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La paradoja de la herencia en la semana de la moda de París: por qué el fantasma del pasado es a veces un peso y otras una liberación

De la libre y fantasiosa reinterpretación de Harris Reed en Nina Ricci al homenaje a Paco Rabanne de Julien Dosenna, los directores creativos de casas centenarias buscan, de formas desiguales, cómo actualizar el legado de forma atrayente y comercial

semana moda parís
Tres modelos posan segundos antes de salir a desfilar para la firma Nina Ricci, en París, el 3 de marzo de 2023.David M. Benett (Dave Benett/Getty Images)

Una modelo recorre la pasarela con un increíble vestido blanco que simula una sábana de seda enrollada sobre el cuerpo. Esta es una de las decenas de metáforas que el director creativo de Loewe, Jonathan Anderson, ha utilizado para reflexionar sobre el después, un concepto muy ajeno a la moda, que basa todo su discurso en el ahora. “Es, de algún modo, una continuación del desfile de hombre que presentamos hace unas semanas, y de la colección anterior. Aquí los píxeles que estampamos sobre las prendas se difuminan por el paso del tiempo”, explicaba el diseñador tras el desfile del pasado viernes, aludiendo a las piezas sobre las que se estampaban, a modo de trampantojo, fotocopias de prendas difuminadas, una idea que comenzó a explorar Martin Margiela, el gran inspirador de la moda del presente, en los años noventa, y que en Loewe no sirve para hablar de lo metarreferencial sino sobre lo temporal, el desgaste, el uso, ese momento en que una prenda comienza a entenderse y a explicarse por la mujer que la lleva y no por la marca que la diseña.

La propuesta de Anderson se concreta en abrigos de cuero finísimo que podrían funcionar como vestidos, jerséis largos de punto que podrían funcionar como abrigos, zuecos, botines planos, bailarinas con lazo y, en definitiva, ideas mucho más minimalistas (o, como las llama el diseñador, “reduccionistas”) a las que la enseña nos tiene acostumbrados. Anderson ha dejado de lado su exploración de los límites entre las prendas y los objetos para centrarse en el tejido, en la textura “y en cómo se relacionan con el cuerpo y es el cuerpo el que les da sentido”, comenta. Ya no hay labios saliendo del escote o flores de anturio recorriendo el torso, hay diseños que parecen sencillos pero esconden una confección complejísima, prendas de exterior que parecen caer libremente sobre la silueta, vestidos que parecen a medio drapear o conjuntos de dos piezas donde el cuero es tan ductil que parece algodón. También bolsos extra grandes y moldeables, pensados a partir de la arquitectura pero también de la comodidad y el pragmatismo extremos. Anderson demuestra así que no es solo un genio del efectismo visual y los juegos conceptuales, también es muy capaz de adaptarse a los tiempos que corren, donde la practicidad y las prendas básicas parecen tomar protagonismo, sin perder peso en su discurso. En Loewe no había mantas enrolladas al cuerpo, pero sí sutiles piezas de cuero y seda, casi rectangulares, drapeándose como si no fuera la máquina sino el propio cuerpo, el que les diera forma.

Un momento del desfile de Loewe, comandada por el diseñador Jonathan Anderson, en París, el 3 de marzo de 2023.
Un momento del desfile de Loewe, comandada por el diseñador Jonathan Anderson, en París, el 3 de marzo de 2023.TERESA SUAREZ (EFE)

Si Anderson hablaba del después, buena parte de los desfiles de estas dos últimas jornadas en París han girado en torno al antes: ¿es el legado un privilegio o una losa? ¿Qué se hace cuando se diseña el presente dentro de una marca centenaria? El jueves, Julien Dossena dio una respuesta brillante a esa pregunta en Paco Rabanne, firma en la que lleva una década como director creativo. A los invitados les esperaba una nota firmada por él mismo en la que rendía homenaje al fundador de la casa, fallecido hace apenas un mes, “por su sinceridad, y ese manifiesto de estilo que definió una nueva modernidad”. El desfile, presentado en el museo de arte moderno, finalizaba con varios vestidos de archivo que monsieur Rabanne diseñó entre los años setenta y los noventa, pero lo interesante de la colección estaba en el modo en que Dossena reinterpreta esa herencia: si Rabanne realizaba vestidos tan visualmente radicales como escasamente prácticos en lo cotidiano, Dossena mezcla la malla metálica con cuero y punto, convierte el tejido de lana en falsa piel y mezcla el lúrex con algodón, innovando, como su predecesor en los materiales, manteniendo la vocación escultórica de las prendas, pero convirtiéndolas en algo real y, al mismo tiempo, absolutamente reconocible.

La cantante Halsey, a su llegada al desfile de Paco Rabanne, el 1 de marzo de 2023, en París, vestida de la misma firma.
La cantante Halsey, a su llegada al desfile de Paco Rabanne, el 1 de marzo de 2023, en París, vestida de la misma firma.Scott Garfitt (Scott Garfitt/Invision/AP)

“Cuando entré en esta casa, me dijeron que Balmain era una especie de gigante dormido. No sabía a lo que se referían hasta que descubrí los archivos y cómo estos influenciaron a las mujeres de su época”, explica Olivier Rousteing quien decidió, de repente, homenajear la herencia de Pierre Balmain y dejar de lado su lado festivo y exuberante. Lo hizo recuperando la silueta años cincuenta, el monograma de los sesenta, y algunos de los sombreros (realizados por Stephen Jones) y accesorios que el fundador convirtió en hitos. La idea, aunque desconcertante por tratarse de un diseñador que lleva más de una década jugando la carta de la sensualidad y el maximalismo, resulta pertinente: si algo están demostrando estas semanas de la moda es que la ropa lujosa también puede ser real y funcional, y que el reinado streetwear y lo urbano, con el que ha hecho (mucha) caja este sector en la última década, ha terminado definitivamente.

