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Malos propósitos que te harán feliz en septiembre

Persona inconsciente olvidándose de que el verano se acaba. / GETTY IMAGES
Persona inconsciente olvidándose de que el verano se acaba. / GETTY IMAGES
Mikel López Iturriaga

¿Quién decidió que septiembre era un mes adecuado para los buenos propósitos? Porque me gustaría dedicarle unas palabritas.

¿Está usted seguro de que un tour de force por los caminos de la virtud sea la mejor idea para un mes más agotador que una subida en patines al Kilimanjaro? ¿De verdad? Porque yo no. En septiembre estamos de megabajona porque se acaba la playa o el campo, volvemos al trabajo, encaramos un nuevo curso y todas las licencias que nos hemos concedido en la Estación del Descerebre llegan a su fin. Y entonces, por si no tuviéramos suficiente con el espanto de volver a la rutina, “la sociedad” -es decir, los medios de comunicación, llenos de personas con la cabeza igual de hueca que nosotros tras el estío a las que no se les ocurre nada mejor que publicar- nos exhorta a comportarnos “bien”: a depurarnos, a comer sano, a adelgazar, a hacer ejercicio y a dejar el bebercio, la droja, los hombres, las mujeres y viceversa. Es decir, a un montón de cosas que suenan aburridísimas y que nos hunden aún más en el pozo de la desesperación.

Dejándome llevar por la corriente, yo mismo he participado en estas infames prácticas buenistas. Lo reconozco. Pero mi receta para el septiembre de este año es justo la contraria: en vez de restringir el placer, aumentarlo para pasar el trago. Por ello, es un honor para mí presentaros mi lista de malos propósitos para el mes, que ya tendremos más fuerza para enderezar nuestras vidas más adelante (si es que no encontramos nuevas excusas para no hacerlo).

Pasa de las detox

Las dietas depurativas son una de las mamarrachadas habituales de las revistas para este mes. Consisten básicamente en empezar a vivir de lechuga, zanahoria rallada, pavo a la plancha con medio miligramo de aceite e infusiones de hierbajos después de haberte puesto como un zeppelín a dulces, gin-tonics y bocatas de chorizo y panceta de tu pueblo durante el verano. No tienen fundamento alguno, porque el cuerpo ni se intoxica con la (buena) comida ni se desintoxica ayunando o bebiendo 20 litros de agua al día: sólo alimentan la fantasía de que nos estamos “limpiando por dentro” como si fuéramos un retrete al que echamos Pato WC. Come normal y sensato y déjate de rollos.

Pospón la batalla de la lorza

¿Qué sentido tiene ponerse a plan cuando ya no tienes que exhibirte en traje de baño? Tus dobles curvas peligrosas trabajadas a golpe de pastel pueden pasar perfectamente inadvertidas bajo los jersecitos que toca ponerse en esta época, por lo que resulta estúpido obsesionarse con eliminarlas a base de regímenes y ejercicios compulsivos. Además, piensa que las navidades están a la vuelta de la esquina, y que todo lo que consigas con una eventual alimentación restrictiva se vendrá abajo cual croquembouche de Masterchef con los excesos propios de aquellas cristianas celebraciones. Lo dice el refrán: no hagas en septiembre lo que puedas dejar para enero.

Prueba alguna dieta trastornada

En el caso de que sientas una necesidad irrefrenable de hacer dieta, elige la más loca, absurda e irracional que encuentres. La del apionabo crudo, la de la sopa de col fermentada, la de la manzana roja de Kentucky o la de comer sólo carne cocinada a 58,63 grados. Comprueba siempre que alguna famosucha o artista venida a menos tipo Kim Kardashian o Christina Aguilera la haya abrazado: es la señal que identifica a estos regímenes como inútiles y dañinos. ¿Que te preocupa tu salud? No pasa nada: si en tu cabeza hay algo más que las neuronas necesarias para ver Divinity, la abandonarás a los tres días al ver que no sólo es repugnante, sino que no surte ningún efecto. Y se te quitarán las ganas de hacer tonterías con la comida durante una buena temporada.

Aprovecha el entretiempo

Septiembre puede ser un gran mes, plantéatelo así. Hablo en términos térmico-gastronómicos, claro. Todavía quedan días de calor en los que disfrutar de esos maravillosos placeres que son los helados, los polos, los granizados o, por qué no, las cañas bien frías. Pero también habrá otros en el que el fresquillo que te permitirá entregarte en cuerpo y alma a lo que de verdad te gusta: los cocidacos y los guisotes. Zambúllete sin complejos en unas pochas, unas patatas a la riojana, unas lentejas con espinacas o un estofado de carne con mostaza y brandy: por mucho que los talibanes de la línea abjuren de ellos, son platos sanos (siempre que se coman con moderación) y baratos (punto muy importante en un mes en el que solemos andar tiesos cual mojama milenaria).

Celebra la estación

El final del verano llegó y tú partirás, pero ahí seguirán maravillosos productos en temporada como el melón, la sandía, el tomate o los pimientos. Con ellos podrás preparar fáciles a la par que fastuosos platos como la ensalada de melón, queso y almendras, la de sandía, feta y cebolla roja, los huevos con ajvar serbio o la increíble ensalada de tomate y pan. Por si fuera poco, en septiembre empiezan a aparecer delicias que merecen ser acogidas con la boca bien abierta, como los higos, las uvas o la calabaza: unas minipizzas de higos al vino con roquefort, un pollo asado con uvas o un risotto de calabaza pueden servir para darles la bienvenida.

Bebe con elegancia

Si me preguntan negaré haberlo escrito, pero soy de los que piensan que vale más invertir en una bodega de calidad que en un gimnasio al que nunca vas. Las vacaciones se han acabado, y con ellas los chuscos combinados fiesteros tipo mojito cutrongo con medio kilo de azúcar, kalimotxo de vinacho de tetrabrik o gin-tonic de garrafón a 15 euros de chiringo playero. Así que es tiempo de darse a la bebida con algo más de sentido común, probando nuevos vinos que se salgan de la obviedad Rioja/Ribera del Duero, introduciéndose en el maremágnum de cervezas artesanas o iniciándose en el no tan difícil arte del cóctel. Mis apuestas en este último terreno son el cóctel de horchata, el pisco sour y la sangría de cerveza.

No te estreses: que otros lo hagan por ti

Empezar el curso llenando la nevera con verdura y fruta de temporada y preparándote tuppers sanos y baratos para ir al trabajo puede ser un objetivo inalcanzable para un vago redomado hundido en la miseria posvacacional como tú. Acéptate a ti mismo y ponte como una vacaburra en el bar de menú de la esquina de abajo de tu oficina, ése que fríe las patatas en el mismo aceite desde 1997. ¿Para qué vas a dedicar 20 minutos a tu alimentación si el dueño de dicho bar ya se acerca a La Sirena por ti? Guarda tus energías para pensar a qué bares vas a ir el fin de semana (nota: este último mal propósito sólo vale durante la primera semana de septiembre, porque si lo mantienes más morirás en noviembre).

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Sobre la firma

Mikel López Iturriaga
Director de El Comidista, web gastronómica en la que publica artículos, recetas y vídeos desde 2010. Ha trabajado como periodista en EL PAÍS, Ya.com o ADN y colaborado en programas de radio como 'Hoy por hoy' (Cadena Ser), 'Las tardes de RNE' y 'Gente despierta'. En televisión presentó programas como El Comidista TV (laSexta) o Banana split (La 2).
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