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Curro Romero y su lucha contra el cáncer

Carmen Tello, esposa del torero, cuenta que ni ha perdido el ánimo en este tiempo y que mantiene un férrea disciplina de ejercicio a los 87 años

Curro Romero, el pasado 28 de febrero, flanqueado por el presidente de la Junta de Andalucía y la presidenta del Parlamento regional.
Curro Romero, el pasado 28 de febrero, flanqueado por el presidente de la Junta de Andalucía y la presidenta del Parlamento regional.Paco Puentes
Antonio Lorca

"Curro está estupendamente; ha recibido el alta médica del cáncer de laringe que se le detectó a principios de año. Habla poco, unos días mejor, y otros peor, pero no ha perdido el ánimo. Tiene preocupación y miedo por la epidemia que estamos sufriendo, pero está muy bien”. Es Carmen Tello, la esposa de Curro Romero (Camas, Sevilla, 1933), la que cuenta la buena nueva de que el veterano torero ha superado con éxito la grave cornada que le ha tenido retirado del mundo en los últimos meses como ya publicó este periódico el pasado 2 de marzo. En diciembre, el torero fue operado de un tumor en la cuerda vocal derecha; poco después, pasadas las fiestas navideñas, en una revisión del nódulo intervenido, se le descubrió un tumor maligno en la laringe. Los médicos decidieron entonces no extirpar el mal en el quirófano al tratarse de una operación complicada y agresiva, y optaron por un largo tratamiento de 38 sesiones de radioterapia que le han producido al veterano diestro desagradables efectos secundarios de los que parece que ya está restablecido.

“El tratamiento le quemó parte del cuello, -continúa la esposa-, no podía comer, y sufrió una tos constante que le impedía dormir, pero, afortunadamente, lo peor ha pasado. Las consecuencias de la radio han desaparecido, y ya hace vida normal”. Ha padecido, además, graves dificultades para hablar, aunque el maestro no ha perdido la voz: “Después de mes y medio de forzado silencio, le ha quedado una afonía persistente, y no parece que pueda mejorar mucho más”, dice Carmen Tello..

Hace cinco años, el matrimonio vendió el chalet que poseía en el Aljarafe sevillano y se trasladó a un piso en una urbanización muy cercana a Sevilla, a poca distancia de la localidad de Camas. Curro ya no tiene jardín, pero ello no le impide hacer ejercicios diarios. “Hace flexiones y anda cada mañana 25 minutos en un circuito que se ha hecho en la casa”, prosigue Carmen Tello. “Después de comer, se echa una siesta, y por la tarde ve corridas antiguas en televisión y partidos de tenis, que le encantan”.

El tumor ha desaparecido, pero las dos cornadas sufridas por el maestro sevillano le han obligado a una larga y dolorosa convalecencia, lo que no le impidió acudir el pasado 28 de febrero, Día de Andalucía, al teatro de la Maestranza de Sevilla para recibir el nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía, que le había concedido el gobierno autonómico.En el escenario, junto al presidente de la Junta y la presidenta del Parlamento, se le vio mayor, con más canas de lo habitual y el semblante apagado. No era para menos. La procesión iba por dentro, y ya se encargó Carmen Tello de que la presencia de su marido en el acto institucional fuera breve. El homenajeado no pronunció palabra y no se quedó a la copa posterior.

-¿Y cómo está el ánimo de Curro?

-“Muy bien; preocupado por la epidemia porque es consciente de que pertenece a la población de riesgo, pero tranquilo. Bueno, un poco aprensivo sí está, como ha sido siempre. Se agobia mucho con lo que no conoce; le da miedo el coronavirus porque no sabe lo que es, como nos pasa a todos, y, por eso, cumple a rajatabla el tratamiento de los médicos”.

"A Curro le gusta estar en casa”, insiste Carmen Tello. No es extraño, además, que el veterano torero dedique una parte de su tiempo libre a ver partidos de tenis. En distintas ocasiones ha señalado que ese público –el del deporte de la raqueta– es su preferido, “porque necesito el silencio; el griterío y el jolgorio me producen dolor de cabeza”.

En ese piso cercano a Sevilla y a pocos metros de su Camas natal se recupera uno de los personajes más sobresalientes de la tauromaquia de la segunda mitad del siglo XX. En octubre se cumplirán 20 años de su retirada de los ruedos, después de una larga y fecunda trayectoria de luces, cuajada de éxitos y tardes para el olvido, que lo han convertido en una referencia histórica de la torería. Y a sus 86 años vuelve a renacer después de una dura experiencia. La vida le ha ofrecido un motivo más para que vuelva a pronunciar una frase que ha repetido a lo largo de su existencia: “Solo soy un hombre con estrella".

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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