Comida enferma en el hospital
"El horror tiene cara, y uno debe familiarizarse con él", decía el Coronel Kurtz en Apocalypse Now. El personaje de Marlon Brando no se refería a la comida de los hospitales públicos españoles, pero si después de Vietnam hubiera tenido que tragar lo que se echa a los enfermos en algunos de ellos, seguramente habría repetido las mismas palabras.
Los manjares servidos en los centros sanitarios nunca fueron dignos de elBulli, y no precisamente por la ausencia de espumas y obulatos. Sopas aguachadas de fideos, tortillas francesas momificadas, verduras con sabor a vacío existencial, filetes de cuero repujado, macedonias de bote marca ACME o postres 100% libres de ingredientes naturales son algunos de los emblemas de nuestra gastronomía hospitalaria tradicional. Ahora bien, con los brutales recortes que está viviendo el sector público a causa de la crisis, parece que vamos a lograr lo que parecía imposible: que los enfermos coman aún peor.
El Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), cuyo servicio de comidas acaba de ser privatizado, se ha situado en la vanguardia de este proceso de transformación. La foto de una supuesta cena servida el domingo en el centro, en la que se ve una especie de vómito verdoso cuajado y guarnecido con unas zanahorias birriosas, recorrió ayer como un vendaval las redes sociales. Para verificar si se trataba de uno de los platos de su menú, me puse en contacto con la concesionaria del servicio, la empresa Meditérránea de Cátering. Me dijeron que no sabían nada de la foto ni de la ola de indignación que estaba desatando, y que me llamarían para confirmarla o desmentirla. Todavía espero su respuesta.
Lo que sí he podido contrastar es que el aterrizaje de esta compañía en el hospital público navarro ha sido movidito. La prensa local habla de un "alarmante deterioro" en la alimentación de los pacientes desde que se produjo la "externalización". A finales de enero, los enfermos y sus parientes denunciaron que a las habitaciones llegaban panes chamuscados, tortillas quemadas o ensaladas cocidas, en un delirante carrusel de despropósitos que incluyó cafés con leche para los niños, yogures azucarados para los diabéticos, bacalao salado para hipertensos y lentejas con chorizo para personas con el colesterol alto.
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