Eugenia Martínez de Irujo y su éxito como pintora
La hija de la duquesa de Alba expone en Madrid por primera vez, una afición que ha desarrollado durante la pandemia
Eugenia Martínez de Irujo, la hija menor de la duquesa de Alba, es quien más se le parece de sus cinco descendientes. De carácter bohemio y fuerte personalidad ha hallado en la pintura una manera de expresarse. Como su madre, hace tiempo probó con los pinceles pero no fue hasta el confinamiento por la pandemia cuando la duquesa de Montoro se tomó más en serio su afición. El jueves inauguraba exposición en una galería de Madrid con tanto éxito que le llovieron las ventas. El dinero recaudado irá a parar a la Fundación Querer, una de las organizaciones con las que colabora la aristócrata. En una cita tan importante contó con el apoyo de su marido Narcís Rebollo, de su hija Tana Rivera, de su hermano Fernando y de los duques de Huéscar. Como invitada especial estuvo Rachel Valdés, la actual pareja de Alejandro Sanz, cotizada artista que alabó la obra de la hija de Cayetana de Alba.
La primera vez que se vio la obra de Eugenia Martínez de Irujo fue en sus redes sociales. “Intentando poner un poco de color a este oscuro momento”, contó en mayo junto a una fotografía en la que aparecía rodeada de sus obras: flores, jarrones, animales y geishas son las figuras que predominan en una colección de tonalidades alegres. En Madrid ha presentado un total de 60 cuadros.
Como le ocurría a su madre, Eugenia se inclina por todo lo que tiene que ver con ese mundo, sea el diseño, la música, la pintura, el teatro o la tauromaquia. Diseña joyas para la firma catalana Tous. Su madre también poseía talento para las artes plásticas. Cuando su hija tenía 13 años le regaló un cuadro con un arlequín vestido de azul que Eugenia guarda con especial cariño. La duquesa de Alba prefería pintar antes que ser retratada. “Es muy aburrido, horroroso. Cuando me pintó [Ignacio] Zuloaga sobre un caballo yo me movía más que él”, reconoció en 2009 durante la presentación de una exposición en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, donde también habló de su negativa a posar para Pablo Picasso como si fuera la Maja de Francisco de Goya (en sus dos versiones, la vestida y la desnuda): “Creo que me hubiera agobiado. Eran otros tiempos”. Decidió dejar a un lado el pincel tras una paralización de su mano derecha y la muerte de su segundo marido, Jesús Aguirre. Pero mantuvo su faceta de coleccionista.
La duquesa de Montoro se muestra como una mujer feliz superados los fantasmas del pasado. Lleva tres años junto a Rebollo, presidente de la discográfica Universal para España y Portugal. Cuando comenzaron su relación muchos creyeron que sería otro amor pasajero de la hija de la duquesa pero se ha convertido en una relación sólida que se afianza y convierte en un amor con mayúsculas, como no se cansa de decir la propia duquesa. Además de la vena artística que ambos comparten, les une el sentido del humor y aficiones comunes como la música, un mundo en el que se mueve feliz Eugenia como su madre lo hacía, en su época, entre bailarines y cantaores.
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