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José Lamuño, el nuevo de ‘Física o Química’: “Pensé que por haber salido en televisión me iba a sobrar el trabajo. Pero no fue así y me arruiné”

Es el único actor que no formó parte del elenco original, ha salido en series como ‘La que se avecina’ y ‘Hospital Central’ y ha trabajado con estrellas nacionales como Paz Vega. Pero el camino hacia el éxito no ha sido fácil: pasó siete años sin que le dieran un papel

José Lamuño posa para ICON en el restaurante La Ferretería del centro de Madrid. Foto: Saúl Ruiz.
José Lamuño posa para ICON en el restaurante La Ferretería del centro de Madrid. Foto: Saúl Ruiz.

Acaba de estrenarse en Atresplayer Premium Física o Química: El reencuentro. En esta miniserie de dos capítulos, los alumnos del instituto Zurbarán se reúnen años después de haber acabado los estudios para celebrar la boda de Yoli que, en contra de las previsiones de sus profesores y compañeros, se ha convertido en una exitosa empresaria del sector de los supermercados. El papel del novio, un prestigioso neurocirujano infantil que oculta un secreto en el que también está implicada una de las profesoras, ha sido interpretado por José Lamuño (Oviedo, 1987), el único actor que no formó parte del elenco original, a pesar de que participó en el casting de la serie cuando todavía llevaba el título provisional de Empezar de cero.

“Fue mi primer casting. Me acuerdo perfectamente. Acababa de llegar a Madrid, vivía en las afueras y me llamó mi representante para decirme que tenía que ir corriendo a la agencia. Estaban haciendo unas pruebas en las que buscaban chicos jóvenes que no hacía falta que tuvieran mucha experiencia. La directora de casting estaba a punto de irse y, si no llegaba en media hora a la oficina, no podría hacer la prueba. Convencí a mi hermana para que me llevase, pero por lo que fuera, no me cogieron”.

En 'Física o Química: El reencuentro', Lamuño hace de novio de Yoli, un prestigioso neurocirujano infantil que oculta un secreto.
En 'Física o Química: El reencuentro', Lamuño hace de novio de Yoli, un prestigioso neurocirujano infantil que oculta un secreto.Saul Ruiz

La serie tuvo siete temporadas, ¿siguió intentándolo? Sí, durante todo el tiempo que duró Física o Química mi representante intentaba meterme en la serie, pero no cuadraba. La directora de casting decía que físicamente había diferencia entre los chavales y yo, porque es verdad que era un poco mayor que ellos y, además, siempre he sido muy alto. Con quince años ya medía 1,88 y no encajaba el perfil.

Antes de ser actor, usted vivió en un Centro de Alto Rendimiento. ¿Cómo es la vida de un deportista de élite? No sé lo que es hacer la mili pero, en lo que se refiere a la disciplina, tiene que ser muy parecido a lo que viví en el Centro de Alto Rendimiento de la Selección Nacional de voleibol. Estábamos en Palencia, teníamos las instalaciones deportivas y la residencia juntas y, todos los días, de lunes a sábado, nos levantábamos, teníamos una hora y media de refuerzo de estudio, entrenábamos de 9 a 13:30, nos duchábamos, comíamos, teníamos algo de tiempo libre y, de 19 a 22:30, íbamos al instituto. Luego teníamos partido todas las semanas. Un fin de semana en la residencia y otro fin de semana fuera, así que viajábamos cada quince días. Además, podíamos irnos a Chipre a jugar un mundial o a República Checa a jugar un europeo. Eso nos podía hacer perder un mes de clase.

Parece una vida muy diferente a la de los chavales de Física o Química, tan dados a los excesos, el alcohol, las drogas o el sexo. No sé qué es salir por la noche en la adolescencia, porque lo que hacía yo en esa época por la noche era cursar bachillerato. Iba a clase con gente de cuarenta años que no había podido estudiar en su momento y que asistían al nocturno porque por la mañana trabajaban. En clase éramos ocho personas, diez como mucho, así que el bachillerato, que es una época muy importante para cualquier joven, lo he vivido con gente mayor y prácticamente en solitario.

