Una compañía rusa repatriará el avión estadounidense retenido en China
Aunque la empresa no ha revelado cifras, fuentes industriales aseguran que el coste de la operación será inferior a otro y más ambicioso proyecto de Poliot: poner satélites en órbita desde el aire sin necesidad de lanzamientos desde un cosmódromo.
Fundada en 1988, Poliot está vinculada al Ministerio de Defensa, que es a la vez su principal cliente, y entre sus contratos firmados se encuentra el de lanzar a partir de 2003 un total de 120 satélites desde cohetes montados sobre el fuselaje de un avión militar de transporte Ruslán.
La empresa está segura de que el procedimiento ahorrará costes de lanzamiento de satélites y otros vehículos espaciales al necesitar muchísimo menos combustible. Un portavoz de Poliot, Leonid Shirobókov, informó de que uno o dos aviones Antonov-124 100 Ruslán llevarán el EP-3 desmontado desde la isla china de Hainan a una base militar estadounidense.
Primer acuerdo entre Bush y Putin
Será el primer acuerdo de cooperación técnico-militar entre Rusia y EE UU firmado por la Administración del presidente George W. Bush tras cinco meses de roces en cuestión de desarme por el polémico escudo antimisiles que pretende desplegar Washington.
La colisión sobre el mar del EP-3 con un caza chino, cuyo piloto falleció, desató un agudo incidente político y militar entre Pekín y Washington, con la retención durante casi dos semanas de los 24 tripulantes del avión espía norteamericano.
Tripulado por seis pilotos, el Ruslán (Cóndor según el código de la OTAN), está catalogado desde su entrada en servicio en 1988 como el avión más grande del mundo, capaz de transportar cargas de hasta 150 toneladas a una distancia máxima de 16.500 kilómetros.
Pero este auténtico mastodonte del aire de cuatro motores, de 20 metros de altura, una envergadura de 73,3 metros, 69,1 metros de longitud y con un precio de 70 millones de dólares, es en realidad sólo el segundo avión más grande del mundo.
Otro aparato fabricado por la misma compañía Antonov, con sede en la capital de Ucrania, Kiev, le aventaja en todos los sentidos y pese a que ha realizado pocos vuelos, ha sido histórico.
Es el Antonov-225 Mría (sueño), con seis potentes motores que pueden mover su masa de 600.000 kilos y transportar 250 toneladas en su enorme estructura de 84,5 metros de largo y 84,4 de envergadura.
Tras la caída de la URSS en 1991 el único Mría que había volado fue puesto fuera de servicio, y a mediados de la década estaba ya en unas condiciones que hacían imposible su uso.
Pero el año pasado, Antonov reanudó la construcción de un segundo Mría que había quedado a medio montar y afirmó que lo convertiría en el avión de carga y transporte más moderno del mundo.
Hace poco más de un mes, el An-225 hizo su primer vuelo de prueba, pilotado por el mismo comandante que lo había estrenado doce años antes.
Ucrania tiene previsto presentar públicamente la versión renovada del que fuera "orgullo del complejo militar-industrial soviético" en la feria de aviación que se celebrará entre los próximos días 16 y 24 en Le Bourget, París.
La elección del Ruslán para trasladar a EEUU el avión espía se debe a que el aparato puede despegar en una pista de sólo 2.500 metros.
A lo largo de su historia, dos accidentes del AN-124 han causado víctimas, el primero el 8 de octubre de 1996, cuando un Ruslán se estrelló al aterrizar en el aeropuerto turinés de Caselle, con el balance de cuatro muertos entre las 23 personas que iban a bordo.
El 6 de diciembre de 1997 otro accidente, en la ciudad siberiana de Irkutsk, tuvo consecuencias mucho más graves: unas 160 personas fallecieron tras la caída sobre un barrio de viviendas de un Ruslán que transportaba dos cazas SU-27 con destino a Vietnam.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.