De la Rúa reconoce la victoria peronista y se muestra dispuesto a "escuchar los cambios"
El 20% de los sufragios emitidos han sido en blanco, nulos o impugnados
Las elecciones celebradas en Argentina para renovar parcialmente el Parlamento han supuesto un duro golpe para la Alianza que gobierna el país. La principal fuerza de oposición, el peronismo, ha sido la gran triunfadora , especialmente en la provincia de Buenos Aires.
El propio presidente argentino, Fernando de la Rúa, ha felicitado a la oposición peronista por su triunfo y ha asegurado ser consciente de que "deben cambiarse muchas cosas". "Hay una mayoría numérica del justicialismo y los felicito", ha afirmado De la Rúa, quien ha incidido en que en estos momentos su deber es "escuchar los cambios que pide el pueblo".
De todos modos, el presidente ha aclarado que lo que no han cambiado son los motivos que le llevaron al poder, como la lucha contra la impunidad y contra el despilfarro en el gasto público, recuperar el crecimiento y promover el desarrollo social.
Y es que los resultados han mostrado el descontento por la labor, especialmente económica, del Gobierno de De la Rúa. En la capital del país, el candidato peronista a senador Eduardo Duhalde, derrotado en los comicios presidenciales de 1999 por el actual, ha obtenido más del 36% de los votos, muy por delante de su rival del oficialismo, el ex presidente Raúl Alfonsín, que se conforma con cerca del 23%.
Este triunfo en Buenos Aires devuelve la confianza a Duhalde, que se ve reforzado de cara a una futura candidatura a la Presidencia en 2003.
De todos modos, y pese a la dura situación económica por la que pasa el país, los argentinos no han respondido masivamente a unas elecciones en las que se elegía por primera vez mediante voto directo a los senadores y a 72 congresistas. Más de un 20% de los sufragios emitidos han sido en blanco, nulos o impugnados, algo que se ha denominado popularmente como voto bronca ante el desprestigio que envuelve a la clase política argentina.
En cada uno de los 24 distritos estaban en juego tres escaños para el Senado, dos para el partido con más votos y el restante para el segundo, además de un número variable de diputados en relación proporcional con el número de electores.
De esa manera, y de mantenerse la tendencia, el Partido Justicialista (peronista), que gobernó con Carlos Menem el país entre 1989 y 1999, retendría la mayoría en el Senado y pasaría a ser la primera minoría en la Cámara de Diputados.
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