Vuelven los atascos a Barajas: “Cientos de pasajeros y solo nos atienden 10 empleados”

—¿Para ir a Bogotá?

—La cola de la derecha.

—¿Y para Tel Aviv?

—Siempre a la derecha.

Hace un par de semanas volvieron a la M-30 los atascos en la hora punta, y con la apertura de la frontera aérea con Estados Unidos este lunes han vuelto también las colas en el Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. “Vuelo a Madrid continuamente, y desde que hay pandemia nunca me he encontrado en una situación como esta”, afirma Thais Vera, de 39 años. Es española, pero vive en Berlín, y antes de llegar a facturar las maletas ha tenido que esperar una hora y media, aunque se encontraba en la cola prioritaria porque viajaba con niños. “Esto no puede ser, cientos de pasajeros y solo nos atienden 10 empleados”, añade.

Desde la una de la tarde, se han acumulado 60 vuelos de salida de la compañía Iberia desde la terminal 4 de Barajas con destinos a todo el mundo. Incluso Estados Unidos, que este lunes ha reabierto sus fronteras a España después de 20 meses. Todos los pasajeros han tenido que hacer la misma cola para facturar y dejar las maletas en la bodega, esperando en algunos casos hasta casi tres horas. Hay quien intenta saltarse el turno, y quien por un malentendido lingüístico se equivoca de buena fe. Centenares de personas que por falta de espacio no consiguen guardar la distancia de seguridad, a pesar del recordatorio que resuena en los altavoces del aeropuerto.

Rafael Pajarón viaja a Boston con su esposa por su luna de miel. Acudieron a Barajas con tres horas de antelación y se metió en la cola correcta gracias a las indicaciones de los otros pasajeros. “Miras los paneles y parece que todos los vuelos de Iberia están facturando en el mismo sitio”, afirma divertido. Tiene razón. El primer vuelo programado tiene como destino Gran Canaria, y despega a las tres de la tarde. El último iba a París, a las 18.05.

La única indicación para diferenciar las filas es si el destino del viaje se encuentra dentro o fuera de España. “Los vuelos nacionales a la izquierda, los internacionales a la derecha”, grita un empleado de Iberia, en el vano intento de organizar a la gente que espera. Es casi imposible oírlo, entre las voces de centenares de personas que intentan conseguir información.

La falta de señalización clara y la creciente inquietud de los pasajeros no ayuda a que la situación mejore. Algunos se preocupan de no llegar a tiempo y de perder el vuelo, mientras que otros no están seguros de encontrarse en la cola correcta. José Mulet ha acudido al mostrador después de dos horas de espera y de haber pasado por tres colas diferentes. Viaja con su familia a Nueva York por turismo y, a una sola hora de que despegue el avión, aún no puede pasar los controles de seguridad. “Nos han dicho que nos falta un formulario de la compañía, pero ni ellos saben decir cuál, y no pueden encontrar a un supervisor al que preguntar”, dice desesperado.

Algo similar le ha pasado a Lara Sánchez, que viaja a Londres. La acompañan su pareja y su hija al aeropuerto, aunque viaja sola por motivos laborales. “Tuve que estar una hora en la cola, aunque sufra de ciática, y cuando llegué a los mostradores no sabían explicarme en inglés cómo pagar el suplemento para la maleta”, explica la mujer, originaria de Reino Unido. Ha tenido que salir de la cola para buscar a un empleado capaz de atenderla. “No encuentro a nadie, falta personal para atender a esta cantidad de gente”, añade.

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