Stella McCartney, en números rojos
La modista británica, hija del ex beatle Paul McCartney, perdió en el ejercicio de 2018 12,6 millones, frente a los beneficios de 10,3 millones del año anterior
La modista Stella McCartney entra en números rojos. La empresa de la británica, que el próximo año cumplirá 20 años de existencia, pasa por un momento delicado. En el ejercicio de 2018 ha tenido unas pérdidas de 12,6 millones de euros, frente a los beneficios de 10,3 millones de euros que había logrado el anterior. Pese a ello, el negocio repartió unos dividendos de casi 754.000 euros, de los que McCartney obtuvo la mitad. Así lo recogen las cuentas que la empresa ha depositado en el Registro Mercantil de Londres.
Según desvela el diario Daily Mail, la marca justifica esas pérdidas afirmando que 2018 ha sido “un año de transición” y que todo ese dinero se debe a “costes de reorganización”. En marzo de 2018, McCartney decidió darle un giro empresarial a la marca que comanda desde 2001. Desde sus inicios, el accionariado de la marca estaba compartido al 50% con el grupo Kering (propietario también de Gucci, Balenciaga o Saint Laurent). Pero hace dos años McCartney se quedó con la participación que el grupo tenía en la empresa y, por tanto, con el 100% de su marca. Ya en 2019, vendió un parte más pequeña de sus acciones al grupo LVMH —propietario de Louis Vuitton, Dior o Givenchy—, el único que no se ha sumado al gran pacto de sostenibilidad de la moda firmado por la mayor parte de grandes casas del sector. Se desconocen las cifras tanto de la salida de Kering como de la entrada de LVMH.
El diario británico explica que las pérdidas no han llegado solo por la salida de McCartney de Kering y por tener que recomprar la mitad de la empresa, sino también porque ha aumentado su personal y se ha hecho con nuevos sistemas informáticos para cubrir cuestiones logísticas y de gestión de la oficina de las que antes se encargaba el grupo Kering. Además, en ese ejercicio también se han cargado los costes de la nueva tienda de la firma en Old Bond Street, en el centro de Londres.
Las ventas, por otra parte, se han mantenido muy similares al del ejercicio anterior, ya que han aumentado apenas un 0,2%, pasando de 48,6 millones de euros a 48,7 millones. De 2016 a 2017 aumentaron 10 veces más, un 2%.
Aunque en sus inicios el nombre de Stella estaba asociado al de su padre, el exbeatle Paul, y también al de su madre, la fallecida fotógrafa Linda McCartney, poco a poco la diseñadora ha conseguido hacer de su negocio y su marca todo un emblema que le ha dado una identidad propia y merecida. Desde el principio, la sostenibilidad fue su puntal. El medio ambiente ha sido una constante en su marca desde su nacimiento, cuando casi ninguna de ellas se preocupaba por un asunto que hoy es fundamental para todas.
En su último desfile, celebrado en París el pasado 2 de marzo, la londinense hacía hincapié en esa preocupación. “Me gusta pensar que contribuyo con una manera diferente de pensar", explicaba McCartney a la agencia de noticias EFE. "He demostrado un modelo de negocio sano que está favoreciendo el cambio y que es aceptado. Prefiero ser positiva y pensar que puedo mostrar un ejemplo magnífico de otra forma de hacer negocios”.
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