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Cierra una de las tiendas más queridas del barrio del cómic de Madrid: “Es muy complicado si no eres una mega superficie”

Viñetas baja la persiana después de ocho años y los dueños lo achacan a múltiples factores, desde el golpe tardío de la pandemia a un modelo de negocio que no puede seguir el ritmo de las grandes empresas

La tienda de cómics Viñetas, en la calle de la Luna de Madrid, el pasado julio.
La tienda de cómics Viñetas, en la calle de la Luna de Madrid, el pasado julio.
Beatriz Olaizola

Lo primero que uno ve cuando entra la calle de La Luna, en el centro de Madrid, son dos viejas tiendas con un llamativo cartel rojo que ocupa el lugar donde antes descansaba el nombre del establecimiento. “Locales disponibles”, se lee junto a un número de teléfono. Un poco más adelante, un mimo de la altura de una persona, dibujado sobre una pared blanca, y una enorme letra eñe sorprenden a los que circulan despistados o da la bienvenida a quienes saben donde están. Son la seña de identidad de Viñetas, una de las 11 tiendas del bautizado como barrio del cómic. En el escaparate, además de unos cuantos muñecos Funko Pop y cuatro tebeos, llaman la atención varios carteles, también rojos: “Liquidación por cierre. 20% de descuento”. Después de ocho años, uno de los locales más queridos de la zona baja la persiana. Javier Ramos, de 39 años y uno de los tres dueños, cuenta que los motivos son varios, pero que la pandemia e intentar seguir el ritmo de las grandes empresas, como Fnac o Amazon, han sido el Goliat para un negocio como el suyo: “Es muy complicado si no eres una mega superficie o un local superespecializado”.

Ramos y sus socios leen cómics desde niños, y con 12 años ya se paseaban por las tiendas de la calle de La Luna en busca de “grapas”, publicaciones mensuales de entre 16 y 60 páginas de historias que continuaban en el tiempo. De querer compartir esa pasión con otros nació en 2015 Viñetas, concebida como puerta de entrada al mundo de los tebeos y lugar de encuentro para quienes ya eran aficionados. “Hablamos con los clientes, conocemos sus gustos, les recomendamos lecturas y generamos comunidad. Algunos empezaron comprando cómics de adolescentes y les hemos visto crecer”, dice el propietario. La acogida del proyecto fue buena y decidieron abrir otro local en Torrejón de Ardoz, que ya ha cerrado. Lo mismo sucederá con la tienda del centro a final de mes: “Queremos dar plazo a que la gente venga y se despida. Incluso cuando no quede nada en las estanterías. Si quieren pasar, estaremos para ellos”.

Por ahora, las estanterías siguen llenas, del suelo al techo, de novelas gráficas, tebeos de superhéroes y mangas, un estilo de cómic japonés que ha experimentado un auténtico boom en los últimos años. “Vender, vendemos. Hay demanda de cómics, por eso ha sido un golpe para muchos clientes, pero no basta. No hay lectores suficientes para asumir la cantidad de novedades que llegan cada semana”, explica Ramos. El mercado es competitivo. Solo en la ciudad hay 44 establecimientos especializados en este género literario, y el número asciende a 62 en toda la comunidad. Eso sin contar con grandes superficies como Fnac ―hay uno a cinco minutos a pie de Viñetas―, El Corte Inglés o Amazon, que también venden cómics y pueden asumir compras masivas de ejemplares.

No hay datos certeros de cuánto mueve el mercado del cómic en España, pero en 2021 se editaron 4.132 títulos, según el último informe de la asociación cultural Tebeosfera publicado el pasado mayo, y la Federación de Gremios de Editores de España estima que los tebeos suponen un 3,1% del total de la industria, unos 70 millones de euros. Emilio Gonzalo, secretario de la Sectorial del Cómic, grupo formado por representantes de distintas áreas del sector de toda España, cree que en los datos de 2022, que se publicarán este año, el número de cómics editados llegará a los 4.300 o 4.500 títulos. “Ninguna empresa pequeña tiene el colchón económico para absorber ese volumen de producción. Las distribuidoras participan en esta dinámica de publicar mucho para que la oferta sea amplísima, pero hay un eslabón de la cadena del cómic, y del libro en general, que queda fuera”, explica.

