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Vivir con un circuito de F1 a la puerta de casa: la Fiscalía ve indicios de un delito contra el medio ambiente en el ruido de las carreras del Jarama

Un juez cita como investigados a dos directivos de la instalación, incrustada en una exclusiva urbanización de Madrid, y con su situación administrativa en disputa

Circuito Jarama

El petardeo es ensordecedor. Suena como una ráfaga de disparos. Pac-pac-pac. A las puertas de uno de los chalets del Paseo del Circuito, en la exclusiva urbanización de Ciudalcampo, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), hay un desfile de coches deportivos tuneados que hacen rugir el motor con acelerones parecidos a los de los aviones en las pistas de despegue. Pero no. No están en un aeropuerto. Ni en un circuito de velocidad. Están en una calle residencial. Los vecinos, que conviven con los cientos de eventos y carreras que se organizan en el circuito del Jarama-RACE, incrustado en la misma urbanización, y antigua sede del gran premio de España de F1, están hartos. Y se han puesto manos a la obra: un juez ha citado a declarar como investigados en la fase de diligencias previas a dos directivos del complejo tras una denuncia de la Fiscalía de Madrid por la presunta comisión de un delito contra el Medio Ambiente. De nuevo, como en el Bernabéu o el Palacio de Deportes, un conflicto entre el ruido de un negocio y el derecho al descanso de los vecinos.

“Son dos profesionales que están realizando una labor excepcional y que no van a verse afectados por una situación que, a juicio del RACE, resulta manifiestamente injusta y carente de cualquier fundamento”, dicen fuentes de la entidad sobre la citación del juez. Pero no piensan lo mismo los vecinos.

Ángel Lucas García y Concepción Corral forman un matrimonio ya jubilado que lleva más de 40 años en Ciudalcampo, por donde han pasado VIPs como David Bisbal, Aitana o Patricia Conde. “No hay horas de descanso porque alquilan el circuito durante todo el día. A veces empiezan a hacer derrapes antes de las 9 de la mañana”, detalla ella indignada. “Es imposible estar en el jardín”, añade antes de afirmar que la única alternativa es “entrar en casa y cerrar puertas y ventanas”.

La del ruido no es una cuestión subjetiva. Al contrario, es objetivable. Lo demuestran las mediciones de los vecinos, con registros que superan “de forma sostenida” los 70 y 80 decibelios pese a que el límite está en 55. También, un informe de la Guardia Civil que consta en los juzgados. Y aun así, es materia de disputa entre las partes y sus peritos.

“Desde las instalaciones del circuito, y como consecuencia del desarrollo en ellas de carreras, exhibiciones, entrenamientos y otros eventos, con la asistencia de gran cantidad de público, se han transmitido a las viviendas sitas en las inmediaciones niveles sonoros superiores a los legalmente permitidos”, se lee en un documento de la Fiscalía al que ha tenido acceso este diario, que cita mediciones de la Guardia Civil, y que detalla que el Jarama acogió actividades de este tipo 112 días de 2023 y 113 de 2024.

Esas citas, describe este documento, “en la mayor parte de los casos se prolongaban de manera continuada desde primera hora de la mañana hasta la tarde”. Todo ello se ha producido, añade, “sin que [los organizadores] hayan adoptado medidas suficientes para evitar la transmisión a las viviendas afectadas de niveles sonoros superiores a los permitidos”. Y por ello, concluye, “los hechos revisten indiciariamente caracteres de delito (...) contra el medio ambiente”.

En contraste, esto dicen en el circuito: “El RACE monitoriza y mide diariamente los niveles de emisión acústica. El resultado concluye que el circuito cumple escrupulosamente con la normativa de ruido que le resulta de aplicación. Dichas mediciones se comparten periódicamente con las autoridades competentes en la materia que, en ningún momento, han mostrado disconformidad al respecto”.

Sábado 20 y domingo 21 de septiembre. Se celebra el Trackday Jarama. Los coches se agolpan a la entrada de la urbanización y en uno de los carriles de la A-1 sentido Madrid. Lucen alerones. Su carrocería brilla con pinturas de guerra. El ronroneo de los motores se transforma en un trueno con un leve pisotón en el acelerador: según los vecinos, es frecuente que en las cercanías del Jarama se superen los 90 decibelios.

