Isabel Preysler da el relevo a Tamara Falcó entre confidencias y en pijama
La ‘reina de corazones’ y su heredera en las revistas del género hacen balance de un año repleto de éxitos y también desgracias
Tamara Falcó y “mami” –Isabel Preysler– parecen estar sufriendo un irreversible proceso que baila entre la fagocitación y la simbiosis, o lo que es lo mismo, cada día cuesta más distinguir a la una de la otra y, en paralelo, ambas se retroalimentan para seguir haciendo negocio en lo suyo: ser portada de revistas para después ser imagen de marca, para más tarde cobrar buenos dividendos por publicitarlas y para cerrar el círculo en otra nueva portada. Un proceso infinito que parece no ve su final.
No se trata de criticar el business, que los hay peores, sino de poner en contexto un fenómeno que comenzó hace ya casi 50 años cuando una joven y desconocida mujer de origen filipino, Isabel, se casó en Illescas, Toledo, con el cantante del momento, Julio Iglesias. El sacerdote que ofició la ceremonia demostró dotes de vidente cuando, haciendo un guiño a una de las canciones del artista, remató su sermón con un profético “por lo tanto la vida no sigue igual”. Isabel Preysler se convirtió en un fenómeno mediático y Tamara Falcó, la hija que tuvo en su segundo matrimonio con Carlos Falcó, marqués de Griñón, en su heredera de facto cuando ya nadie lo esperaba.
Esta semana ambas vuelven ser las protagonistas de su revista de cabecera, ¡Hola!, y ambas vuelven a despertar a partes iguales ese recelo que se siente por los que se perciben como privilegiados sin grandes méritos, melosos hasta el paroxismo y al mismo tiempo tan encantadores que terminan por caer simpáticos si uno se cruza con ellos en uno de los muchos actos a los que acuden. La madre ha enseñado a la hija a posar, vestir y recibir. Y la hija a la madre a estar menos encorsetada y continuar perfecta incluso cuando la convence para posar en bata en su cocina recién remodelada, “el nuevo corazón de la casa”, según ellas mismas confiesan.
Aunque por las imágenes pueda parecer mentira, Preysler asegura en el extenso reportaje —al que no le falta un cuidado estilismo y buenas dosis de photoshop—, que Tamara Falcó, 39 años, lo ha “pasado muy mal este año”. Perdió a su padre, Carlos Falcó, nada más empezar la pandemia en marzo; murió el marido de su hermana Xandra en septiembre de forma repentina y en octubre también falleció su tío Fernando, marqués de Cubas. Dolor y pena que la nueva reina de las revistas ha paliado refugiándose en sus creencias religiosas, en el trabajo –que ha sido muy próspero tras ganar la edición de MasterChef Celebirty en la que participó– y en su familia, donde se ha mostrado muy cómplice de Miguel, el hijo de su hermana Ana Boyer con Fernando Verdasco, quienes se acaban de convertir en padres por segunda vez con Mateo. Y, cómo olvidar, que parece haber encontrado de nuevo el amor en Iñigo Onieva, un diseñador de coches al que conoció este verano entre su grupo de amigos.
Isabel Preysler dice de Tamara que es “la alegría de la casa”, que “es muy lista y sabe desenvolverse muy bien en la vida”, y que cuando a veces discuten terminan muertas de la risa “analizando su punto de vista de las cosas”. Como no puede ser de otra manera, la madre está encantada de ver que la gente mira y habla con cariño de su hija y reconoce que a veces le ha “llamado la atención por ser indiscreta” y que le ha sorprendido “lo trabajadora que es”.
Tamara, por su parte, dedica un recuerdo a su padre, el marqués de Griñón de quien ha heredado este título nobiliario, diciendo que su “recuerdo más bonito en estas fechas junto a él son sus palabras antes de cada brindis”. Y de su madre asegura que “es un pilar fundamental” en su vida y que de ella siempre puede esperar el mejor consejo.
En enero comenzará el curso de cocina Le Cordon Bleu que ganó en MasterChef y que se prolongará durante un año y sus proyectos no paran: continuará colaborando con El Hormiguero, rentabilizando su popularidad en redes sociales como prescriptora y 2021 traerá consigo un nuevo programa de televisión, El desafío. Tamara afirma que para ella la reina de corazones seguirá siendo siempre su madre, pero está claro que el trono no quedará desierto y ya tiene una clara heredera que sabe reírse de sus propias peculiaridades.
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