Estar el 16 entre 2.000 aspirantes a bombero en una oposición y ser expulsado porque falta una firma
Alex Díaz tenía todo a su favor para conseguir una de las 150 plazas pero el tribunal no le permitió realizar unos ejercicios porque un médico selló su certificado pero no lo firmó. A Antonio Cañada le pasó lo mismo, con el puesto 96
Alex Díaz tenía en su mano un bolígrafo que lo cambiaría todo. Firmo. No firmo. Firmo. No firmo. Y al final no firmó. Decidió ser legal, no cometer un delito. Y se arruinó la vida.
El aspirante de 28 años se enfrentaba a uno de los días más importantes de su vida con la seguridad de le daba un número: el 16 sobre 2.000. Era el puesto que había alcanzado tras la primera prueba teórica de las oposiciones a bombero de la Comunidad de Madrid, que oferta 150 plazas este año, y a la que se han presentado dos millares de personas. Llevaba ocho años preparándose. Estudios en una academia y una preparación física intensa y diaria para pasar unas pruebas casi sobrehumanas a las que llegaba “mejor que nunca”. El día en cuestión, el pasado 25 de octubre, afrontaba la segunda parte de las oposiciones, la de los ejercicios físicos, y se presentó con su certificado médico obligatorio bajo el brazo dispuesto a darlo todo. Pero justo antes de entrar en el recinto, en Majadahonda, algo lo cambió todo. Alex está ahora excluido de las pruebas, eliminado sin que haya podido intentarlo, “y totalmente hundido”. La razón: el tribunal no admitió su certificado por “un error de forma” del propio médico.
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A Antonio Cañadas, de 37 años, le pasó exactamente lo mismo. De hecho Alex vio antes de que llegara su turno cómo se montaba un revuelo en torno a un compañero que entonces no conocía de nada y que ahora se ha convertido en confidente de desgracias. Primero eliminaron a Antonio de un plumazo porque a su certificado le faltaba la rúbrica del médico, aunque estaba convenientemente sellado con el timbre oficial del colegio de médicos, el del centro médico donde habían realizado las pruebas, el nombre del doctor y su número de colegiado. Nada de eso fue suficiente. Al ver el jaleo que se montaba, Alex tuvo unos minutos para decidir si hacer un garabato en el suyo, que tenía el mismo problema. “¿Pero y si me meto en un jaleo por falsificación?”, pensó. Por eso decidió no hacerlo y confiar en que podría solucionar el inconveniente de otra manera.
“¿Cómo puede ser?”, reclamó Antonio, una y otra vez, desesperado, intentando convencer a los miembros del tribunal de que el error, si lo había, no había sido suyo. Su vida en ese momento se quedó congelada. Paralizada. No entendía nada. “Pero si aquí está el número y el sello que me puso el mismo médico”, insistió exactamente igual Alex, poco después, con impotencia. Desde entonces, ninguno ha levantado cabeza. No se pueden creer que no les dejaran entrar para realizar las pruebas físicas para las que llevaban tanto tiempo preparándose, por las que lo habían aplazado todo, incluidas vacaciones, comidas, quedadas y planes de todo tipo.
Para conseguir su objetivo, los dos llevaban meses sometidos a un régimen estricto. Nada de grasas, muchas proteínas y la cantidad en el plato justa. “Comer más bien poco y entrenar mucho”, admite Alex, con un cuerpo atlético esculpido a medida para conseguir las mejores marcas en tres pruebas de atletismo (60, 300 y 2.000 metros), y con la musculatura idónea para superar también un ejercicio de press de banca (55 repeticiones de pesas con 40 kilos), otro de cuerda y otro de natación (50 metros). “Está mal que lo que diga, pero llegaba más que a punto”, admite. “Yo no tenía ninguna duda tampoco”, continúa Antonio, igualmente musculado y atlético, “estaba tranquilo porque tenía buenas marcas”.
Antonio también llegaba a la segunda fase de las oposiciones relativamente tranquilo por el número (96) que había conseguido tras el examen teórico, que realizaron el 3 de julio. “Pero desde ese lunes vivo en una pesadilla”.
