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AYUNTAMIENTO DE MADRID
Tribuna
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Un espectáculo de egos y de testosterona

Podría haber un mejor proyecto para Madrid, para sus ciudadanos, pero parece no importarle. Su suerte probablemente sea la desgracia de todos.

El portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, con el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, en Cibeles este jueves.
El portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, con el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, en Cibeles este jueves.AYUNTAMIENTO DE MADRID (Europa Press)

Cambio, transformación e impulso pueden parecer tres palabras al azar, pero son las que suelen elegir los gobernantes para presentar un proyecto de presupuestos a la ciudadanía. Son, como quien dice, potenciadores básicos de cualquier discurso, sacados directamente del supuesto manual del buen alcalde.

Habitualmente vienen acompañadas de infinidad de datos y cifras mareantes con el único propósito de generar un marco mental propicio a su aprobación. Un marco mental que pretende obviar las vergüenzas, los olvidos y a los olvidados.

En estos últimos días la ciudadanía madrileña ha visto pasar ante sus ojos a diferentes personajes esperpénticos enfrentados con el que debería ser el objetivo común: mejorar la vida de sus vecinos y vecinas.

Seguramente se han sorprendido, aunque sea poco, al encontrar a un alcalde a tiempo parcial capaz de ofrecer a la extrema derecha cesiones que puedan afectar a los derechos, las libertades, o a la calidad de vida de los madrileños y de las madrileñas. Habrán comprobado, a su vez, cómo el partido negacionista del cambio climático y de la vacunación, cambia de opinión cada 24 horas y se sienta a negociar con el único fin de tener un titular en los medios de comunicación. O como cuatro personajes en busca de autor, o de partido que los quiera, abren sus brazos a unos presupuestos lesivos para los vecinos de la Villa y Corte.

En ese panorama, desalentador e indigno para lo que se espera de nosotros, los socialistas intentamos ofrecer algo de cordura. Es fácil mirar a Europa y ver cómo la ultraderecha comienza a encabezar iniciativas reaccionarias, o a plantear retrocesos en derechos humanos. Por eso ofrecimos una oportunidad a la política, al alcalde. Negociar, devolver la luz a donde se necesita, y dejar de ayudar a unos pocos con carteras repletas de posibles, y reequilibrar nuestra ciudad.

Lamentablemente no han querido sentarse. Han optado por seguir plegados a los ultras. Son su socio preferente y único. Ahora de presupuestos y en el futuro de coalición electoral. Se sienten cómodos con ellos, iguales.

Y ahí es donde perdemos todos. En esa sinrazón, en ese espectáculo de egos y de testosterona. No sé si se acabarán encontrando, pero nos debe preocupar la deriva del alcalde suplicante y su reverencia constante hacia el radicalismo más retrógrado. Podría haber un mejor proyecto para Madrid, para sus ciudadanos, pero parece no importarle. Su suerte probablemente sea la desgracia de todos.

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