Desmantelada una red criminal con servicio de marihuana por correo, chalet de explotación sexual y unos almacenes en Usera
Hay nueve detenidos en Madrid y Guadalajara y se han intervenido más de 200 kilos en cogollos y 387.000 euros
Las mujeres aterrizaban en el aeropuerto de Madrid-Barajas, se metían en un coche, entraban a ese chalet de Guadalajara y desde ese momento su vida se desarrollaba entre esas cuatro paredes. Dejaban de tener una identidad y eran un objeto más en ese edificio con las persianas bajadas permanentemente. Eran ciudadanas chinas explotadas por sus propios compatriotas en una organización que además mantenía un negocio paralelo de envío de marihuana mediante servicios de paquetería convencional. Con una operación bautizada como Maliya Fular, la policía ha desarticulado esta banda y ha intervenido más de 200 kilos en cogollos y 387.000 euros. La Policía acabado con esta red criminal después de diez meses de investigación y ha detenido a nueve implicados en la organización, seis hombres y tres mujeres, todos de nacionalidad china. El botín de todo el negocio se encontraba almacenado en varias viviendas y locales en el distrito madrileño de Usera, preparado para salir al extranjero.
Todo comenzó en febrero, cuando los agentes intervinieron en Valladolid decenas de paquetes sospechosos que resultaron contener marihuana. La cantidad de droga ascendía a más de cien kilos y estaba meticulosamente organizada en bultos de entre cinco y 10 kilos y provenía de distintos puntos de España y había sido enviada en diferentes días y horarios. Un mes después, en Aranda de Duero (Burgos) los policías interceptaron más paquetes con características similares a los de Valladolid, así que los investigadores comenzaron a conectar los puntos y a poner nombes y rostros en la pizarra para dar forma a esta organización criminal. Además, el mapa comenzó a llenarse de puntos con los domicilios y naves empleadas para la actividad ilícita, así como de chinchetas que marcaban posibles lugares de cultivo.
Los investigadores creen que los detenidos espaciaban las remesas y las hacían desde distintos lugares como medida de protección. Además, la red intercalaba paquetes de estupefacientes con otros envíos de productos legales, para sumar más medidas de control al sistema criminal. Los arrestados utilizaban empresas de paquetería postal internacionales. Los cogollos estaban envasados al vacío en plásticos con decoraciones de lunares de colores y flores.
La vigilancia establecida desde marzo dio sus frutos en abril, cuando los agentes interceptaron otro envío de 12 kilos de marihuana en la localidad burgalesa de Fuentespina. Los bultos se encontraban en un coche que los investigadores aún no tenían controlado y lo llevaba un nuevo miembro del clan criminal. Los policías siguieron interviniendo paquetes y dando golpes a la red. Desde mayo hasta pocos días antes de llevarse a cabo las detenciones, se bloquearon nuevos envíos desde distintos puntos de la España despoblada como Benavente (Zamora), Zamora, Aranda de Duero y Burgos.
En estas continuas, los policías descubrieron que los miembros de la organización se habían diversificado y, además de dedicarse a traficar con drogas, usaban un chalet en Guadalajara para la explotación sexual de ciudadanas de su misma nacionalidad. Este edificio estaba aislado y permanente vigilado y sometido a fuertes medidas de seguridad. Los agentes descubrieron también que disponían de otro chalet en la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid como centro de operaciones.
En total, los agentes llevaron a cabo cinco registros en los que se han incautado 213 kilogramos de cogollos de marihuana, 132 gramos de metanfetamina, 387.025 euros, una pistola, ocho teléfonos móviles, seis vehículos y gran cantidad de útiles para empaquetado de marihuana. El dinero lo almacenaban en el distrito madrileño de Usera y estaba preparado para salir al extranjero, a países como Hungría y Holanda. Los detenidos están acusados de un delito contra la salud pública y explotación sexual.
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