Las últimas noches de la angula: así vive el sector la incertidumbre de un manjar único

La madrugada del 4 de marzo finaliza el periodo de pesca de este alevín en el Cantábrico, un pescado cada vez más escaso, que se recoge de noche cuando intenta alcanzar el río desde el mar

Angulas capturadas durante la noche en la playa de San Antolín, en Asturias.Sara Castaño

Con 13 años se calzó por primera vez unas botas de agua altas para recoger angulas con su padre. “Yo era el mayor de siete hermanos y tenía que ayudar, porque era parte del sustento”. Lo recuerda ahora con 64 años José Manuel Gutiérrez, secretario de la Cofradía de Pescadores Virgen de Guía de Ribadesella, en Asturias. “He dedicado toda la vida a esto, a la angula. Siempre de noche y siguiendo las mareas. Me quedan siete noches de pesca”. No es una frase hecha, sino algo que sucederá de manera inminente. Se jubilará el próximo mes de mayo y a la temporada de la angula le queda una oscurada (noche cerrada), esto son, siete días de pesca, coincidiendo con el periodo del cuarto menguante, con la luna nueva en medio, al cuarto creciente: del 25 de febrero a la madrugada del 4 de marzo.

Ahí se acabará el periodo oficial marcado por las autoridades en el mar Cantábrico, que determina 30 días de pesca en toda la campaña, que comienza el 1 de noviembre y se extenderá hasta los primeros días de marzo. “Lo que no sabemos es si aquí acabará todo porque la intención, por lo que cuentan, es prohibir la pesca de la angula. Cada vez tenemos más restricciones. Y como la prohíban, la Cofradía de Ribadesella será la primera del Cantábrico que tendrá que cerrar, porque la mitad de lo que sacamos viene de la angula. Se podían llegar a pescar mil kilos en un día, y ahora no llegará a 400 kilos en toda la temporada. El mes de noviembre fue malo, se pescaron 40 kilos”, añade Gutiérrez. Detalla que la operación de venta en la Cofradía, como establecimiento autorizado para este tipo de transacciones, se queda un 8%: el 3% del comprador y el 5% del pescador.

La anguila europea (Anguilla anguilla), la madre de la angula, es una especie migratoria catádroma, según recoge un informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, con un complejo ciclo biológico, donde aún se desconoce en su totalidad el grado en que intervienen los distintos factores que amenazan su población (presas y obstáculos a la migración, pesca, cambio climático y de las corrientes oceánicas, contaminantes, infecciones virales y parásitos...). La especie se reproduce en el Mar de los Sargazos, desde donde la larva leptocéfala es arrastrada por las corrientes oceánicas hacia las costas de Europa y norte de África, donde se transforman en angula, fase en la que se la puede encontrar en rías, estuarios y desembocaduras de los ríos. Desde aquí, la angula sube aguas arriba, pasando en los ríos la mayor parte de su vida adulta hasta alcanzar la fase de anguila plateada, que es cuando alcanza la madurez y debe migrar de nuevo hacia el mar de los Sargazos para reproducirse y morir.

Según dictámenes científicos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), la población se encuentra fuera de los límites biológicos de seguridad, sufriendo un intenso declive desde finales de los años 70. Por ello, el citado organismo recomendó la elaboración de un plan de recuperación para toda la población de anguila europea con carácter urgente y que la explotación y demás actividades humanas que inciden en la pesca o en las poblaciones se redujeran lo máximo posible. De este modo, en el ámbito de la Unión Europea se aprobó la obligatoriedad de elaborar planes de gestión por parte de los Estados miembros donde existan hábitats naturales de anguila. Su objetivo es reducir la mortalidad para conseguir a largo plazo la fuga hacia el mar de al menos el 40% de la biomasa de anguilas europeas.

Guillén Guardiola pesca con el cedazo en la orilla del río, en la playa de Colunga, Asturias. Sara Castaño

El enemigo número uno

El cambio climático también influye. “Es el enemigo número uno. Si hubiera nortadas [viento norte fresco] y borrascas como hace años entraría mucha más angula”, reconoce Gutiérrez. “Ya no hay inviernos extremos. Este invierno estamos teniendo muchos días de viento del Sur, y estas no son las condiciones idóneas para la angula”, explica Guillén Guardiola, gijonés de 48 años, que pesca desde que tenía 10. “Me llevó mi padre a la playa de La Espasa y desde entonces he faltado pocas temporadas. Tiene muchos aspectos atractivos, ya que nunca se va a un sitio fijo, en una noche te vas moviendo por diferentes playas, y tienes que ir interpretando las condiciones de la noche. Es un buen sustento y una buena actividad física, aunque ya no es lo que era”, advierte este profesional, que reconoce haber tenido días de pescar hasta un kilo de angulas. “Pero de esto hará unos 15 años. Ahora en una buena noche puedes hacer medio kilo. Esa es una buena cifra”. Asegura que el precio que se paga ahora por un kilo ronda los 500 euros. En enero, apunta el portavoz de la Cofradía de Ribadesella, se pagó de media unos 600 euros.

