La España real del Partido Neandertal
La inmigración irregular es un problema que hay que afrontar con inteligencia y humanidad, líneas rojas para Vox


El otro día una señora con apellido de origen holandés, de Vox, dijo que su partido pretende expulsar de España a siete u ocho millones de extranjeros e hijos de extranjeros, así, a ojo. No sé si cundió el pánico entre compañeros suyos con esas características, como Ignacio Garriga, Javier Ortega Smith, Bertrand Ndongo o Rocío Monasterio, o les pareció un disparate, como a los demás. “Es extraordinariamente difícil que puedan adaptarse a nuestros usos y costumbres, lo que estamos viendo son las consecuencias que estamos viendo”, explicó esta señora, y me hizo gracia, pues pensé que estaba hablando de Vox: no se adaptan a nuestras costumbres como pueblo, que acepta a todo el mundo, y pasa lo que pasa. Eso al margen, no solo de la realidad, sino de los datos, pues según un informe del Banco de España del año pasado, el país necesitará 37 millones de inmigrantes en 2053 para pagar las pensiones (los dirigentes de Vox solo pueden leer este informe en compañía de un médico).
En fin, está claro que la inmigración irregular es un problema que hay que afrontar con inteligencia y humanidad, pero estas cualidades son auténticas líneas rojas para Vox. Si te pillan con ellas, te echan. No, lo que le preocupa a esta señora es “sobrevivir como pueblo”. Yo creo que si esto queremos hacerlo bien, sin que se cuelen impostores, habría que establecer quién llegó primero. Veamos. Estrictamente, fueron los primeros homínidos y neandertales, y solo más tarde, pero cientos de miles de años, llegaron los Homo sapiens. Debemos deducir entonces que solo es español el neandertal puro, y no descarto que los de Vox lo sean (podrían llamarse Partido Neandertal, ya estoy viendo las camisetas). El Homo sapiens, ya digo, sería ajeno, posterior. Como los iberos, y luego empiezan a llegar fenicios, púnicos, griegos, todos irregulares por supuesto, que se mezclaron entre ellos sin que a ninguno le preocupara no sobrevivir como pueblo: eso era el pueblo, el resultado de todo eso. Pero imaginemos que algunos grupos, neandertales o iberos o lo que quieran, sí estuvieran realmente preocupados y decidieran quedarse encerrados en casa durante décadas, siglos, pensando que ellos eran los auténticos, preservando las esencias de la raza. Porque seguían llegando celtas, vacceos, arévacos, carpetanos y pelendones (paro porque ya parezco el capitán Haddock). No sé si se dan cuenta, todo gentuza sin pasaporte. Luego, encima, los romanos, y esos grupos ahí enclaustrados, resistiendo a toda influencia externa, al latín, a los acueductos. Después, bárbaros de las regiones nórdicas, de los Balcanes, de Oriente: alanos, suevos, vándalos, visigodos, ostrogodos. Terrible. Ese frente de resistencia era cada vez más raro. Más tarde llegaron árabes de Oriente Medio, almorávides del Sáhara, se quedaron también siete siglos, piensen en los españoles auténticos atrincherados, siete siglos mirando por los visillos, y sin tele. Y luego verían pasar esclavos negros africanos, mercenarios de toda Europa, criollos de media América, a Sevilla llegaron hasta japoneses en el siglo XVII, por no hablar de los fichajes de fútbol. Aquí se hace un test genético a los españoles y no queda ni uno, todos se tienen que ir. Pero menos mal, tenemos ese grupo que sobrevivió como pueblo, encerrado en casa durante milenios, sin relacionarse con nadie, e imaginemos que ahora saliera a la calle para proclamar que el país es suyo. Estarán pensando: fundarían un partido troglodita y se llamaría Vox. No, no, es que hasta los de Vox, hijos de moros, cristianos y judíos como los demás, les dirían: vosotros no sois españoles, sois unas momias del pasado.
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