García participó en la redacción de la proposición de ley presentada por el PSOE a finales de septiembre en la Asamblea de Madrid para proteger el sector, y cuyo objetivo es “promover el reconocimiento y dignificación” del “noveno arte”. “Tener una tienda que albergue todas las novedades que salen es inviable en Madrid. La otra opción es intentar especializarse. Es lo que más estamos viendo y por donde parece que está la solución, aunque tampoco es fácil”, comenta.

Para Ramos, el exceso de publicaciones es una rueda que no para de girar. Si un lunes, por ejemplo, reciben 15 ejemplares nuevos que colocan en las baldas, lo ideal sería que permanecieran varias semanas expuestos como novedad para favorecer la venta. Pero lo que ocurre en realidad es que pocos días después llegan más y más cómics, lo que obliga a quitar de las estanterías de novedades los anteriores. No da tiempo a que se vendan y lo mismo pasará con los recién llegados, que serán sustituidos rápidamente. “La sensación es que es imposible competir con que Marvel o DC [las editoriales de superhéroes por excelencia] también distribuyan a grandes plataformas. No somos indispensables para que ellos existan. Traemos muchísimo material para acabar vendiendo más o menos lo mismo. ¿Qué hacemos? ¿Dejar de traerlo? No podemos, porque Fnac siempre va a sacar lo más nuevo”, se queja el propietario.

A esto se le suman la pandemia de la covid-19 y la subida generaliza de precios, especialmente del papel. Viñetas, como muchos otros establecimientos, permaneció cerrado desde el 14 de marzo de 2020 ―cuando se decretó el primer estado de alarma― hasta mayo, cuando las librerías abrieron progresivamente a través del sistema de cita previa. “En ese periodo perdimos un tercio de la facturación del año, y tardamos mucho en recuperar los niveles de 2019″, cuenta Ramos. La perspectiva en febrero de 2020 era buena, comenta el dueño, que incluso recuerda la frase de uno de sus socios, que desde entonces han repetido hasta la saciedad: “Creo que estamos donde hay que estar. Pagamos lo que debemos, cobramos un sueldo. Solo puede venir algo externo que nos joda”.

A principios del año pasado también cerraba otra tienda, a apenas dos minutos de la de Viñetas: Madrid Cómics, la decana en la venta de tebeos en Madrid y abierta en la capital hacía 40 años. El declive del local empezó tiempo antes y tras la pandemia abrió de forma intermitente hasta el cierre definitivo. “Desde 2020 todo lo que conocíamos del negocio cambió. Ahora estamos terminando de sufrir las consecuencias del cierre. Hemos tenido que empezar a devolver las ayudas, y la subida de precios no ayuda”, relata Ramos. Por ejemplo, tomos que hace tres años salían a la venta por 45 euros, ahora cuestan 60: “Habrá quien piense que estamos ganando más, porque el precio al que sacamos los cómics es mayor, pero el poder adquisitivo de nuestros clientes no ha aumentado. Si antes vendía cuatro ejemplares de un mismo tebeo, ahora solo dos”.

En Viñetas guardan el primer ticket de compra de todos los clientes, por eso saben que unas 9.000 personas han entrado al menos una vez en la tienda en los últimos ocho años. Algunos han pasado por el local todos los meses desde que abrieron, sin faltar uno. “Hay quienes nos dicen que se sienten culpables por haber comprado menos. Eso nos enorgullece. Demuestra que éramos algo más que una simple tienda”, dice Ramos. Es lo que quiere recordar. Lo bueno. Los vínculos y las alegrías que le han dado siempre los cómics. En las próximas semanas tendrán que empaquetar en cajas de cartón todo lo han acumulado en la tienda: dibujos, pósteres, juegos, libros e infinidad de historias. Muchos clientes, cuando pasan a despedirse y comprar un último tomo, repiten la misma frase: “Nos quedamos huérfanos”.

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Sobre la firma

Beatriz Olaizola
Es reportera en la sección de Madrid. Antes escribió reportajes para eldiario.es en el País Vasco, donde cubrió sucesos y temas sociales, políticos y culturales. También realizó prácticas en la Agencia EFE. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS.

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