¿Hasta qué punto le ha influido esa experiencia como deportista de élite? Tener tanta responsabilidad desde tan joven ha marcado mi personalidad. La gente no sabe lo que es la presión de jugar un campeonato del mundo, de llegar a una final o de tener la bola en el momento crucial de ese punto de partido que puede clasificarte para un campeonato de Europa. Tampoco es fácil estar alejado de tu familia, convivir con compañeros que también están alejados de sus familias y con los que creas un vínculo muy potente, tener un entrenador muy estricto… Todo eso te crea una mentalidad no solo competitiva, sino también de equipo, de saber mantener la calma en ciertos momentos, que no es algo que te corresponda por la edad.

¿En algún momento esa presión le hizo pensar en dejar el deporte antes incluso de plantearse dedicar su vida a la interpretación? Sí que lo pensé. Tengo que agradecerle a mi madre el apoyo que me dio porque yo llamaba a casa llorando, diciendo que no podía más, que tenía que dejar de estudiar, que no tenía ánimo para ir a clase, que era todo muy duro. Ella siempre estaba ahí para decirme que aguantara, que todo iba a salir bien, que iba a conseguir aprobar en los estudios. La Selectividad, por ejemplo, me coincidió con un campeonato de Europa y, para poder examinarme, tuve que renunciar al campeonato. No fue una decisión fácil, pero, gracias a eso, tengo una formación académica y pude estudiar parte de fisioterapia, que es lo que me pidieron mis padres que cursara hasta que tuviera claro lo que quería hacer.

¿Cuándo decidió finalmente que quería ser actor? Con veinte años le dije a mi madre que quería actuar, irme a Madrid a estudiar y que me gustaría que ellos me apoyasen en esa decisión.

¿Cómo fueron esos comienzos en el mundo de la actuación? Llegué a Madrid en el verano de 2008. Me había pasado el mes de agosto apuntando en una libreta los contactos de todos los representantes y las escuelas de interpretación. El 1 de septiembre, cogí mi abono transporte, mi mochila, mis fotos y empecé a recorrer las agencias y las escuelas. Como no tenía ni un duro, hacía figuraciones en series como El Internado, Los Hombres de Paco… Me pagaban 25 euros y un bocadillo y luego me iba a aplaudir al Diario de Patricia, donde me daban otros 25 y otro bocadillo. Los viernes eran los mejores días, porque a veces iba a ¿Dónde estas corazón? y, entre eso, la serie y el Programa de Patricia, podía ganar unos 80 euros. Además, yo era una esponja. Durante los rodajes hice mucha relación con Ana de Armas, con Martiño Rivas, preguntaba a los directores, me imaginaba cómo hubiese dicho yo las frases de los actores, con el tiempo me dieron algunas frases a mí y, mientras, esperaba que llegara mi primera oportunidad.

¿Cuándo llegó? Con La que se avecina. Fue mi primer personaje fijo, para el que había hecho un casting, gracias al cual tenía un contrato como actor… pero cuando llevaba grabados cuatro capítulos, Tele5 me llamó porque iban a hacer Un golpe de suerte, que iba a ser una serie parecida a Al salir de clase. Querían contar conmigo como coprotagonista y, como en La que se avecina no se sabía lo que iba a durar mi personaje, acepté, con tan mala suerte que, cuando llegó la crisis en 2009, retiraron la serie. Tenía firmados dos años, pero solo duró tres meses. Ese fue uno de los grandes palos que he recibido porque, como era joven y tenía un buen sueldo, cuando se acabó la serie me apunté a clases de interpretación y me dediqué a vivir la vida. Pensaba que, por haber trabajado en televisión, me iba a salir trabajo pero no fue así. El dinero me duró tres meses, me arruiné y no tuve ni para pagar el piso.

