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Dimite el ministro de Interior británico, acusado de abuso de poder por su ex amante

David Blunkett es uno de los 'hombres fuertes' de Blair de cara a las elecciones que se celebrarán dentro de cinco meses

El ministro de Interior del Reino Unido, David Blunkett, ha presentado su dimisión, según ha confirmado el Gobierno de ese país. Blunkett, de 57 años, se ha visto envuelto en las últimas semanas en un escándalo político al ser acusado de abuso de poder para facilitar un visado a la niñera de su ex amante. El canal de televisión británico Sky News avanza que Blunkett podría ser sustituido por el titular de Educación, Charles Clarke, extremo confirmado poco después por el primer ministro, Tony Blair.

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El 'culebrón' de Blunkett

Los problemas públicos de Blunkett comenzaron hace una semanas, cuando rompió su relación sentimental de tres años con Kimberley Quinn, de 43 años, editora del semanario político conservador The Spectator. La pareja inició entonces una batalla personal despiadada que terminó por saltar a las portadas de la prensa —de la seria y de los tabloides sensacionalistas— cuando el político reclamó la paternidad de un hijo de Quinn de dos años y del bebé que esperá —está embarazada de ocho meses—.

Ella respondió con un torpedo político que parece capaz de destruir la carrera de Blunkett, dispuesto hasta ahora a ser el primer primer ministro ciego de la historia del Reino Unido. Kimberley Quinn aseguró que el político había usado sus influencias en 2003 para acelerar la tramitación del permiso de residencia de su niñera filipina, Leoncia Casalme, y le acusó además de haberla invitado a viajar en tren —en primera clase— con dinero público, un "error de juicio" que Blunkett ha reconocido.

Blunkett ha centrado toda su artillería en defenderse con vehemencia de la acusación de haber facilitado el visado a la niñera de Quinn, sobre todo teniendo en cuenta la dureza de la que ha hecho gala el Gobierno de Tony Blair en temas de inmigración. Blunkett, con fama de duro, le ha declarado la guerra a la inmigración ilegal, eso sí, al tiempo que se esforzaba por explicar a los británicos que la inmigración es imprescindible para la economía del país.

El portavoz del Partido Conservador para asuntos de Interior, David Davis, señaló en su momento que si las acusaciones resultaban ciertas, el ministro debería dimitir. De confirmarse su dimisión, Blair perdería uno de sus principales ministros, y un hombre de su mayor confianza, a sólo cinco meses de las elecciones.

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El ministro del Interior británico, David Blunkett, con sus perros lazarillo, en enero de 2003.
El ministro del Interior británico, David Blunkett, con sus perros lazarillo, en enero de 2003.REUTERS

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