La guerra entre Kim Kardashian y Kanye West salpica a su hija mayor
La exposición mediática de North es el ‘casus belli’ que enfrenta a la expareja de estrellas estadounidense
La gran novela de amor y desamor de Kim Kardashian y Kanye West parecía haber escrito sus últimos capítulos hace un año, cuando ambos pidieron el divorcio —en enero— y lo llevaron formalmente ante los tribunales —en febrero—. Pero ahora la escalada de tensión entre ambos está en aumento. El motivo viene por una cuestión muy concreta: North. La hija mayor de la ya expareja tiene ocho años y es el principal escollo en lo que en principio fue una cordial relación entre divorciados (en agosto ella le acompañó en el estreno musical de su disco, vestida de novia) y que ahora genera ríos de tinta.
Los dos adultos se disputan el papel de víctimas en una tensión en la que los peor parados acaban siendo sus cuatro hijos. El conflicto ha estallado a causa de su primogénita y por una cuestión tan pequeña que debería haber quedado en lo doméstico. Pero nada es privado en las vidas de un rapero ególatra y de la reina del klan Kardashian, influencer y diseñadora. Todo se precipitó cuando North hizo lo que tantos otros niños de su edad: abrirse una cuenta en TikTok. Aprobada por su madre (de hecho, lleva el nombre de las dos, KimAndNorth), la decisión de crear un perfil público en la popular red social ha sentado peor que mal a su padre.
Aunque la cuenta lleva activa desde finales de noviembre y tiene ya casi 70 vídeos cortos subidos (todos ellos con más de cinco millones de visualizaciones; algunos alcanzan los 50), ha sido uno del 1 de febrero —por ahora el último— donde la niña y su madre aparecen cantando el que ha indignado al rapero. Tres días después de publicarse, West subió una captura de pantalla de esas imágenes a su perfil de Instagram acompañada de las palabras (en mayúsculas) que no tardó en borrar: “Puesto que este es mi primer divorcio, necesitaría saber qué debo hacer acerca de la cuestión de que mi hija esté en TikTok en contra de mi voluntad”. Unas palabras que seguían la estela de lo que había dicho en una entrevista unas semanas antes: “No tengas a mi hija cantando en TikTok, o en ningún caso la tengas en TikTok, no si no estoy yo ahí para aprobarlo”.
La cuestión se ha recrudecido a causa de la aparición de Kim Kardashian en el número de marzo de Vogue, en el que ocupa la portada y donde posa junto a sus hijos en media docena de fotos en páginas interiores. En uno de los retratos, North sale sola, jugando con una pelota de baloncesto plateada, moviendo sus largas trenzas y con un collar de letras con su nombre. Según contó la propia Kim en su cuenta de Instagram, fue la pequeña la que realizó el estilismo de sus hermanos para la sesión, es decir, quien decidió qué ropa llevarían puesta para las fotos sus tres hermanos. La respuesta de Kanye fue sencilla: colgó esas fotos en su perfil de Instagram (es de las pocas que no ha borrado, algo que suele hacer con cada publicación en pocas horas) y escribió: “Dios, por favor, vuelve a unir a nuestra familia”.
North West, cuyo nombre en inglés significa Norte Oeste, fue la primera hija de la pareja. Nacida en junio de 2013, vino al mundo de forma natural, al igual que su hermano pequeño Saint (de seis años), mientras que los dos hijos pequeños del matrimonio, Chicago (de cuatro) y Psalm (de dos) fueron gestados en un vientre de alquiler. Desde que nació, North se convirtió en foco de atención mundial que sus padres no solo han permitido, sino alentado. Desde las campañas publicitarias que protagonizaba con tan solo cinco años (momento en el que también realizó su primera portada en una revista), el maquillaje que usaba, hasta sus retoques fotográficos. Todo acaparaba interés.
Acostumbrada a estar muy presente ante los medios, sus primeras apariciones públicas tuvieron que ver con la moda: con tan solo 15 meses sus padres la llevaron a un desfile de Balenciaga en París y la sentaron en primera fila. Una estampa que se repetiría en distintas semanas de la moda. En el show de Yeezy de 2015 en Nueva York, con poco más de dos años, ocupó un asiento al lado de Anna Wintour. Es habitual verla con ropa de su madre —se puso el mismo vestido que la empresaria llevó a Saturday Night Live semanas después que ella—, pero tiene un inmenso armario propio que ha enseñado en alguna ocasión, también en TikTok, con ropa y bolsos de Dior, Fendi, Balenciaga y Louis Vuitton, entre otros. Aficionada a la pintura (de hecho, su madre afirma que ha realizado cuadros que parecen de un nivel mucho más adulto), los caprichos que recibe están a la orden del día: desde usar el maquillaje de mamá hasta pintarle con sus manos un carísimo bolso de Hermès.
North se ha convertido en el arma arrojadiza perfecta entre sus padres y TikTok es la guinda perfecta para la pelea. Si para Kanye es un capricho que no va a tolerar, Kim le frena. En Instagram, en sus Stories, afirmó: “Los constantes ataques de Kanye hacia mí en entrevistas y redes sociales son más dañinos que cualquier TikTok que North pueda crear”. Asegura también: “Como la progenitora y principal proveedora y cuidadora de nuestra hija, estoy haciendo lo mejor para protegerla a la vez que le permito expresar su creatividad en el medio que desee con supervisión adulta, porque le hace feliz. El divorcio ya es suficiente para nuestros hijos y la obsesión de Kanye de intentar controlar y manipular nuestra situación de forma tan negativa y pública solo nos causa más daño a todos. Desde el principio no he querido otra cosa más que una relación de padres sana”, asegura Kardashian, que remata su texto explicando que le gustaría manejar “todos los asuntos relativos a los niños en privado”, y con una pulla. “Espero, ojalá, que finalmente le responda al tercer abogado que ha tenido en el último año para resolver estos asuntos amigablemente”.
West juega a varias bandas: a ser el adalid de la privacidad de su hija, a llamar la atención en redes sociales subiendo y borrando mensajes, y a querer volver con Kim (o pretenderlo). Sobre todo ahora que ha cortado con su efímera novia, Julia Fox, tal y como ella misma ha confirmado. Por eso, ahora los gestos de Kanye hacia Kim son constantes en sus redes. “He luchado por mi familia”, escribía el domingo, explicando que en la Super Bowl había “familias juntas” y afirmaba: “Ojalá mi esposa estuviera aquí con mis hijos, aquí sentados”. El lunes seguía colgando una imagen con Kim: “Amo a mi familia, así que parad esa narrativa de que estoy abandonándola. Tengo fe en que volvamos a estar juntos [...] Tenemos una relación pública porque somos figuras públicas para la gente y la prensa. A veces la gente me llama loco, pero estar enamorado es estar loco sobre algo y yo estoy loco por mi familia, feliz San Valentín”.
Y en San Valentín siguió con su idea fija y plantó una furgoneta llena de flores en la casa de Kardashian, en un gesto más cerca del acoso que del romanticismo. Todo, además, convenientemente cerca del 16 de febrero, cuando se estrena su documental, y del 22, cuando lanza su nuevo trabajo discográfico. La pelea pública, en la que los cuatro hijos de ambos y sobre todo su primogénita está en el epicentro del seísmo, no parece ir a frenar pronto. Las posibilidades sobre lo que puede pasar son inmensas, pero lo que parece claro es que los niños siguen siendo los más expuestos. En la Super Bowl, ante 100 millones de personas, West estaba sentado en primera fila... con North colocada a su lado siendo retratada por centenares de objetivos.
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