La pesca de la angula se realiza con el arte denominado cedazo, el cual tiene que tener un tamaño máximo autorizado de 1,2 metros cuadrados. Solamente se permite el uso de un cedazo por pescador y estos deben guardar una distancia mínima de 10 metros entre ellos. “Eso es fundamental. Respetar las distancias. Es una actividad que tiene su encanto, porque tenemos que estar pendientes de cuando ellas, que buscan subir por el río, se concentran durante las dos o tres horas antes de la pleamar”, apunta Guardiola, que lamenta el futuro incierto que viven los que se dedican a esta actividad. “Hay muchas familias que viven de ello”, explica.

En los restaurantes también se vive momentos de inquietud por el tema. “No sabemos si vamos a tenerlas el próximo año, a pesar de que cada vez tenemos más demanda”, explica José Manuel Viejo, del restaurante La Huertona, en Ribadesella, que consume alrededor de 130 kilos por temporada de este manjar y quien asegura que las primeras de la campaña, por las que llegó a pagar 1.300 euros el kilo, son las más cotizadas. “Las de ahora son más pequeñas, y las que entran en la playa son las mejores”, explica este cocinero, que recomienda comerlas con tenedor de madera, prepararlas con ajo, guindilla y un poco de aceite, y servirlas tibias.

El fantasma de la duda

Otro asturiano de los que más género gasta de este alevín es Abel Álvarez, del restaurante Güeyu Mar, en Playa de Vega. Reconoce que hay demanda, mucha menos angula que hace unos años, y pide que se despeje el fantasma de la duda. “No es una práctica ilegal y los que trabajamos con ella no debemos sentirnos mal por usarla. No se puede pasar la responsabilidad al que lo compra”, asegura Álvarez, que pone como ejemplo el caso de la merluza y el besugo en los años noventa, “cuando se hizo una buena regulación de los caladeros, lo mismo que pasó con la anchoa, y creció la población”. Para este parrillero, que no las prepara a la brasa —”esa genialidad solo puede hacerla Etxebarri”— la angula es un manjar —cobra la ración de 100 gramos a 130 euros— con una textura inigualable y con un sabor a río único.

Quien se prepara para la traca final es Gonzalo Gutiérrez, del restaurante El Pescador, en San Juan de la Arena, localidad, junto a Soto del Barco, en las que se celebra del 28 al 2 de marzo el Festival Gastronómico de la Angula. “Por mi casa pueden pasar más de 300 personas para disfrutar de un menú por 120 euros, o de una cazuela, por 90 euros. Esperamos tener bastantes angulas de la última recogida porque este año ha habido pocas por las condiciones climáticas”.

Sobre el futuro de la pesca de esta joya, la Consejería de Medio Rural y Política Agraria del Principado de Asturias asegura que no tiene nada que decir, ya que la angula es una especie cuya posibilidad de pesca depende, como todas las de interés pesquero, de la decisión en diciembre de cada año en lo que llamamos TAC (Totales Admisibles de Capturas) y cuotas.

Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, señalan que son conscientes del estado preocupante de la especie, según apuntan los dictámenes científicos. Pero defienden, explican desde el citado organismo a EL PAÍS, que no se puede achacar toda la responsabilidad a la pesca, dado que esta especie tiene un complicado ciclo biológico, donde influyen otros muchos factores de mortalidad antropogénica: grandes presas que obstaculizan la migración, depredadores naturales, enfermedades parasitarias, contaminación de las aguas o el cambio climático.

Captura en la playa de San Antolín, Asturias. Sara Castaño

Y apuntan que, dado que la especie se considera un único stock poblacional, desde el Mediterráneo hasta el Báltico, las medidas a adoptar para la mejora de su estado no pueden ser unilaterales, sino que deben estar coordinadas para que sean efectivas, como se realiza en el marco de la política pesquera común de la Unión Europea, o en el ámbito del Mediterráneo mediante las medidas de la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM), donde se ha adoptado un plan plurianual de gestión para la anguila europea.

También afirman que “dada la importancia socioeconómica para algunas comunidades locales, este ministerio considera que las medidas que se establezcan para mejorar la situación de la anguila deben ser proporcionadas y equilibradas, y además no deben sólo adoptarse en el ámbito pesquero, sino también para recuperar y mejorar sus hábitats, implicando, por tanto, a las autoridades locales, autonómicas y estatales competentes en un enfoque holístico”. Avanza que para próximas campañas es previsible que los informes científicos no indiquen una recuperación de la especie a corto plazo, por lo que las actuales medidas en materia pesquera, ya muy restrictivas y que permiten un mínimo de rentabilidad socioeconómica para el sector, se podrían mantener, o, por el contrario, la Comisión Europea podría realizar otras propuestas de cara a los próximos reglamentos de posibilidades de pesca, tanto para el Atlántico como para el Mediterráneo, que se adoptan en el último Consejo de Ministros de Agricultura y Pesca de diciembre cada año. Por tanto, descartan anticipar posibles modificaciones de las medidas actuales que se puedan proponer de cara a próximas campañas.

Guardiola recoge las angulas capturadas en la playa de Colunga, Asturias. Sara Castaño


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