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Esteban, un portero de un bloque de pisos en Madrid, asesinado en una casa de su propia finca

Los bomberos acceden a la vivienda después de que la familia denunciara la desaparición y señalara el último sitio al que había ido el hombre de 68 años

Asesinato en la portería: un vecino mató a Julián en el portal de su casa de Madrid
Momento en el que los bomberos han accedido a la vivienda en la que han encontrado el cuerpo.P. P. A.
Patricia Peiró

La grabación de las cámaras de seguridad de la finca del número 366 de la calle de Alcalá de Madrid, en el barrio de Pueblo Nuevo del distrito de Ciudad Lineal, recoge los últimos movimientos con vida de Esteban. El portero del edificio de viviendas abandona su recepción para subir unas escaleras que le quedan justo en frente por las que se accede a tres viviendas. Nunca vuelve a bajar. La hora de la grabación marca las seis de la tarde del martes 10 de octubre. Dos horas después, cuando acaba su jornada laboral, su mujer lo espera en casa. Pero nunca llega. La familia tiene por delante casi dos días de angustia hasta que este jueves, a las tres de la madrugada, dos bomberos acceden a la casa sospechosa a través de la ventana y encuentran a Esteban con una herida mortal de arma blanca en el cuello.

Las imágenes de las cámaras no solo muestran a la víctima entrando, también registran a su supuesto agresor abandonando el edificio poco después. Se trata de Alfredo C. M. el vecino del primero C, residente en el bloque de toda la vida y en cuya vivienda ha sido hallado Esteban. En el vídeo se observa cómo sale con una bolsa en la mano, “saluda ostentosamente” a una vecina y se marcha, según explican fuentes policiales.

El día de su desaparición, Esteban, de 68 años y natural de Zamora, había ido a recoger a su nieto a la guardería junto con su hijo, que se llama como él. Les esperaba en casa la abuela. Meriendan juntos y, después, el portero baja de nuevo a la recepción mientras su familia baña a su nieto. Unas horas después, saltan todas las alarmas al notar la ausencia de Esteban. “Lo primero que hicimos fue recorrer el barrio por si había salido y se había despistado, después llamamos a todos los hospitales y, finalmente, pusimos una denuncia”, explica el hijo de la víctima. “Él siempre llevaba el móvil encima y estaba localizable”, añade.

La mañana del miércoles, Esteban hijo llama a la administradora de la finca para presentarse lo más temprano posible en la empresa que gestiona la videovigilancia de la finca y solicitar las imágenes del día anterior. El momento de ver las imágenes, es consciente de que había sucedido algo malo. Llama de nuevo a la policía y les hace llegar las grabaciones. Los agentes acuden a su casa a mediodía, pero sin una orden judicial, es imposible acceder a la vivienda sospechosa. “Ese hombre llevaba unos días queriendo vender cosas a mi padre, a todo el mundo en realidad. Intentaba vender cualquier cosa que tuviera en casa. Mi padre nunca había tenido ningún problema con él”, recuerda el hijo de la víctima.

A medida que pasan las horas, el rellano se va llenando de vecinos preocupados por lo que hubiera podido sucederle a Esteban. Nadie entiende por qué no tiraban la puerta del vecino abajo. Dentro de la casa, no se oye absolutamente nada. Fuera, en los espacios comunes, cada vez más barullo. A través de un patio interior, algunos amigos de la familia consiguen divisar parte del interior de la casa del sospechoso y constatan que estaba llena de suciedad, pero sigue sin haber permiso para acceder.

Dos sanitarios acceden al portal de la finca en la que ha ocurrido el crimen.
Dos sanitarios acceden al portal de la finca en la que ha ocurrido el crimen.P. P. A.
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Los policías se encargan de llamar a todas las casas del bloque y así descartar que el desaparecido estuviera en ninguna de ellas. De este modo, han tratado de justificar ante el juzgado la necesidad de abrir esa casa en concreto. El permiso de entrada llega a las dos y media de la madrugada de este jueves y tres dotaciones de bomberos acuden al lugar.

“Por fin, si es que es de lógica, si mi padre ha subido y no vuelve a bajar es que está ahí”, se lamenta el hijo de la víctima. Los bomberos acceden a la casa a través de la ventana y descubren, sobre las tres de la madrugada y tras 33 horas de angustia, lo que todos ya esperaban: el cuerpo de Esteban con una lesión evidente de arma blanca en el cuello. Ni rastro del propietario de la casa. La vivienda está desordenada, sucia y huele mal, explican algunos testigos. Según señalan los vecinos, el presunto agresor es un hombre corpulento y siempre ha vivido allí, primero con sus padres y ahora solo.

Esteban llevaba toda la vida tras el mostrador de la finca del número 366, donde además también residía. Allí vivía con su mujer y allí se había comprado su hijo una casa, para poder estar cerca de sus padres. Esteban hijo es microbiólogo con un doctorado y varias estancias internacionales. “Sus padres siempre han trabajado para que él pudiera estudiar, aunque él siempre ha tenido becas por sus buenas notas”, detallan fuentes familiares. Tras casi 48 horas en vilo, con toda una comunidad pendiente de una puerta, las sospechas se han convertido en una certeza, que a Esteban le han arrebatado la vida. Ahora, la comunidad solo piensa en encontrar al culpable y llorar a su querido portero.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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