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La última subasta de armas

La plaza de toros de Moralzarzal exhibe 5.316 pistolas, escopetas y rifles depositados en la Guardia Civil a la espera de una puja, que la ley impide a partir del 1 de enero

Un hombre observa una escopeta en la subasta de armas de la Guardia Civil en la plaza de toros de Moralzarzal. Vídeo: SANTI BURGOS | EUROPA PRESS
F. Javier Barroso

Antonio Giner, un vecino de la localidad murciana de Lorca, cogió este lunes el coche y se plantó en la plaza de toros de Moralzarzal (12.700 habitantes) para ver si se hacía con alguna escopeta en la última subasta de armas que va a organizar la Guardia Civil. Giner, a sus 62 años, sabía muy bien lo que buscaba, una escopeta paralela de tres marcas de fabricación española, por la que tuviera que pagar unos 1.000 euros. El resto no le interesaba. Con gran detalle, miraba solo unos pocos ejemplares y desestimaba todos los demás.

Al igual que él, decenas y decenas de personas se acercaron este lunes al coso taurino, que estaba literalmente tomado por guardias civiles, porque acoge la mayor subasta de armas de los últimos años, con 5.316 (1.562 pistolas y revólveres junto a 3.754 escopetas, carabinas, rifles y ballestas). Y la última, porque una reforma en el Reglamento de Armas de noviembre de 2020 prohíbe a partir del próximo 1 de enero que se celebren.

Los ejemplares que salen a subasta provienen de cazadores o de deportistas que practican el tiro olímpico. Ninguna se ha visto envuelta en un crimen, ya que esas son destruidas directamente tras la preceptiva orden judicial. Cuando el dueño del arma fallece, deja de interesarle el arma, se compra otra o pierde la licencia, se depositan en la Intervención de la Guardia Civil. Si en un plazo de seis meses no las ha recuperado, salen a subasta. El propietario fija el precio mínimo y, a partir de ahí, puede subir mucho.

Los más madrugadores este lunes fueron los coleccionistas y los armeros, en busca de ejemplares a un coste asequible y que desde enero será mucho más difícil conseguir. Tampoco faltaron policías y militares a la caza de pistolas o revólveres a buen precio. Una de las que más miradas atrajo era una Glock 19, de fabricación austriaca y una de las más precisas del mercado, cuyo precio de salida es de solo 25 euros. Su coste de nueva en el mercado supera los 600. “Está sangrando”, relataba un joven mientras comprobaba la corredera y el estado del cañón. En la misma fila de armas cortas había bastantes históricas, como la Luger utilizada por el ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial o un revólver Smith & Wesson similar al de Harry el Sucio. También sobresalían armas históricas de empresas españolas de calibres ya muy poco comunes como el 9 corto y el 9 largo.

Tres millones de euros

La subasta estará abierta en horario de mañana hasta el próximo viernes. Antes de entrar, es necesario pasar por un detector de metales y enseñar la cara sin mascarilla para que quede grabada por una cámara de seguridad. Todo el recinto cuenta con una vigilancia extrema y con un destacado sistema de alarmas y sensores. Los visitantes pueden coger las armas largas, abrirlas para ver los cañones e incluso ponérselas al hombro para simular un disparo. El ruido de las correderas y de los cierres ayer era incesante. Por el contrario, las cortas están cogidas con un cable de acero de seguridad y no se pueden sacar de él para evitar robos. Cada arma tiene una etiqueta en la que pone el número de lote, su precio de salida, el fabricante, el calibre y si tiene algún fallo. La mayor barbaridad de la subasta se encuentra entre las armas largas. El dueño de un rifle de la marca Santa Bárbara, de fabricación española y del calibre 7 milímetros RM, la ha valorado en tres millones de euros, cuando su precio real es de unos 1.000 euros. “Cuando ponen ese precio, es porque el dueño no quiere que nadie lo tenga y prefiere que lo destruyan”, explican fuentes de la Guardia Civil.

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Los interesados en hacerse con un arma tienen que presentar una puja, por al menos un euro más que el precio de salida. Tras inscribirse en el llamado Registro de Terceros del Tesoro Público, deben depositar un 25% de su oferta, según explica el capitán de la Intervención de Armas de Madrid, José Manuel López Luque. El lunes próximo se abrirán las pujas de los 5.316 lotes y se asignarán a los que hayan ofrecido mayor cantidad. Esa cantidad se le ingresará al dueño del arma. Al resto se le devolverá el importe depositado. “La experiencia nos dice que el 80% de las armas se quedarán sin pujar, por lo que irán directamente a la fundición. Servirán para hacer vigas”, explica el capitán.

Los aficionados más experimentados saben los detalles en los que hay que fijarse para hacer una buena adquisición. Es el caso de Julián Alonso, un vecino de Corral de Almaguer (Toledo), de 71 años, que acudió ayer a la subasta en busca de un rifle semiautomático del calibre 30-06. “Como es una munición que se fabrica en España y en Europa me garantizo que no haya problemas de suministro, como ocurre ya en otros calibres”, afirma este cazador experimentado. Él se fijaba en el aspecto externo del arma, en si tenía golpes, en las señales de óxido y en el cromado y en la salida de los cañones. “Si están desgastados, significa que ha sido muy utilizada y no interesa”, explicaba Alonso. Otro detalle es el ruido metálico del cierre de las escopetas. “He visto dos rifles que me han gustado de la marca Browning y salen por 800 euros. Subiré unos 100 o 200 euros y si me los llevo, bien. Los quiero más que nada porque a mis años me he pasado a la caza mayor [jabalíes y ciervo, entre otras especies] y he dejado la menor [perdiz o conejo]. Ya estoy para estar sentado y no andar tanto”, comentaba con cierta sonrisa.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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