Varias modelos muestran diseños de Balmain en París, el 1 de marzo de 2023.
Varias modelos muestran diseños de Balmain en París, el 1 de marzo de 2023.JULIEN DE ROSA (AFP)

Para muestra, Matthew Williams en Givenchy. La casa lo contrató en 2020 para que repitiera el éxito que obtuvo con su firma urbana, Alyx, un éxito que en estos años no ha alcanzado totalmente. De ahí que el pasado jueves Williams decidiera mezclar sus códigos con los de la enseña centenaria, en una colección en la que los abrigos estructurados, los vestidos ceñidos y los trajes de chaqueta tenían un pie en la delicadeza de la alta costura y otro en el pragmatismo de la ropa casual. Como Rousteing, Williams ha dado un giro de timón a su identidad, buscando una hipotética relevancia en momentos en que el lujo mira con reticencia al futuro cercano.

Una creación de Matthew M. Williams para Givenchy que se pudo ver en el desfile de otoño-invierno 2023-2024 de la firma, en París, el 2 de marzo de 2023.
Una creación de Matthew M. Williams para Givenchy que se pudo ver en el desfile de otoño-invierno 2023-2024 de la firma, en París, el 2 de marzo de 2023.BENOIT TESSIER (REUTERS)

Hermès, la única casa de lujo que nunca parece insegura o titubeante respecto al mañana, basaba su colección este sábado por la mañana en una idea que ha perseguido a varios de los diseñadores estos días, de Dries van Noten a Loewe: el modo en que las prendas se relacionan de forma natural con el cuerpo y su movimiento. De ahí que, con una paleta de color rotunda, del rojo al clásico beis o el riguroso negro, la enseña haya utilizado como hilo conductor el plisado en faldas, bermudas o vestidos que recordaban al mítico Delphos que Fortuny inventó en 1909. La seda plisada se amplifica y encoge de forma natural mientras refleja la luz y la sombra a su paso. En definitiva, materiales exquisitos y patrones y técnicas de muy alto nivel al servicio del día a día.

Los colores clásicos como el camel fueron el hilo conductor del desfile de Hermès, el 4 de marzo de 2023 en París.
Los colores clásicos como el camel fueron el hilo conductor del desfile de Hermès, el 4 de marzo de 2023 en París.EMMANUEL DUNAND (AFP)

Nada de eso, ni de lejos, ocurrió en el debut del joven Harris Reed en Nina Ricci. Aquí el legado de la casa se reinterpretaba, según contaba el diseñador tras el show, “por el dramatismo”. “Esa idea de los desfiles de los años sesenta, al menos, esa idea que teníamos los jóvenes de lo que eran los desfiles de entonces”, afirmaba Reed. Estaban todas las claves que han pasado a la posteridad en la firma, los lunares, el tul, los lazos y la paloma que corona la fragancia L’air du temps, el gran hito de la marca, pero pasados por el filtro de Reed, un diseñador de la era TikTok, un joven creativo cuyo imaginario visual ha crecido con Instagram: volúmenes enloquecidos, siluetas imposibles, trajes de chaquetas acampanados en colores potentes (otra seña de identidad de Ricci), sombreros de ala anchísima, plataformas rotundas... Un desfile tan dramático que muchos lo han criticado e incluso lo han comparado con las pasarelas ficticias que aparecen en la serie de Netflix Emily en París. Pero la actitud de Reed es necesaria, no solo porque en este momento en que la moda está entregada al básico y a la prenda funcional es refrescante contemplar algo frívolo sin culpa, también porque no hay que olvidar que la alfombra roja sigue siendo el motor primigenio de ciertas marcas.

El diseñador Harris Reed (en el centro, aplaudiendo) posa con sus bodelos en el 'backstage' del desfile de Nina Ricci celebrado el 3 de marzo de 2023 en París.
El diseñador Harris Reed (en el centro, aplaudiendo) posa con sus bodelos en el 'backstage' del desfile de Nina Ricci celebrado el 3 de marzo de 2023 en París.David M. Benett (Dave Benett/Getty Images)

Reed cuenta con la protección de Harry Lambert, el estilista que convirtió a Harry Styles en icono de estilo (él mismo salía a saludar con uno de los trajes que vistió el cantante hace unos días), pero además pertenece a una generación en la que cuestiones como la diversidad y la identidad parecen superadas: el suyo ha sido el único desfile donde las modelos tenían tallas diversas (de forma natural, no oportunista) y en el que la fluidez de género estaba más que asumida. Pero, por encima de todo, Reed ha devuelto el entusiasmo a una casa por la que han pasado varios directores creativos que no han logrado hacerla relevante. Él contaba el viernes lo increíble que era para un joven que no llega a la treintena “encontrarse con un taller donde las ideas se materializan” y varias personas de ese mismo taller hablaban de la esperanza que suponía tener a alguien con la visibilidad de Reed trabajando junto a ellos. No hay que olvidar que Emily en París es muy criticable, pero nadie puede dejar de verla.

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