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La noche que Helios, un niño con leucemia, hizo de Rey Mago en la Cabalgata de Madrid

La Fundación Pequeño Deseo hace protagonistas de la comitiva de la capital a niños enfermos de toda la Comunidad

Helios, lanzando caramelos desde la carroza de la Fundación Pequeño Deseo, durante la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid.
Helios, lanzando caramelos desde la carroza de la Fundación Pequeño Deseo, durante la cabalgata de los Reyes Magos de Madrid.David Expósito

A Merche Domínguez se le cae el bolso al suelo entre el gentío de Nuevos Ministerios y de él salen, como si aquello fuera el bolsillo de Doraemon, tres paquetes envueltos con papel del Corte Inglés y unos lazos dorados. Como es lógico, los dos primeros niños que pasan a su lado se detienen junto a los regalos y hacen una radiografía de Merche, pensando, quizá, de dónde habrá sacado esta mujer de 57 años tanto obsequio si todavía son las 17.30. El padre de los pequeños, con cara de circunstancias, los arrastra hasta las escaleras mecánicas. Allí, encaminándose hacia la superficie, hay un grupo de jóvenes trompetistas a los que unos metros más adelante los vigilantes del vallado de seguridad de la Cabalgata de Reyes de Madrid de este domingo abrirán paso casi con reverencias.

Cuando el desfile apenas ha comenzado, los miembros de la organización del Ayuntamiento de Madrid consideran que todavía “es pronto para hacer cálculos de afluencia”. En cambio, aupado en lo alto de una carroza, Helios Hidalgo, de 13 años, mira el horizonte del Paseo de la Castellana con purpurina en los mofletes, observando las caras desencajadas, el griterío exagerado, y se anima a ser un poco más concreto:

—Habrá cinco millones de personas, aproximadamente.

La noche del 4 de marzo de 2023 Helios Hidalgo entró por la puerta del Hospital La Paz de Madrid. Era sábado. La mañana del domingo 5 de marzo el médico de guardia se sentó con el niño en la cama y puso nombre a sus dolencias. Tenía leucemia linfoblastica aguda tipo T. El chico escuchó atentamente y preguntó todo lo que se le ocurrió sobre lo que se le venía encima. La noticia cayó como caen las malas noticias que llegan sin anestesia. “Fue un mazazo. Ya no vuelves a ser la misma”, dice su madre, Vanesa Espada, de 46 años.

Ella, junto a su marido, Carlos Hidalgo, de 47 años, decidieron desde ese momento llamar a las cosas por su nombre y esforzarse, en la medida de lo posible, en que la vida de Helios, así como de su hermano Carlo, de 10 años, “adquiriera una cierta normalidad”. Vanesa, que trabaja como psicóloga, opina que, en el viaje que suponen este tipo de “enfermedades graves”, es esencial que desde las familias se ayude a “naturalizarlo, a validar y acompañar las emociones —el miedo, la rabia, la tristeza—”.

“Hay que contarles lo que está pasando, adaptado a su edad. Intentar que se sientan seguros y, sobre todo, que no se sientan solos”, explica. “Necesitan encontrar estímulos que les saquen de su rutina de ingresos y pasillos de hospital. Cuando son más mayores como Helios, cuando ya han vivido una vida buena y en paz, es más complicado que se adapten a esa rutina. Necesitan emociones positivas”, cuenta la mujer mientras entrega caramelos en mano a los asistentes.

Es por ello que aceptaron la ayuda de la Fundación Pequeño Deseo —con la que participan por primera vez en la Cabalgata de los Reyes Magos de Madrid— que se dedica a encontrar niños con un bajo estado de ánimo en cerca de 40 hospitales de toda España y a los que, después de varias entrevistas, intentan brindarles la posibilidad de vivir algo que ellos pidan y les haga especial ilusión. Helios, para sorpresa de todos, pidió pescar en mar abierto.

Jureles y delfines

“Nos sorprendió una barbaridad, sabíamos que le gustaba, pero no tanto. Si te soy sincero, nosotros vamos a alimentar a los peces, porque por lo general se nos da fatal. Salvo ese día, en Benalmádena, ahí pescó 26 jureles y hasta vimos delfines”, recuerda Carlos, a quien el Burrito Sabanero, que empieza a sonar en la carroza de detrás, la de Amazon, hace que le estalle la cabeza. “Si Bisbal hace un remix, date por jodido”, comentan por detrás.

En lo alto de la carroza, Helios actúa con liderazgo. A mitad del recorrido empieza a correr el rumor de que con esa intensidad de lanzamiento de caramelos, cuando lleguen al público de Cibeles, no va a quedar nada. “¡Hay que parar!”, ordena el chico para frenar el ímpetu del resto de niños. El resto se detiene, por un minuto, pero las ansias les pueden. Helios decide sumarse al descontrol. “Soy un Rey Mago”, se define.

Niños esperando el paso de los Reyes Magos de Oriente en la cabalgata de Madrid
Niños esperando el paso de los Reyes Magos de Oriente en la cabalgata de MadridINMA FLORES

Tiene una técnica precisa. A diferencia del resto, que lanza puñados de veinte gominolas, Helios lo hace de una en una. Según él, intenta encestar en las bolsas de plástico que extienden los de las primeras filas. En cada lanzamiento, deja la muñeca doblada hasta que ve si ha encestado o no. Helios juega de base en las categorías inferiores del Real Canoe. “Cuando veo alguien más grande tiro a su pecho, como si fuera el tablero de la canasta, para asegurarme de que entra”, afirma.

Vanesa reconoce que los estados de ánimo no son algo permanente cuando la palabra “cáncer” entra en tu vida. “Una vez recibes la noticia, ya nunca dejas de estar alerta. Eso te agota. Luego, también es cierto que las alegrías, como la de hoy, se viven mucho más. Es un tópico, pero es así. Creo que disfrutas el doble porque eres realmente consciente de que es un momento bueno, cosa que antes a lo mejor no sabías”, reflexiona.

Las navidades han sido algo convulsas. Helios pilló algún virus que le llevó a pasar bastantes días en La Paz. Este curso pudo regresar al instituto, al que acude diariamente con mascarilla como medida preventiva. Tampoco puede ir junto a sus compañeros en el autobús durante las excursiones, o cambiarse en el mismo vestuario. “

Yo pienso que me voy a curar. Aquí me ves, en la cabalgata más importante de España según me han dicho, con gente que ha pasado por lo mismo que yo. Me parece tremendo”, explica Helios. Después de varios lanzamientos, vuelve a acercarse porque “aún le queda algo por decir”:

—Tengo que jugar las cartas que me han tocado. Yo no las puedo elegir, no lo puedo evitar. Pero cómo no voy a luchar.

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