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Robbie Williams: “Hace décadas no nos estaba permitido tener crisis existenciales ni hablar de ello. Ahora podemos”

El cantante británico muestra en el museo Moco de Barcelona su nueva faceta alejada de la música con una exposición de 17 cuadros en los que la salud mental es la protagonista. “Estoy en paz con no estar en paz; mientras que antes no había paz”, dice hoy tras 30 años de carrera

Robbie Williams
Robbie Williams, el 20 de junio de 2024 en Barcelona para la presentación de su exposición, 'Confesiones de una mente desbordada', en el Museo Moco.Marc Rosés (foto cedida)
Elisabet Sans

Namasté”, saluda Robbie Williams (Stoke-on-Trent, Reino Unido, 1974) con esa sonrisa de pillo que le caracteriza desde que se hizo famoso cuando tenía apenas 16 años y se convirtió en ídolo de millones de adolescentes como uno de los cinco integrantes de Take That. Ese grupo que abandonó —o del que le invitaron a irse, según él— en 1995 por sus problemas de adicciones y porque no encajaba en la imagen de una boy band. Desde entonces ha llovido mucho. Hoy tiene 50 años (los cumplió el pasado 13 de febrero), acumula 80 millones de álbumes vendidos en todo el mundo y más premios Brit que ningún otro artista (tiene 18). El escenario que se esperaría para una entrevista con una estrella del pop es inesperado: la conversación se produce en una de las salas del museo Moco Barcelona. Estamos rodeados de sus obras, pues el cantante ha aterrizado en la capital catalana para presentar su primera exposición en España (la segunda de su carrera) y hablar de su nueva faceta como artista. En su caso, inevitablemente, eso significa hablar de salud mental, tema central en la mayoría de sus piezas. Y una cuestión recurrente en su vida, marcada no solo por la fama y el éxito, también por la depresión, la ansiedad o el trastorno de estrés postraumático.

Robbie Williams cuenta que lleva desde 2006 creando arte. ¿Por qué ha tardado tantos años en mostrarlo al público? “Tenía miedo”, responde de forma honesta y tajante, “me ha llevado desde 2006 tener algo lo suficientemente bueno para enseñarlo”. “Realmente a mí no me gusta el arte de ningún famoso”, desliza con una sonrisa. “No hay nada que haya hecho una celebrity que me gustaría tener en mi casa. Y sé que mucha gente piensa: ‘Eres una celebrity, no deberías estar haciendo arte”, dice, en un tono de voz bobalicón. “Pero otros artistas no tienen la plataforma que tengo yo. Y siento que tengo una responsabilidad de ayudarles por lo afortunado que soy”, afirma. Añade un apunte más sobre su nueva versión lejos de la música: “Creo que lo bueno de que yo haga arte no es el arte en sí mismo, sino el hecho de que una parte de la gente que no lo mira ni intenta entenderlo ahora lo hará. Habrá una nueva audiencia”. Para él, cualquiera puede ser artista y el arte no tiene por qué ser complicado. “No tienes por qué ser lo que se considera como talentoso. Porque eso no está en mí”.

Su trabajo gráfico podría enmarcarse entre la cartelería y el cómic. “La vida es un largo momento incómodo”, “estaba tan colocado que todo lo que podía hacer era concentrarme en no morir”, “me gusta la gente, pero me cansa mucho”, “quiéreme u ódiame, soy totalmente digno de tu energía”, son algunas de las frases que se leen en los 17 cuadros inéditos (las obras que expuso en el Moco Ámsterdam el pasado junio eran otras) que cuelgan hasta el 20 de noviembre en tres de las salas del Palacio Cervelló, el edificio del siglo XVI en pleno Born reconvertido en museo. La muestra se titula Confesiones de una mente desbordada. “Las últimas obras del intérprete pretenden inspirar a los espectadores a abrazar colectivamente cada parte de sí mismos”, explican desde el museo. ¿Él ha conseguido por fin hacerlo? “Sí, supongo que he abrazado cada parte de mí mismo. Aunque no soy una sola parte… Pero estoy en paz con no estar en paz; mientras que antes no había paz”, responde con una sonrisa.

