Julien Temple: “De haber triunfado cuando era joven me hubiesen encontrado muerto en un jacuzzi de Hollywood”
Sus filmes sobre Joe Strummer o Sex Pistols son ya clásicos. Ahora presenta ‘Crock of Gold’, su sufrido y brillante documental sobre Shane McGowan, líder de The Pogues
Julien Temple (Londres, 67 años) fue la primera persona que entrevistó a Shane McGowan. Por entonces, ambos eran fans incondicionales de la escena punk de Londres. Temple iba de un lado para otro con su cámara, registrando ese momento histórico. “Yo empecé siguiendo a Sid Vicious, que era el que destacaba entre la multitud, y cuando Sid pasó a subirse al escenario junto a los Sex Pistols, el siguiente personaje interesante era Shane”, recuerda el cineasta. Aquella entrevista y esas imágenes de McGowan a codazos en los conciertos aparecen en el documental Crock of Gold: A few rounds with Shane McGowan (”Unas rondas con Shane McGowan”), retrato de ese irlandés que acabó liderando su propia banda, The Pogues, y alcanzando un éxito que lo convirtió en icono al tiempo que le arrastraba al infierno de las adicciones.
Temple también ha tenido altos y bajos en estas cuatro décadas. Tras convertirse en cineasta de culto con sus documentales sobre los Sex Pistols, en los ochenta se posicionó muy bien en la industria musical, dirgiendo videoclips de David Bowie, The Rolling Stones, The Kinks, Culture Club o Depeche Mode. “Siempre me han gustado distintos tipos de música. Si la música es buena, es buena, da igual a qué género pertenezca. Creo que se puede ser más de una cosa a la vez”, explicaba en el Festival de San Sebastián, donde estrenó Crock of Gold. “He hecho películas sobre el periodo punk, el periodo hippie... Todas tienen algo de autobiográficas, porque viví la misma época que Shane o Johnny Rotten. Más que sobre ellos, son películas sobre esa época y esa cultura”.
Luego dio el salto a la ficción adaptando Principiantes, la novela de Colin MacInnes, una película en la que se pasó de presupuesto y que fue fulminada por la crítica. Se le acusó de asesinar la industria de cine británica. Temple optó por emigrar a Estados Unidos, apoyado por su amigo Martin Scorsese, principal defensor de Principiantes. Hoy se alegra de haber dado aquel traspié. Considera que, de haber triunfado, le hubiesen encontrado muerto “en un jacuzzi de Hollywood”. Se desquitó con otro documental: The Filth and The Fury, de nuevo sobre los Pistols. Luego vendrían filmes sobre sus amigos Keith Richards o Joe Strummer.
Tras ver alguna de aquellas películas, Shane McGowan, al que no había vuelto a ver desde aquellos sucios años setenta, le llamó para pedirle que hiciese un documental sobre su vida. “Me interesó, pero no dije que sí hasta que Johnny [Depp] se involucró, porque sabía lo difícil que podía ponerlo Shane”, admite Temple. “Tenía razón cuando dudé en aceptar, porque hubo momentos en que lo pasé muy mal. Pero me alegro de haberlo hecho: hay algo muy especial en este hombre. Es tan famoso como puede serlo Johnny, y eso cambia a la gente. Cada uno lo vive a su manera, y la de Shane es autodestructiva: le pone siempre a la defensiva”. El difícil caráter de McGowan hace de la película “algo muy interesante”, opina Temple. El director celebra el legado del cantante, contempla con tristeza su trágica historia y aprovecha para mostrar “ese desencuentro entre Irlanda e Inglaterra que se ha visto poco en el cine”.
En el filme, un McGowan en silla de ruedas y siempre pegado a una pinta de cerveza charla con su amigo Johnny Depp, con Bobby Gillespie, de Primal Scream, y con Gerry Adams, líder del Sinn Féin. “Con cada uno muestra una versión diferente de sí mismo”, dice Temple. Su hermana y su actual mujer cierran este retrato de “una persona que no sabes cómo pero te acaba cayendo bien”, admite el director. El propio Temple atraviesa de nuevo un momento agridulce en su carrera. Está recibiendo halagos por Crock of Gold, pero la película sobre Marvin Gaye que lleva una década persiguiendo fue cancelada a las cinco semanas de rodaje.
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