¿Qué hizo entonces? Comencé a trabajar en la Puerta del Sol repartiendo flyers de una discoteca de miércoles a domingo, de doce de la noche a cinco de la mañana. Hacía mucho frío y, además, la gente me reconocía. “¿Pero tú no eres el que salía en la serie de este verano?”. “Sí, soy yo”, les respondía, y ellos se asombraban de que alguien que había salido en una serie hubiera acabado ahí, repartiendo flyers.

¿Fue difícil enfrentarse a situaciones como esas? Todavía falta lo peor. Podríamos decir que en esa época todavía me iban bien las cosas. En 2010, me llamaron para Hospital Central para hacer del enfermero protagonista de esa temporada. Fueron diecisiete capítulos con el personaje más potente de mi carrera en ese momento pero, cuando se acabó Hospital Central en 2011, casi no volví a trabajar hasta 2018. Solo cinco sesiones en una película, un capítulo de Aída y dos de Vive cantando.

Más allá de la cuestión económica, ¿cómo se sobrellevan anímicamente siete años sin trabajar en la profesión que uno ha elegido? A base de mucha terapia, de ser muy tenaz, de confiar en un mismo y hacer un trabajo personal de aceptación de lo que te está pasando. Hasta ese momento, vivía en una casa muy bonita en Tirso de Molina y, a partir de entonces, tuve que volver a compartir piso en las afueras de Madrid. Comencé a trabajar en un un par de bares, vendí pisos de lujo en una agencia, trabajé de bedel en un colegio y luego vendí robots de cocina porque me permitía ganar dinero y tener libertad de horarios para retomar los estudios de interpretación y hacer castings. Así hasta 2018, en que me llamó Elena Arnau para hacer Fugitiva con Paz Vega y todo volvió a encauzarse. A partir de ahí pude vivir de nuevo de mi profesión.

Hace unos días, Jaime Olías comentaba en Icon que “Las escuelas de interpretación no te preparan psicológicamente. El éxito te puede destruir”. Es verdad.

No lo dudo, pero tampoco preparan para el fracaso. Entre esas dos situaciones traumáticas, ¿cree que es mejor sufrir por éxito o por fracaso? Entiendo que el éxito tiene que ser difícil de gestionar y no juzgo la vida de nadie, pero cuando en esta profesión no te llaman, es muy duro. Cuando terminé Hospital Central agarré una depresión muy grande, estaba lejos de mi familia, lloraba todos los días. Estaba hundido. Lo que agradezco es que los malos momentos te ayudan a valorar los buenos. Además, creo que la vida es sabia y, cuando no te da algo, es porque te está mandando señales para que te ocupes de otras cosas que van a ser importantes para lo que va a venir.

Todo apunta que Física o Química: El reencuentro va a ser uno de los éxitos de la temporada. Sin embargo, llega en una coyuntura complicada como es la pandemia, que está afectando a los rodajes. ¿No teme que se vuelvan a repetir esas malas rachas del pasado? Después de doce años en Madrid, me encuentro en mi mejor momento personal y profesional. No tengo miedo a la crisis que pueda venir. Como ya sé lo que es pasarlo mal, con el dinero que he ganado he ido cubriéndome las espaldas para no tener que vivir con miedo y poder enfrentarme a cualquier situación, tanto si es buena como si es mala. Es verdad que Física o Química se estrena en un momento muy complicado, pero creo que nos va a traer cosas muy buenas. Es una serie que ha marcado una generación, que tuvo mucho éxito en Latinoamérica, en Francia o en Italia, y ahora que he tenido la suerte de estar en ella, toca disfrutarlo. He pasado épocas muy jodidas y me ha dado mucha rabia que la gente pensase que tenía mucho éxito o que era el típico guapito de cara al que le habían dado trabajo por sus ojitos verdes y que se pasaba la mañana mirándose al espejo y peinándose. Esa imagen dista mucho de quién es en realidad José Lamuño. Me he dedicado a cultivarme emocionalmente, a cultivarme personalmente, a formarme y a demostrar que amo mi profesión. No soy el muñequito de las tartas de las bodas, ni muchísimo menos.

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