El bikini: una breve historia que comenzó hace un millón de años
Raquel Welch, sándwiches mixtos, pruebas atómicas y Fórmula V: en este relato caben decenas de cosas en un trozo mínimo de tela
Según algunas fuentes, el bikini se inventó hace 75 años, cuando, el 5 de julio de 1946, una stripper francesa de raíces italianas y de nombre Micheline (sic) Bernardini (Colmar, 1927) posó con la prenda en la famosa piscina Molitor de París, obra del arquitecto Lucien Pollet (de verdad: soy incapaz de inventarme un nombre así), inaugurada premonitoriamente por Johnny Weissmuller en 1929 (el nadador era socorrista en la instalación, no sabría decir si con taparrabo de piel) y hoy convertida en monumento histórico. La había creado, la prenda, el bikini, no el taparrabo de Tarzán, del que ya hemos hablado en esta sección, Louis Réard, ingeniero automovilístico reconvertido en diseñador de moda tras quedarse con la corsetería de su madre. Réard le puso al revolucionario bañador bikini el nombre del atolón donde cuatro días antes se había realizado una prueba atómica. Atómico era también como le quedaba la parte de abajo a Mlle. Bernardini: de lo revolucionario del asunto daba fe que tenía las nalgas completamente blancas.
Decía que el nacimiento del bikini se fecha en 1946 según algunas fuentes. Y es que todos sabemos, pues lo hemos visto en el cine, que el bikini se inventó hace un millón de años, que fue cuando lo lucía Raquel Welch como la rubia Loana de la Tribu de la Concha (!) en plena prehistoria. “¡Vea a Raquel Welch con el primer bikini de la humanidad!”, recalcaba la publicidad, que remataba sabiendo cómo despertar nuestro interés por la paleontología: “Conozca un mundo bestial cuya única ley era... ¡la lujuria!”. Es ponerme a hablar de esa película, Hace un millón de años (1966), y cogerme un subidón en el que ya no sé si soy el galán cavernícola Tumak o el pterodáctilo. Años después, en 1973, se me fundió la imagen de la Welch con Fórmula V cuando cantaban “Eva María se fue, buscando el sol en la playa, con su bikini de piel y su maleta de rayas”. Otro momento del bikini que pude aspirar a fecha fundacional es el de Ursula Andress saliendo del mar como Honey Rider en 007 contra el Doctor No. La Andress emerge cantando Under The Mango Tree con un bikini blanco y un espectacular par de caracolas en sentido estricto. En la novela de Fleming, el personaje no llevaba nada más que el cinturón.
Otra teoría sostiene que el bikini guarda una estrecha relación con el cuarto conde de Sandwich, John Montagu, inventor de ese bocadillo durante las negociaciones de la paz de Aquisgrán (1746) en las que se pasaba el rato jugando a las cartas y para seguir haciéndolo mientras comía pidió que le metieran el fiambre entre dos rebanadas de pan. Basándose en el mismo concepto, Lord Sandwich habría inventado asimismo el dos piezas para su amante Martha Ray. Todo esto podría tener, o no, relación con que los catalanes llamemos bikini al sándwich de jamón y queso. En todo caso, Sandwich fue Primer Lord del Almirantazgo, de ahí que bautizaran con su nombre a las Sandwich del Sur, que son unas islas, lo que nos lleva, efectivamente, al atolón Bikini, parte de otras islas, las Marshall. Y bikini viene del marshalés pik, superfie, y ni, coco... y..., realmente, ya me pierdo del todo.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.