Algunos polis buenos
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han de ser exquisitas en su proceder y todo lo trasparentes posibles
Algunos sindicatos de policía salieron a manifestarse por Madrid. La pancarta decía “No a la inseguridad ciudadana”, pero más bien debería decir: “Oigan, somos buenas personas”. En el fondo, es lo que se pide, que creamos a pies juntillas en la bondad y buen hacer de cada uno de los policías que forman el cuerpo, en su carácter infalible y angélico. Los policías, nos dicen, siempre dicen la verdad, y así ha de ser tenido en cuenta en los juzgados. No cabe duda de que la mayoría de los policías son excelentes profesionales, pero en los últimos tiempos no hemos dejado de ver casos de mala praxis y desproporcionalidad, y una creciente indefensión de los ciudadanos frente a su propia policía.
La manifestación era, supuestamente, en contra de la reforma de la Ley Mordaza, aunque, curiosamente, la convocaron antes de conocer los cambios que se proponen. Por no desaprovechar la ocasión se pasaron por allí los tres partidos de la derecha y la ultraderecha, a los que les gusta agitar el fantasma de la inseguridad y el desorden en uno de los países más seguros y ordenados del planeta. Sobre la derechización de las fuerzas policiales habría que hablar otro día.
Una de las cosas que más molesta a la policía es que la graben en el ejercicio de su profesión. No da mucha seguridad ciudadana que un policía no quiera que le graben trabajando, porque normalmente los que no quieren que les graben son los delincuentes. Entiendo que los buenos policías no tienen nada que esconder, igual que los buenos cocineros no temen enseñar su cocina o que los buenos cirujanos no tienen problemas con que se grabe sus operaciones. Quien algo oculta es que algo tiene que ocultar.
Si el Estado se basa en el monopolio de la violencia, como observó Max Weber, ejerce ese monopolio a través del Ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Por tener un papel tan crucial y tan sensible, los cuerpos policiales han de ser exquisitos en su proceder y todo lo trasparentes posibles. No se trata de estar en contra de la policía, sino de los abusos policiales: muchas veces la calidad democrática de un Estado se mide en la calidad de su policía. La Ley Mordaza le da manga ancha a los agentes en algunos aspectos delicados, y tiene visos represivos y aires de Estado policial.
Está bien que los policías hayan salido a manifestarse (aunque se manifiesten contra quimeras: la ley, por ejemplo, no elimina la presunción de veracidad), porque así empatizarán con los manifestantes en general, tal vez el principal objetivo de la Ley Mordaza, que quiso reprimir las protestas originadas por la Gran Recesión. Aunque una manifestación de policías custodiada por policías, como hemos visto en algunas ocasiones, ocurre, como es comprensible, en ambiente de cortesía y compadreo, sin necesidad de mordazas.
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