Poner orden al terraceo
La nueva norma contribuirá a poner orden en algo que actualmente la ciudadanía percibe tan desordenado como las terrazas, y también ayudará a paliar los problemas que estas generan en algunas zonas
Madrid necesita una nueva regulación para las terrazas. La vigente, aprobada en 2013 por el gobierno de Botella, es el origen de los problemas que hoy encontramos en algunas zonas, muy localizadas, de nuestra ciudad.
Por ello, cuando el actual gobierno municipal planteó abrir una mesa de negociación con grupos políticos y agentes sociales para elaborar una nueva ordenanza, nos pusimos manos a la obra. Era el momento de poder incorporar cuestiones como la eliminación de las estufas de gas —que según el texto resultante tendrán que retirarse antes del 31 de diciembre de 2023—, la adaptación de la norma para aplicar directamente la prohibición de fumar en estos espacios en cuanto la legislación estatal o autonómica lo prescriba, la homogeneización estética para que las agrupaciones de terrazas en nuestra ciudad dejen de ser un batiburrillo de volúmenes, acabados, colores… y, sobre todo, la definición de las llamadas “zonas saturadas” en base a criterios objetivos y cuantificables como el ruido, la alta ocupación o la saturación de zona.
Sobre esto último, cabe resaltar que en Madrid el espacio dedicado a terrazas ya no podrá superar el 33% en aceras de anchura inferior a seis metros y el 40% en el resto. Tampoco podrán ocupar más del 50% de ese espacio disponible en ámbitos considerados conjuntos de terrazas y, además, se instalarán sonómetros para controlar que el ruido no supere los límites establecidos. Ninguna de estas restricciones y controles en beneficio del descanso vecinal se contemplaba en la norma de 2013.
En cuanto a las ampliaciones autorizadas por el covid-19, hay que señalar que todas las realizadas en acera desaparecerán, mientras que las que ocupan plazas de aparcamiento se mantienen, a excepción de aquellas que se encuentren en zonas saturadas. Los coches no retornarán a esas plazas, lo que también supone un avance para la ciudad.
Así pues, la nueva norma contribuirá a poner orden en algo que actualmente la ciudadanía percibe tan desordenado como las terrazas, y también ayudará a paliar los problemas que estas generan en algunas zonas. Conviene recordar que los conflictos que se producen están circunscritos a zonas muy localizadas en cuatro distritos de nuestra ciudad: Chamberí, Retiro, Salamanca y Centro. Fuera de ahí, no existe tal conflicto. En Carabanchel, Latina o San Blas, no tendría sentido levantar esas terrazas en plazas de aparcamiento que han dado oxígeno a la hostelería.
Para concluir, una reflexión. Aunque hay quien se obstina en negarlo, Madrid es una ciudad de terrazas. Es importante que la izquierda madrileña tenga esto muy presente. El discurso anti-terrazas no lo compra nadie, más allá de quienes no terminan de comprender, y aceptar, esa ciudad que dicen representar. Las terrazas forman parte de nuestra identidad y tenemos que poder seguir disfrutando de ellas. Esta ordenanza va a servir precisamente para eso. Para que haya terrazas y para que todos podamos disfrutarlas.
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