'Hit parade': los 20 mejores disfraces de comida
Qué puede llevar a una persona a disfrazarse de trozo de pizza, de caja de leche o de nacho gigante es un asunto que está por estudiar. Pero nos guste o no, es un hecho relativamente habitual en toda festividad que implique salir hecho unos zarrios a la calle. Una de ellas, el carnaval, está a la vuelta de la esquina, y como siempre El Comidista está dispuesto a echar una mano a quien quiera divertirse perdiendo la dignidad.
Ésta es una selección de propuestas centradas en el mundo de la alimentación, que siempre da mucho juego a la hora de hacer unas risas (o el ridículo, dependiendo de cómo se mire). Van de lo erotizante a lo estomagante pasando por lo delirante, pero la gracia es que son relativamente fáciles de llevar a la práctica con un poco de maña. Además, hay para toda la familia: padres, hijos, bebés, perros, tortugas...
Hay tres cosas que cambian para siempre la percepción que una persona tiene de las langostas. La primera, leer el ensayo de David Foster Wallace Hablemos de langostas; la segunda, ver el episodio de Tenacitas de Los Simpsons y la tercera ver a un bebé disfrazado como una de ellas. Con esos ojitos (los cuatro), ¿quién piensa en meterle en una caldereta? Ideal para: bebés. En adultos queda un poco raro.
19. Perro sushi con dueño soja
El arte de integrar a tu mascota en un disfraz conjunto alcanza el culmen en esta escena de restaurante japonés. Eso sí, necesitas un chucho tranquilo y resignado ante cualquier clase de humillación. Si no tienes mascota, también lo puedes hacer con tu hijo. Ideal para: encantadores de perros.
La maravillosa idea de disfrazar a su hijo de pavo asado sólo se le pudo ocurrir a la gran Tori Spelling, a la que recordaréis por su belleza y por su gran talento de actriz en Beverly Hills, 90210. ¿A que está para comérselo? Ideal para: padres que no deberían haber sido autorizados a tener descendencia.
Los perros vestidos de persona dan una mezcla de cosica y pena, pero cuando se les disfraza de otra cosa –por ejemplo, de bocadillo de salchicha– la cosa se pone mucho más divertida. Este modelo es recomendable para canes tipo teckel: si lo haces con un bulldog es posible que parezca más bien un bocadillo de albóndigas. Ideal para: perros. En personas queda un poco raro.
¿Hay algo más bonito que disfrazar de lo mismo a tres hermanitos? Eso suponiendo que esto sea un disfraz, y no un traje para una boda... Ideal para: niños veganos.
15. Bol de ramen con pezoneras de surimi
Vale, no es un disfraz real, pero no dejemos que los árboles no nos dejen ver el bosque. Esos fideos a modo de pelucha espeluchada, el narutomaki de pezonera, los palillos que parecen la pinza que apreta el cordón umbilical de un bebé… Lo tiene todo para enamorarnos. Ideal para: darle salida a un barreño viejuno con el que no sabes qué hacer (a modo de bol).
Tu tortuga también tiene derecho a disfrazarse para carnaval. ¿No ves que si no se sentirá desplazada y sufrirá una depresión que le quitará el apetito por la lechuga? Así que hala, ya estás cogiendo las agujas y la lana y empezando a tejerle un trajecito de pollo asado. Ideal para: personas que no tengan cerca a miembros de protectoras de animales.
¿Se puede convertir una lata de Coca Cola o un cupcake en algo sexy? ¿Putificar un paquete de M&M´s? ¿Convertir el ketchup Heinz en una gogó poligonera? La respuesta es sí, y en este catálogo online podéis encontrar una buena (y muy sonrojante) muestra de ello. Ideal para: cualquier mujer –y también algunos hombres– que haya pensado en presentarse a Jersey, Geordie o Gandía Shore (estos últimos lo tienen chungo desde que han cambiado MTV España por un canal de Teletienda).