Una de las obras de Robbie Williams que forman parte de su exposición 'Confesiones de una mente desbordada', en Barcelona.
Una de las obras de Robbie Williams que forman parte de su exposición 'Confesiones de una mente desbordada', en Barcelona.Museo Moco

Para él, asegura, mostrar sus inquietudes en público y hablar de salud mental no es algo nuevo. “Todas mis canciones son también sobre eso mismo. Mi mayor tema, Feel [2002], es cuando estaba más deprimido y en el lugar más oscuro de mi alma. Angels [1997] es sobre buscar ayuda de los ángeles para sobrevivir. Todas mis canciones, más allá de las tontas bailables, son sobre luchar mentalmente. Así que supongo que mis obras son una extensión de esto”, explica quien asegura que se siente obligado a decir lo que pasa dentro de su cabeza. “Lo que quiero de mis estrellas y celebridades es autenticidad, no me interesan las entrevistas vainilla, o la versión perfecta de uno mismo. Me interesa la oscuridad, la excentricidad, la vulnerabilidad y algo con lo que pueda identificarme. Así que supongo que trato de ser lo que quiero ver en los demás”, reflexiona.

Dos de los cuadros de Robbie Williams expuestos en el Museo Moco de Barcelona.
Dos de los cuadros de Robbie Williams expuestos en el Museo Moco de Barcelona.Museo Moco

Él hace décadas que habla abiertamente de sus problemas mentales, algo que era entonces poco habitual en una estrella de su calado. Hoy eso ha cambiado. Y la sociedad, también. “Vivo en una burbuja, así que no sé lo que está pasando fuera. Pero desde mi burbuja, parece que todo el mundo puede decir que lo está pasando mal. Y cuando alguien lo dice, hay alguien ahí para empatizar o para darle un feedback constructivo, porque esa persona también lo ha pasado mal. Esa es la cuestión. Hace décadas no nos estaba permitido tener crisis existenciales, y no se nos permitía hablar de ello. Ahora podemos”, sentencia convencido.

Sus dos exposiciones se suman al documental que estrenó en noviembre del año pasado. Cuatro capítulos en los que se enfrentaba a la muchas veces turbulenta historia de su vida. ¿Por qué ahora ha decidido abrirse en canal públicamente? “Yo no lo decidí. No me desperté un día y pensé en llamar a la compañía de Ridley Scott y a Netflix para hacer un documental. Ellos me lo pidieron. Y luego publiqué mis obras online su cuenta de Instagram, con tres millones de seguidores, está repleta de ellas— y Kim [Logchies, cofundadora del Moco] me lo pidió. Así que el universo decidió que era el momento”.

Una de las obras de Robbie Williams expuestas en el museo Moco de Barcelona hasta el 20 de noviembre de 2024.
Una de las obras de Robbie Williams expuestas en el museo Moco de Barcelona hasta el 20 de noviembre de 2024.Museo Moco

Sobre si fue más difícil repasar los demonios de su pasado para el documental o mirarse a sí mismo para crear sus obras de arte, Williams responde con una mueca que expresa cierto dolor. “Grabar el documental fue una experiencia traumática, porque estuve forzado a ver un coche estrellarse. No me gustó la experiencia. He disfrutado el resultado desde que salió, porque mucha gente me ha dicho cosas maravillosas y muchos se han puesto en contacto conmigo. Siento que es la primera cosa que hago de valor en mi carrera. Soy una pop star… y a las pop stars no se las toma en serio. Pero parece que con mi documental, cómo fui, lo que dije, lo que le ha hecho sentir a la gente, ha sido importante para ellos. Y desde entonces ha sido terapéutico. Eso en sí mismo ha sido curativo. Los cuadros es otra extensión de eso. Donde puedo sentir que he hecho algo importante”.

Hay Robbie Williams para rato. Además de sus conciertos —el 4 de julio actuará en el Granca Live Fest, en Gran Canaria—, tiene en marcha un hotel y una universidad del entretenimiento. Ambos proyectos, dice, “van muy, muy bien”, aunque aún no sabe si los abrirá en el Reino Unido. Y hay más: “Tengo álbumes, películas, proyectos de televisión… Tengo más entre manos que nunca”.

Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.
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