¿Quiénes desenmascaran a las élites extractivas?
Los Nobel de Economía 2024 han analizado y criticado el papel de estas instituciones que se apartan del bien común y dedican su esfuerzo a su propio bienestar
Nogales (Arizona) y Nogales (Sonora) tienen la misma población, cultura y situación geográfica. Una es rica y la otra, pobre. La ciudad de Nogales está dividida en dos por una alambrada. Si uno mira al norte, ve la parte de EE UU, con una renta media en los hogares de 30.000 dólares al año: la mayoría de los adolescentes van al instituto y la mayoría de los adultos tienen estudios secundarios; y unos y otros pueden realizar sus actividades cotidianas sin mayores temores por su seguridad. Al sur de la alambrada, solo a unos metros, la situación es bastante distinta; a pesar de que los habitantes de Nogales (Sonora) viven en una parte relativamente próspera de México, la renta media de sus hogares es, aproximadamente, una tercera parte de la de sus homólogos americanos, sus adultos no poseen el título de secundaria, los adolescentes no van al instituto, y unos y otros caminan por las calles con aprensión. La respuesta a estas diferencias está en la frontera. Nogales (Arizona) tiene acceso a las instituciones estadounidenses, con todos sus defectos, y Nogales (Sonora) lo hace a las mexicanas.
Este es uno de los ejemplos que ponen Daron Acemoglu y James Robinson, dos de los últimos tres Nobel de Economía 2024 en su extraordinario Por qué fracasan los países (editorial Deusto, 2012), en el que divulgan las ideas por las que ahora han sido galardonados. A saber: por qué algunos países, en apariencia similares, difieren tanto en su desarrollo político y económico. El destino de un país no está predeterminado del todo por su situación geográfica o cultural. ¡Es la política, estúpido!
Unirse a la corriente institucionalista de la economía (Douglass North) no significa que todas las instituciones sean positivas. Los economistas citados incorporan el exitoso concepto de “élites extractivas”, aquellas que se apartan de la obtención del bien común y dedican sus esfuerzos a su propio bienestar y al del grupo al que pertenecen. Las instituciones extractivas concentran el poder en manos de una élite reducida y fijan pocos límites al ejercicio de su influencia; elaboran un sistema de captura de rentas que les permite, sin crear riqueza, detraer rentas de la mayor parte de los ciudadanos, en beneficio propio. Se encuentran habitualmente en el mundo de las finanzas, la economía, la política, los medios de comunicación, etcétera. En cada país, en cada época, se renuevan esas élites extractivas.
A estos estudios se une el tercer galardonado, Simon Johnson. Aunque los tres dan clases en EE UU (Acemoglu y Johnson en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y Robinson en la Universidad de Chicago), los tres son nacidos fuera de Norteamérica. Johnson apuntala: a veces las instituciones se anquilosan o no logran adaptarse a los tiempos cambiantes. En todo momento, las personas poderosas procuran hacerse con el control total del gobierno, menoscabando el progreso social a favor de la propia codicia.
En 2009, todavía en los albores de la Gran Recesión, este joven economista (nada izquierdista), proveniente de la jefatura intelectual del Fondo Monetario Internacional, publicó un artículo titulado El golpe silencioso en The Atlantic. Un poco más tarde, Johnson editó un libro titulado 13 Bankers (13 banqueros, sin traducir al español), una de las críticas más despiadadas a la banca de inversión desde el corazón del sistema, por su papel en la crisis. En el artículo mostraba cómo la industria financiera había capturado a la Casa Blanca y su poder sin límites, que había sido mal utilizado a pesar de haber recibido ayudas multimillonarias con dinero público, liquidez sin cuento, avales y compras de activos. A ello habría que añadirle ahora el sector de las grandes consultoras (estudiado por Mariana Mazzucato) y el de las grandes tecnológicas (el capitalismo de vigilancia de Shoshana Zuboff).
Urge actualizar el concepto de élite extractiva a punto de finalizar el primer cuarto del siglo XXI, cuando el ruido relacionado con políticos, jueces y medios de comunicación ha puesto en sordina el papel de muchos grandes empresarios en ese estrépito.
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