Ejemplo perfecto de disfraz que pretende ser una cosa y acaba siendo otra mucho más divertida. Querer convertirte en vaina de vainilla ya es algo de por sí bastante raro, pero si todo el mundo piensa que eres un platano renegrido, cuando no un excremento gigante, no parece tan mala idea. Ideal para: coprófilos.
Si te va lo picante, este disfraz de bote de sriracha –que puedes hacerte en casa con unos trozos de fieltro y un poco de pintura blanca– te irá que ni pintado. Si además de gustarte el picante te gusta ser una chica picante, aquí tienes (era de esperar) la versión pilingui. Ideal para: ir a cenar a un restaurante asiático, ponerte toña y acabar bailando Gagnam Style encima de la mesa (que no tiene nada que ver con la sriracha, pero siempre hace gracia).
Chihuahua-taco, taco-chihuahua: todo encaja. Para acabar de completar la escena chistosocostumbrista, se agradece que el perrete vaya acompañado de una pareja vestida de salsas Tapatío y Cholula. Ideal para: que la gente se ría de tu chihuahua. Ah, calla, que eso pasa todo el rato...
Lana, pompones, una vieja pantalla de lámpara y una sonrisa es todo lo que hace falta para hacerse con uno de esos disfraces con los que da igual que te pongas como las Grecas, Courtney Love y los Guns´n´Roses juntos: cuando vuelvas de fiesta tendrás exactamente el mismo aspecto que cuando saliste. Como mucho habrás perdido alguna albondiguilla por el camino. Ideal para: gente sin prejuicios y con predisposición a la toña.
No son exactamente disfraces, pero nadie se los pondría salvo que fuera participante en el Carnaval, bloguera de moda o paciente de la López Ibor. Se trata de los trapos de la colección Food Fight,de una de las diseñadoras más mamarrachísticas de todos los tiempos, Jeremy Scott. Ideal para: personas que llevan un Pelayo Díaz dentro pero no se atreven a liberarlo.
La familia colesterol y grasas saturadas os saluda: el padre disfrazado de Burguer King tróspido, la madre como una versión de Ronald McDonald más terrorífica que el payaso de It, los niños en el papel del Coronel Sanders, el logo de Wendy´s y un bebé convertido en un envase de Taco Bell. Si les ve Jamie Oliver, les quita la custodia. Ideal para: ortoréxicos, crudívoros y coulrofóbicos.
Toda persona que se viste de plátano suele esconder una necesidad de pene, tal como dijo Freud en su obra Psicología de los atuendos del Carnaval de Tenerife. Hay disfraces que no la esconden, como éste de banana rijosa. Ideal para: sátiros.
Es difícil decidir si lo más fascinante de este disfraz es el bracito de T-Rex que le asoma a la madre por los lados del horno o el aspecto de col lombarda de los supuestos panecillos que lleva la futura madre pegados al bombo. Cualquier chiste fácil del estilo “le metieron un bollo en el horno”, “eso sí que es una masa madre” o “este niño vendrá con un pan debajo del brazo” será bienvenido. Ideal para: ¿embarazadas?
Nuestro premio a la creatividad va para esta réplica de las maquinitas de bola. No se sabe si la niña de la foto murió por falta de oxígeno, pero como idea, mola. Ideal para: lunáticos.
O algo así, porque el concepto de este disfraz no se entiende muy bien. Seguramente ha sido diseñado por algún fumador que, confundido por los efectos del THC, no supo muy bien por dónde tirar. Ideal para: ir a pillar retirar a tu club de cannabis con la esperanza de que te regalen algo por graciosillo.
Dentro del apartado "disfraces que rozan el maltrato infantil", destacamos éste de pollito en cuyo vientre anida una cría de alien. Una idea brillante fácil de recrear en casa, con la que dejarás traumatizado a tu bebé por el resto de sus días. Ideal para: amantes de la ciencia-ficción con tendencias psicópatas.
No se parece en nada a lo que pretende imitar -un cono de helado coronado por una cereza-, pero por el esfuerzo de imaginación y la elegancia que destila es nuestro número uno. Ideal para: las jinchas del barrio.
Documentación: Mònica Escudero.
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