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París deslumbra sin necesidad de sorprender

Saint Laurent, Kenzo y Dries van Noten firman las tres mejores colecciones de la primera parte de la Semana de la Moda.

Desfile de Anthony Vaccarello para Yves Saint Laurent, este martes en París.
Desfile de Anthony Vaccarello para Yves Saint Laurent, este martes en París.JULIEN DE ROSA (EFE)

La relación entre Tom Ford e Yves Saint Laurent no acabó muy bien. Pero dio buenos frutos. El creador texano fue contratado por el hoy llamado grupo Kering (entonces grupo Gucci) en 1999 para hacerse cargo de la dirección creativa de la mítica casa francesa que fundaron Saint Laurent y Pierre Bergé en 1962. Duró cinco años. Y, por mucho que le pesara al fundador, lo cierto es que Ford tradujo al entonces nuevo siglo la gran obsesión de Yves: el arquetipo estético de la burguesía francesa corrompido por la sexualidad libre de la juventud.

El martes por la noche, Anthony Vaccarello, quizá buceando en el archivo de Ford, redundó en ese mensaje. Y con éxito. Su colección de chaquetas sastre, blusas anudadas y faldas, pantalones y botas de látex fue la mejor de la jornada. Más, si cabe, teniendo en cuenta que el público que se acercó a la explanada de Trocadéro, lugar donde siempre se celebra su show, esperaba ver una colección con el negro, el tuxedo y los vestidos ajustados como notas predominantes, las tres señas de identidad del creador belga desde que entrara a formar parte de Saint Laurent en 2016. Muy al contrario, el diseñador demostró que es capaz de llevar la filosofía de Yves al año 2020, jugando con estereotipos (el erotismo y la austeridad) de forma novedosa y visualmente perfecta.

Una modelo con una creación de Felipe Oliveira Baptista para Kenzo.
Una modelo con una creación de Felipe Oliveira Baptista para Kenzo.PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS)

La evolución positiva también ha llegado a Kenzo. Tras la salida de Carol Kim y Umberto Leon de la dirección creativa, la casa del tigre hoy presentaba el debut de Felipe Oliveira Baptista como nuevo diseñador al mando. El portugués, que antes elevó Lacoste a marca de vanguardia, ha refinado los códigos urbanos del anterior Kenzo con una colección mixta en la que los abrigos, las capas y las prendas de punto superpuestas daban lugar al encuentro perfecto entre la funcionalidad de las prendas deportivas y el rigor de la (buena) sastrería. Kenzo, la marca que volvió al panorama hace casi una década gracias a la logomanía y las sudaderas, cambia de tercio y se sofistica. Como casi todas: si las pasarelas siguen siendo prescriptoras de las tendencias masivas (un tema que es hoy objeto de debate), estas llevan dos temporadas anunciando que el streetwear de lujo ha muerto y ha dado paso, de nuevo, al minimalism, el buen corte y la nostalgia.

El carrusel de propuestas que presentó Dries Van Noten en París.
El carrusel de propuestas que presentó Dries Van Noten en París.PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS)

Aunque siempre hay versos libres que trascienden estas tendencias y triunfan con una identidad propia. En este sentido, Dries van Noten es la gran excepción. Pocos pueden decir que siempre seducen a la audiencia sin dejarse seducir por los vaivenes del sector. Esta vez no ha tirado del efectismo que supuso la colaboración con Christian Lacroix del pasado septiembre. Pero el belga ha hecho lo que mejor sabe hacer: demostrar que es el gran maestro de las texturas y los estampados, de la mezcla y las superposiciones, con una colección que revisa, a la manera del diseñador, los años veinte y cuarenta pasados por la pátina del grunge, esa estudiada dejadez que, bien tratada, puede convertirse en la quintaesencia de la elegancia moderna. Como ha sido el caso. Dries van Noten siempre ha dicho que el desfile era su escaparate, un ritual necesario en su trabajo, dado que su presupuesto no le permitía hacer grandes estrategias publicitarias. Hoy la firma pertenece al grupo Puig y, sin embargo, el creador sigue apostando por la intimidad (un mediano espacio industrial en La Bastilla) y la pasarela desnuda, sin decoraciones artificiosas. En época de superproducciones y golpes de efecto constantes, reconforta que las prendas todavía puedan hablar por si solas.

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