El ex presidente afgano Rabbani se reúne con el enviado especial de la ONU
La Alianza acepta negociar con otras fuerzas un Gobierno de unidad nacional
El presidente de Afganistán Burhanuddin Rabbani, exiliado del país en 1996, se ha reunido hoy por primera vez en Kabul con el enviado especial de la ONU, Francesc Vendrell, que trata de organizar una reunión de alto nivel entre todas las partes afganas para discutir el futuro gobierno del país. Por su parte, la Alianza ha dado su visto bueno a ese encuentro.
La reunión entre Rabbani y Vendrell, quienes llegaron ayer a la capital afgana, se celebró en la residencia oficial de Rabbani, según ha anunciado el responsable de Interior de la Alianza del Norte, Yunis Qanuni.
Al parecer, Rabbani "no trató la principal cuestión" que debía debatirse: el plan de Naciones Unidas sobre un gobierno provisional.
La dirección del Frente Unido de la oposición, como también se conoce a la Alianza, se reunirá hoy para consultas entre los diferentes grupos que lo integran, ha anunciado Qanuni, que ha añadido que Rabbani y Vendrell se reunirán de nuevo mañana.
La Alianza negociará el nuevo gobierno
Presionada por el recelo internacional, la Alianza del Norte ha dejado de momento sus ambiciones y ha aceptado hoy acudir a una reunión fuera de Afganistán para estudiar la formación de un gobierno postalibán, posiblemente la próxima semana.
El ministro de Asuntos Exteriores de la Alianza, Abdulá Abdulá, ha expresado en la capital uzbeka el acatamiento por parte de su formación de uno de los requisitos de la ONU para evitar nuevos derramamientos de sangre: un encuentro al más alto nivel fuera de Afganistán.
Gracias a la ayuda de las bombas estadounidenses, la Alianza se ha hecho con el control de buena parte de Afganistán, incluida la capital, Kabul, y ahora comienza a reclamar su papel protagonista en el futuro político.
El enviado de la ONU para Afganistán, Francesc Vendrell, había indicado la necesidad de que un tercer país acogiese la primera reunión entre la Alianza, representantes del rey afgano depuesto, Mohamed Zahir Shah, otros opositores afganos y delegados de la coalición internacional antiterrorista.
También asistiría al encuentro el grupo "seis más dos", es decir, los países fronterizos con Afganistán -Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán, Irán, Uzbekistán y China-, Estados Unidos y Rusia, además de otros estados como la India, Turquía, Egipto y Suecia.
La Alianza reúne en sus filas principalmente a afganos de etnia tayika, uzbeka y hazara, minorías del norte del país que cuentan al menos con la desconfianza, sino con el rechazo abierto, de los pastunes, mayoritarios en el resto de Afganistán.
El control de Kabul, Mazar i Sharif, Herat y otras importantes ciudades ha dado un peso militar a la Alianza del depuesto presidente Burhanuddín Rabbaní que podría también inclinar la balanza del peso político en todo el país.
Rabbaní llegó ayer a Kabul entre la aclamación de sus partidarios y el temor de quienes temen volverlo a ver en el poder.
Los mismos partidos que integran la Alianza se encontraban en el Gobierno de Rabbaní cuando éste era presidente en un Kabul ensangrentado por la guerra civil, entre 1992 y 1996, año en que los talibanes tomaron la capital afgana.
El recuerdo de las matanzas y violaciones de los derechos humanos protagonizadas por las fuerzas leales a Rabbaní pesa aún en la mayoría de los kabulíes, poco deseosos de cambiar la dictadura religiosa de los talibanes por una de corte étnico de la Alianza.
La importante decisión de Abdulá de replegarse ante la postura de la ONU fue anunciada al término de una reunión a puerta cerrada del ministro afgano-tayiko con el enviado de EE UU ante la oposición
afgana, James Dobbins.
Ambos políticos han señalado que ese encuentro para comenzar a diseñar la composición de un gobierno de amplia representación y multiétnico podría tener lugar "en Alemania, Suiza o Austria" la próxima semana.
Abdulá ha tratado de explicar las razones que llevaron a la Alianza a ocupar Kabul el martes pasado, pese a las promesas dadas de no hacerlo, y complicar así el ya difícil panorama político afgano y despertar el temor de otros grupos antitalibanes.
"Prometimos no entrar en Kabul, pero la situación cambió muy deprisa. El frente se desmoronó y los talibanes inesperadamente abandonaron la capital. Nos vimos obligados a entrar para garantizar la seguridad de los habitantes de Kabul", ha dicho Abdulá.
Pero el ministro de Exteriores de la Alianza mostró ahora su disposición a atenerse a los compromisos internacionales.
"Ahora la cuestión es la formación de un nuevo gobierno, donde estén representados todos los grupos étnicos de Afganistán", ha dicho.
Abdulá ha subrayado que la debilidad talibán ayudará a la paz y "las victorias de la Alianza, junto con la liberación de gran parte del territorio, abren paso a la rápida formación de un gobierno de amplia base con participación de fuerzas regionales, nacionales e internacionales".
El líder diplomático de la Alianza tuvo incluso palabras amables para la presencia de tropas británicas en el aeropuerto de Bagram, al norte de Kabul, rechazada por los comandantes opositores y que estuvo a punto de provocar hace dos días enfrentamientos armados.
"Los militares -británicos- se encuentran allí tras acordarlo con nosotros. Su objetivo es prestar la seguridad necesaria para tareas humanitarias", dijo Abdulá, para poner fin a la polémica en un momento en que la Alianza necesita de todos sus "amigos" mientras otros grupos tratan de hacerse oír.
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