura de los diques de un lago cercano y del río Misisipí han anegado muchos barrios; los cadáveres y la basura amenazan con causar epidemias, mientras bandas armadas saquean, aterrorizan y disparan contra los supervivientes. Las autoridades calculan que aún quedan unas 300.000 personas por evacuar de las zonas devastadas del Estado de Luisiana.
Ayer se desplegaron por la ciudad 300 soldados de la Guardia Nacional llegados de Irak, con orden de disparar a matar contra los saqueadores y las bandas violentas. La gobernadora del Estado de Luisiana, Kathleen Blanco ha piedido sin embargo el despliegue de al menos 40.000 militares sobre el terreno. Por ahora han llegado más de 7.000, el primer destacamento, aunque el Pentágono espera que en las próximas horas sean unos 30.000.
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