La reina Letizia inaugura junto al príncipe Carlos el mayor museo de arte español al norte de Inglaterra
La esposa de Felipe VI y el heredero británico han pasado el día en Bishop Auckland, una pequeña localidad que ha logrado mantener una docena de cuadros de Zurbarán en sus dominios
No se recuerda la visita de una reina extranjera a Bishop Auckland, un pequeño pueblo al norte de Inglaterra que vivió tiempos mejores, cuando la minería daba dinero, y ahora lucha por encontrar su lugar en el mundo. La llegada de la reina Letizia, acompañada del heredero al trono británico, Carlos de Inglaterra, ha revolucionado por unas horas la vida local. Aunque la razón de su visita hay que buscarla en otra pequeña revolución, ocurrida hace más de diez años. El grito de guerra entonces era Save The Zurbarans (Salvemos los Zurbaranes). El obispo de Durham se había jubilado, el nuevo aún no había sido nombrado y la Iglesia de Inglaterra aprovechó el interregno para sacar de tapadillo a Jacob y sus doce hijos (la magistral serie del pintor extremeño, y sevillano universal, con los padres de las doce tribus de Israel), conservada durante siglos en el castillo de Auckland, y entregarla a la casa de subastas Christie´s para proceder a su venta. “No sabían ni pronunciar el nombre del pintor y nadie había visto los cuadros porque no estaban expuestos al público. Pero el pueblo entero consideró un ultraje que la Iglesia se los quisiera llevar”, recuerda Chris Lloyd, el periodista del Northern Eco, el diario local, que obtuvo la exclusiva gracias a un aviso de un diputado de esa circunscripción.
Lloyd, años después, formaba parte del reducido grupo de periodistas que ha presenciado la llegada al castillo de la reina de España. La esperaba en la puerta Carlos de Inglaterra, y juntos han visitado el interior del edificio. Todo forma parte del Proyecto Auckland, impulsado por el banquero inversor, filántropo y multimillonario, Jonathan Ruffer. Enamorado primero del paisajismo inglés, más tarde del barroco, y entregado finalmente en cuerpo y alma al barroco español, Ruffer compró los doce zurbaranes por 18 millones de euros (la serie completa son trece cuadros: Jacob y los doce hijos. El decimotercer lienzo pertenece también a un coleccionista británico privado). Más tarde compró el castillo, y finalmente, a lo largo de una década, logró invertir más de doscientos millones en el pueblo. Creó la Spanish Gallery, con obras maravillosas de Murillo, el Greco o Berruguete. La pandemia retrasó una inauguración que finalmente ha tenido lugar este martes. Ruffer no ha podido asistir al broche final del sueño de una vida. Acababa de enfermar, unas horas antes, de covid-19. Su esposa, Jane, ha hecho los honores al príncipe de Gales y a la reina Letizia. “La reina estaba fascinada por el hecho de que Bishop-Auckland se haya convertido por sí mismo en un foco de la cultura española”, explicaba la anfitriona.
En el salón del trono esperaba a los invitados José María Cano, el componente del grupo español de pop Mecano y pintor cada vez más cotizado. Lleva casi tres décadas residiendo en Londres. Los Ruffer le han encargado los retratos de los cuatro evangelistas, y Cano ha podido mostrar a Carlos y Letizia fotografías de su trabajo. La siguiente parada era el comedor principal del castillo, donde el obispo de Durham, Richard Trevor, mandó colocar los lienzos en el siglo XVII, justo en el momento en que la sociedad inglesa debatía la naturalización e integración de la comunidad judía. El actual director de la Galería Nacional de Londres, y durante muchos años el número dos del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, esperaba a los visitantes para explicarles uno a uno el valor de los cuadros.
A pocos metros de distancia del recinto del castillo, cientos de personas se habían ido concentrando a la entrada del edificio de la Spanish Gallery. La Reina, con un vestido de tono burdeos de Carolina Herrera y un abrigo negro de vuelo, sin mascarilla —ya no se requiere en interiores en el Reino Unido—, ha descubierto junto al príncipe de Gales la placa conmemorativa que dejaba constancia de que ambos habían inaugurado oficialmente un recinto consagrado al arte español, y que Bishop Auckland quiere que sea un polo de atracción cultural en el norte de Inglaterra. La alcaldesa y las fuerzas vivas de la localidad se habían concentrado en la sala central del museo para recibir a los invitados, presenciar su firma en el libro de honor y ver a dos niños del colegio St. Wilfrid hacer entrega a Letizia de un libro conmemorativo de la visita.
Hace poco más de dos años, antes de la pandemia, la reina y Carlos de Inglaterra visitaron juntos la exposición dedicada a Sorolla en la Galería Nacional. Londres resulta para esos actos más institucional, y apenas unos pocos curiosos se concentraron en la calle para recibirles. Bishop Auckland era otra cosa. Centenares de personas aplaudieron y agasajaron a la Reina y al príncipe de Gales a su salida del museo. Previo reparto de banderitas de España y del Reino Unido, un grupo nutrido de niños se encargó de agitarlas al paso de los visitantes. La Reina partió poco antes, en su vehículo oficial. Carlos de Inglaterra se detuvo algo más, para atender a cada uno de los grupos de ciudadanos congregados. Un broche final de agradecimiento al pueblo que salvó sus zurbaranes y que, como se encargó de explicar a Letizia uno de los miembros del comité de recepción, se había convertido en la mejor muestra de “espíritu español en suelo inglés”.
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