Y no es solo un problema de las carreras y eventos. Para llegar al circuito, los coches, camiones y motos tienen que atravesar las calles de su urbanización, circulando por delante de una larga ristra de decenas de chalets.

“Lo que ocurre es que desde la pandemia el Jarama es un parque temático del motor, una disneylandia del motor, con Ayuso poniéndose el mono de piloto [para un acto promocional]”, dice una fuente que conoce la estrategia legal de los vecinos, que han optado por la vía de lo contencioso-administrativo (para cuestionar la legalidad urbanística del circuito), tienen en el horizonte la civil (pedir indemnizaciones) y han dejado en manos de la Fiscalía la penal. “Eso fue un punto de inflexión”, recalca sobre la visita de la líder conservadora, el cambio de nombre del circuito (a circuito de Madrid Jarama-RACE) y el final de la pandemia. “Antes eran eventos federados, deportivos, de competición. Diez, quince al año. Nada que decir”, sigue. “Ahora es continuo. Y no solo los fines de semana. Empiezan los jueves”.

El ruido es en estos momentos uno de los grandes caballos de batalla vecinales en el Madrid de los grandes eventos internacionales. Lo saben bien quienes residen en las cercanías del estadio Bernabéu, con sus polémicos conciertos. O del Metropolitano, por el mismo motivo. Los que ya sufren las obras para construir un circuito de la F1 en los terrenos de Ifema en Valdebebas, que previsiblemente disfrutará de una exención normativa para los tres días que durará la prueba. O los que ven cómo los aledaños de sus casas son invadidos periódicamente por quienes asisten a los conciertos del Palacio de Deportes de Madrid, en el corazón de la capital.

Pero en el caso de Ciudalcampo, una urbanización con miles de vecinos en la que muchas casas superan fácilmente el millón y medio de euros, además del ruido, hay otro punto de conflicto: el acceso al circuito. Los atascos. El peligro de los acelerones de los bólidos por calles residenciales sin apenas aceras.

Para Manuela Herrero, que lleva desde 1985 conviviendo con el Jarama, esto supone el principal inconveniente. “Hay vía de servicio suficiente para poder habilitar un acceso directo sin tener que molestar a todos los vecinos. Pasan coches que no respetan el tramo de urbanización y van a toda pastilla, con el peligro que conlleva”, detalla. Herrero afirma que tras tantos años viviendo en la zona se ha acostumbrado al ruido. Sin embargo, reclama un mayor respeto por los horarios de descanso y una mejor comunicación hacia los residentes: “Haría falta más información para los vecinos y que se acotaran los horarios”.

El Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes (PP) es consciente de la doble polémica por el ruido, en la que defiende el derecho de los vecinos al descanso, y de los accesos. Y señala una tercera.

Sin licencia

“El circuito nunca obtuvo licencia de actividad desde sus orígenes”, explica una fuente del equipo de gobierno sobre la infraestructura, inaugurada a finales de los años 60 del siglo XX. “En 2022, con el PSOE en el gobierno, se decidió otorgar por “silencio administrativo” la licencia al RACE", sigue. “Los vecinos de la urbanización colindante, que llevaban años quejándose de los ruidos que provocaban las actividades del circuito, decidieron llevar ante la justicia esa decisión, que se anuló y obligó a restablecer la legalidad urbanística”, detalla. “El RACE recurrió el fallo, que no era firme. Hasta que no haya sentencia firme, el circuito puede seguir operando”.

¿Y si pierde el recurso? “Una futura sentencia que no estimara el recurso no tendría por qué afectar, en modo alguno, a la actividad del circuito”, contestan desde el Jarama, que discrepa de la interpretación del Ayuntamiento. “La sentencia no dictamina que el circuito carece de licencia, simplemente establece si un expediente de regularización urbanística fue archivado por el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes correctamente o no”.

Mientras tanto, las carreras del Jarama afectan a personas y animales. Al lado justo de donde se disputan hay una hípica. “Para la gente que vive aquí esto debe ser horrible. Yo estoy aquí todos los días y al final también me acaba molestando”, afirma un trabajador, que asegura que el nivel de ruido es muy elevado, lo que le ha llevado a comprarse un micrófono para poder impartir sus clases, y que también afecta a los caballos, que se asustan ante el chirrido de las ruedas al derrapar y el rugir de los motores.

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