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Algo pasa
Columna
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Lo ‘delulu’ no es la solulu(ción): cuando de tanto hacer el bobo acabamos siéndolo

Es uno de los términos más usados del 2023 y expresa una actitud delirante, un optimismo infundado, una confianza extrema uno mismo y casi paródica. Pero hay más

En el desfile de Collina Strada, las modelos soreían agresivas y demoníacas.
En el desfile de Collina Strada, las modelos soreían agresivas y demoníacas.

El término delulu podría llevarse el premio este año a la etiqueta más irritante que ha surgido en redes sociales. Con más de cuatro mil millones de vistas y miles de publicaciones, de alguna manera tiene la virtud de resumir con precisión el espíritu de 2023. O tal vez solo quiero sentir el control de poder encasillar este año impredecible bajo una etiqueta lo más justa posible: esta columna quizás está también completamente delulu. Yendo al grano, esta palabra, abreviatura del delusional inglés, nació de la mezcla del pensamiento positivo de los coaches y la jerga de los fans del pop coreano.

Al principio, expresaba una actitud medio delirante, una especie de optimismo infundado, una confianza extrema en uno mismo casi paródica como clave para triunfar en el amor, en tu carrera e incluso en tus finanzas. Quedarte en una primera lectura, aun sabiendo que hay una segunda, como trampolín al éxito. Con el tiempo, ha derivado en un trend de TikTok que ironiza —y a la vez no lo hace— sobre la necesidad de disociar en momentos específicos del día a día. El peligro es que con lo delulu uno puede acabar en ese callejón sin salida que es, de tanto hacerte el bobo, serlo.

El momento cumbre delulu ocurrió durante la última semana de la moda de Nueva York, en el desfile de la firma Collina Strada. Las modelos desfilaron con sonrisas agresivas y demoníacas, entre lo desagradable y lo deseable, desplegando la definición perfecta de la moda en estos tiempos oscuros de lujo silencioso. El meme estaba listo y empaquetado. Y el sentimiento, compartido: ¿qué hacemos con lo delulu?

Si la moda ha intentado hacer su comentario al respecto, el resto de producción cultural no se ha quedado atrás. La última serie de los Javis, La Mesías, habla sobre la necesidad de la fe como mecanismo para afrontar la realidad a través del fanatismo de una madre. La conclusión es algo ambigua y a los detractores de La Mesías, que también existimos, se nos ha quedado una sonrisa algo delulu ante tanto elogio. En el punto opuesto de la ficción televisiva se encontraría La maldición, la nueva comedia de Nathan Fielder. Sus protagonistas son una pareja de agentes gentrificadores en Nuevo México, incapaces de hacerse responsables de las consecuencias de su proyecto urbanístico de viviendas supuestamente respetuosas con el medio ambiente: copiado de las casas-espejo del artista Doug Aitken, el brillante proyecto mata a los pajaritos con su reflejo, y simboliza lo delulu como versión la histriónica de las peores pulsiones humanas.

Andre 3000 ha vuelto también. El rapero, de Outkast, acaba de publicar por sorpresa un disco de ambient, new age y jazz espiritual. Todo instrumental. Cero barras. Dice que no se ve capaz de rapear, afirmando que a sus 48 años de qué va a hablar, ¿de su última colonoscopia? El título de la primera canción es: “Lo juro, tenía muchas ganas de hacer un álbum de rap, pero esta es literalmente la forma en que el viento me llevó esta vez.” Quizás esta la mejor manera de afrontar la crisis de la mediana edad de una estrella del pop. Lo delulu no es la solulu(ción).

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