_
_
_
_
¡Vaya, vaya!
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tonto el que lo lea

Las palabras nos bombardean, constantemente leemos de manera involuntaria; pero cuando no podemos hacerlo, echamos de menos esa información que adquirimos aunque no queramos

Carteles en la Gran Vía madrileña.
Carteles en la Gran Vía madrileña.Eduardo Parra (Europa Press/ Getty Images)
Rut de las Heras Bretín

Alimentación. Metro a 300 metros. Se alquila plaza de garaje. No apoyarse en la barandilla. Compramos libros de texto. Publicidad. Hasta la victoria siempre - Bukaneros. MuyMona frutería.

Nos pasamos el día leyendo. No nos damos cuenta, pero lo hacemos, lectura involuntaria. Las palabras nos bombardean en la calle, en las pantallas, en las paredes, sobre mostradores, en el bote de gel con el que uno se ducha por la mañana, en los ascensores, en camisetas, en vallas publicitarias, en la piel tatuada... Somos más conscientes si no podemos leer que cuando lo hacemos de manera inconsciente. El cerebro está preparado para juntar letras e interpretarlas, generalizo porque la alfabetización en España es casi completa, los datos de la encuesta de población activa de 2023 indican que solo hay un 1,3% de analfabetos.

Oficina disponible. ¿Qué tal has dormido hoy? Dentista. Pago en efectivo. Vinos, quesos, jamones. Proyecto de rehabilitación integral. Los caseros nos roban el sueldo. 24 horas. Mundo de caprichos.

Quienes somos curiosos y ansiamos cualquier tipo de información echamos de menos esa lectura involuntaria cuando no se puede hacer. Llegas a un país donde no conoces el idioma y estás perdido, y no me refiero a lugares como aeropuertos, transporte público, monumentos o espacios más o menos turísticos donde hay indicaciones en inglés o señalética con símbolos universales. Me refiero a perderte los matices, los usos y costumbres y toda la información que nos dan las palabras sin que la busquemos, solo con mirar. Uno entra a un portal y en un vistazo ya se hace un dibujo mental de cómo fue la última reunión de la comunidad si en la pared hay un folio firmado por “La administración” en el que se ruega a los vecinos de los pisos superiores que no echen restos de ceniza ni de basura por los balcones. Imperceptible si estuviera escrito en un idioma que no se conoce. Tampoco es lo mismo que una óptica se llame Veo veo o Multiópticas; ni que a la entrada de una pizzería ponga Domino’s o Casa Marco. Y así no se pasea igual sabiendo que Unter den Linden, una de las calles principales de Berlín, significa bajo los tilos. Se observan los árboles de otra manera ―conociendo lo que son― y se encuentra sentido a las ráfagas de buen olor que llegan a las neuronas olfativas.

Se alquila plaza de garaje. Tesorería General de la Seguridad Social. Compro metales. Pago más que nadie. Plaza de Mariano de Cavia. Forever Young. Venta directa. Fabricación propia. Consigue tu abono.

Cartel de las fiestas del Orgullo LGTBI en la Gran Vía madrileña.
Cartel de las fiestas del Orgullo LGTBI en la Gran Vía madrileña. chema Moya (EFE)

Toda esta información llega al cerebro mecánicamente, sin cribar, y cada vez es más numerosa. Pero no es un fenómeno nuevo, bien lo saben los publicistas. ¿Cuál sería la manera de protegerse de ella? ¿Vivir con los ojos cerrados? Con los ojos, los oídos y el resto de los sentidos cerrados deben de vivir los que se niegan a comprender las quejas de quienes no ven representado el colectivo LGTBI en el cartel del Orgullo madrileño. Se podría empapelar la ciudad entera con miles de pósteres, que si no sabes español y entiendes la palabra ‘orgullo’, el cartel falla en su intención de comunicar la fiesta, la inclusión y la reivindicación. O no yerra y el objetivo era comunicar, pero poquito. No sé, quizá alguno de los símbolos universales como el arcoíris, o las siglas servirían para identificar a quien celebra, lucha y reclama. Y si desconoces las reivindicaciones, abre los ojos, los oídos y todos los sentidos, observa y acompaña, ponte al lado de quien ha sufrido o sufre discriminación e incomprensión. Lo contrario es perpetuar el daño.

Normas de uso. Deja uno, llévate otro. Solo turismos. Si el dinero no importa, ¿qué te gustaría ser? Acceso por ascensor. Sofás. Y cada día al salir del portal, aunque no se quiera leer, un cartel que dice: “Cerrar bien la puerta”, nada de Exit. Así, una sale a sus lecturas involuntarias con los ojos sangrando por ese infinitivo en vez del imperativo: cerrad.

Suscríbete aquí a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_