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Madame Claude, la proxeneta más famosa de Francia se asoma a la televisión

Netflix estrena la película biográfica sobre la mujer que conoció los secretos inconfesables de presidentes, reyes y conocidos empresarios y que muestra sus complejos más allá de su aura de poder

Fernande Grudet, 'Madame Claude', en una imagen de mayo de 1986. En vídeo, el tráiler de la película.Vídeo: MICHEL GANGNE / AFP / NETFLIX
El País

Madame Claude, la película biográfica sobre la proxeneta más famosa de Francia, ha desembarcado en televisión a través de Netflix y muestra la influencia que llegó a tener, el empoderamiento de una mujer en un mundo habitualmente dirigido por hombres, pero también todas las mentiras y complejos que envolvieron a este personaje. Sylvie Verheyde ha sido la encargada de dirigir el filme que se estrenó en la plataforma el pasado día 2 y ha querido retratar las luces y las sombras de quien fue al mismo tiempo admirada y temida, y rechazada en una Francia exultante que algunos añoran y para otros resulta tan deleznable como la madame que triunfó en ella.

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Madame Claude conocía las pasiones del género humano y dijo: “Hay dos cosas que funcionan en la vida, la comida y el sexo. Y yo nunca estuve dotada para la cocina”. Lo tuvo tan claro que se dedicó a lo segundo y su red de prostitución llegó a su apogeo en los años sesenta y principios de los setenta, con chicas de compañía de lujo de quienes se ha afirmado, sin que Claude lo desmintiera nunca, que prestaron sus servicios sexuales a John F. Kennedy, el sha de Irán o Giovanni Agnelli, el mítico empresario italiano mandamás de Fiat.

A ella no le gustaba el término proxeneta y afirmaba “vender fantasías”, y así se convirtió en una importante empresaria del sexo, un papel habitualmente reservado para hombres y que hizo que algunas mujeres llegaran a verla como un ejemplo de fémina hecha a sí misma. Así lo cuenta en Madame Figaro la directora de la película que relata que para su madre, que era una provinciana de origen modesto, “Madame Claude era una especie de modelo. Había logrado llegar a París y convertirse allí en alguien importante que se había liberado de la condición de esposa y nuera, en un momento en el que las mujeres solo tenían dos caminos: la fábrica o el matrimonio”.

Ese fue el motivo que llevó a Verheyde a investigar en el personaje de Madame Claude: la fascinación por una proxeneta que era “mitad heroína, mitad monstruo, algo que nos ha interesado en otros personajes tan fascinantes y al mismo tiempo repulsivos como el traficante Pablo Escobar o el terrorista Carlos”, explica la directora de la película. Entre sus descubrimientos está que parte del mito se construyó a base de mentiras. Madame Claude, que en realidad se llamaba Fernande Grudet, se inventó una infancia burguesa, un padre industrial, una educación refinada e incluso un pasado como combatiente en la Resistencia francesa. En realidad había nacido en Angers, una localidad de la región del Loira, donde su padre tenía un bistró y tras ser madre soltera se marchó a París adoptando el nombre de Claude, un nombre que en Francia es válido tanto para hombres como para mujeres.

Creó su negocio de prostitución de lujo a finales de la década de los años cincuenta. Una próspera empresa que gestionaba por teléfono y por la que cobraba a quienes denominaba “sus hijas” un 30% de lo recaudado por sus servicios. Durante 20 años dirigió una red de 150 chicas a las que entrenaba, vestía, educaba y utilizaba, la mayoría jóvenes aspirantes a modelos o actrices que no habían llegado a tener éxito. Pero la situación cambió en 1976 con la llegada de Valéry Giscard D’Estaing al poder en Francia y su decisión de reprimir la prostitución. Las autoridades fiscales francesas condenaron a Madame Claude a pagar 11 millones de francos de la época (casi 1,7 millones de euros), y ante la imposibilidad de pagarlos se marchó a Suiza, se casó allí para conseguir la nacionalidad y después huyó a Estados Unidos. En Los Ángeles decidió abrir una pastelería y para conseguir el permiso de residencia volvió a casarse, aunque está vez antes de conseguir la famosa green card alguien la denunció a los servicios de inmigración.

Ese fue el motivo de su regreso a Francia, donde cumplió cuatro meses de prisión y, tras probar suerte vendiendo vaqueros en París, volvió a su oficio de antaño creando una nueva red de prostitución que la policía desmanteló un año más tarde. Volvió a la cárcel y a partir de 2000 vivió sola en un pequeño apartamento en la Costa Azul hasta que murió en 2015, a los 92 años, en un hospital de Niza, tras un período de estrecheces económicas y olvidada por casi todos.

Fernande Grudet, más conocida como Madame Claude, llegando al Palacio de Justicia de París en septiembre de 1992.
Fernande Grudet, más conocida como Madame Claude, llegando al Palacio de Justicia de París en septiembre de 1992. JOEL ROBINE (AFP)

Pero la supuesta vida idílica de sus años gloriosos no lo fue tanto porque Madame Claude basó su poder en los secretos de almohada que conocía a través de las prostitutas que trabajaban para ella, y “sus hijas” no llevaban una vida tan de color de rosa como aparentaba el poderío del estilo de vida de sus clientes y la publicidad que propagaba su proxeneta.

Karole Rocher, la actriz que da vida a Madame Claude en la película, afirma en la revista francesa Madame Figaro que lo que le conmueve del personaje es “su amargura, su cinismo y su complejo de pobreza”. A pesar de que algunos han querido situar la cinta como una reivindicación de empoderamiento femenino, Rocher habla claro sobre el tiempo en que se desarrolla la historia que interpreta y sobre el personaje. “No me hubiera gustado vivir en una época en la que el aborto era un delito y había que pedir permiso al marido para comprar un vestido. Estoy feliz de vivir en mi tiempo y especialmente de tener la edad que tengo, porque encuentro que hoy les pedimos demasiado a las chicas de 20 años. Necesitan ser fuertes, triunfar, liderar al menos una lucha (feminista, ecológica…). Es mucha presión para algunas adolescentes. Crío a mis cuatro hijas diciéndoles: ‘Confía en ti misma, escucha tu corazón y sobre todo tómate tiempo’, porque nos pasamos la vida conociéndonos”. Y sobre el personaje dice: “Es interesante pero turbio. Soy una actriz que tiene la suerte de interpretar a una protagonista femenina fuerte y compleja. No le preguntas a un hombre que interpreta a un proxeneta en las películas si su posición es política, ¡así que no veo por qué debería tomar una posición cuando interpreto a un gánster con melena!”.

La verdadera Madame Claude, a pesar de morir sola y en la pobreza, consideró su vida “fuera de lo común” y nunca presumió de su influencia porque los secretos que podían haber hecho saltar la República, como afirmó Paris-Match tras su muerte en 2015, fueron realmente su mejor negocio.

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