El tribunal con el que se toparon fue tajante. Compuesto por cinco miembros de bomberos y otros cinco de la administración pública, estudió la situación y concluyó que no, que no podían permitir enmendar el error del certificado, pese a que los candidatos llamaron allí mismo a sus médicos, que se ofrecieron a acudir al lugar para firmarlo en presencia del propio tribunal. Tampoco sirvió de nada que los doctores mandaran esa misma mañana un escrito en el que explicaban que los candidatos se habían hecho el reconocimiento médico en su centro como se exige en las bases de oposiciones, en tiempo y forma, o que explicaran que su manera de firmar un certificado consistía en plasmar el sello de la clínica, el del colegio y en especificar su número de colegiado. Nada de eso sirvió.
Tampoco que los candidatos pidieran subsanar el error administrativo en las siguientes horas. O que presentaran uno nuevo ese mismo día para entrar en uno de los llamamientos siguientes, pues las pruebas físicas estaban programadas durante dos semanas, hasta este viernes, por lo que había tiempo de sobra para hacerlo.
¿Podían haberlo permitido? Todo gira ahora en torno a esa pregunta. Rubén Montero, portavoz del sindicato de bomberos CSIT Unión Profesional, acompañó a Antonio y Alex al día siguiente de su expulsión fulminante y habló personalmente con los miembros del jurado. De nada sirvió. “La explicación que dieron es que si admitían los certificados alguien podía impugnar las oposiciones y se podrían meter en un lío. Pero no es verdad. No había ninguna irregularidad en eso, ni perjuicio para los demás candidatos, porque la ley permite que haya un plazo para subsanar estas irregularidades administrativas”, explica.
Las bases de la convocatoria contemplan la exclusión de un candidato por tres motivos claros: si no presentan el carnet de identidad (o pasaporte), si no comparecen en los lugares, días y hora del llamamiento (“salvo casos justificados con anterioridad o casos de fuerza mayor”) o si no presentan el certificado médico. Ahora bien, insiste Montero, no se explica en ningún momento que un error de forma de ese certificado implique la expulsión directa. Sí dice, sin embargo, que deben estar correctamente firmados.
El sindicato ha apoyado a Antonio y Alex porque “nunca he visto nada igual” y porque en convocatorias anteriores de oposiciones “no han sido tan estrictos” con casos similares. “En las pasadas incluso permitieron a varios candidatos ir a su casa a por el certificado porque se les había olvidado en casa. Incluso en las mías, hace 18 años, permitieron que dos compañeros hicieran el examen físico una hora y media más tarde porque se habían equivocado de día. Pero les dejaron examinarse”. Por esa razón, insiste Montero, no entiende cómo pueden cerrar la puerta a dos personas que podían subsanar un problema administrativo ese mismo día.
Alex y Antonio hacen esfuerzos cada día para levantarse de la cama. Como pueden, salen a entrenar. Deben estar listos por si les llaman. Escribieron tres reclamaciones y el tribunal debe decidir si entran en una convocatoria extraordinaria. Su última esperanza.
Carmen Fernández Hinojosa, abogada del despacho Medina Morales y Asociados que asesora al Sindicato de Bomberos y la Asociación Profesional Movimiento de Bomberos (Mobom), asegura que tras estudiar el contenido de las bases de las oposiciones, los candidatos solo deberían haber sido excluidos si no hubieran presentado el certificado. “Pero ellos sí lo presentaron por lo que ahora entra en juego la interpretación del requisito. Yo creo que no fue un defecto imputable a los bomberos y por eso, mientras se celebrasen las pruebas, podrían haber presentado el certificado debidamente cumplimentado”, dice la letrada, que se basa en la ley 39/2015 del procedimiento administrativo común, por la que se debe dar un plazo para resolver y subsanar un error administrativo.
No es la única abogada que da la razón a los candidatos, que han consultado a varios ajenos al sindicato para conocer las posibilidades reales que tienen de ganar una posible denuncia si no les permiten continuar con las oposiciones. Carlos Delgado, del despacho Alcántara Delgado Abogados, incide además en un principio legal en derecho administrativo conocido como pro actione, por el que se defiende que en ocasiones como esta no hay que pecar de ser tan formalistas con la norma “para que impere el sentido común”. “No les permitieron la subsanación de ese defecto de forma, que era subsanable. A veces, cuando rellenas un documento y escribes mal tu número de identidad se permite, acogiéndote a este principio, poder subsanarlo y eso significa no ser más papista que el papa, que haya cierta flexibilidad y sentido común siempre y cuando respetes la legalidad”.
Fuentes de la Comunidad de Madrid se limitan a decir que el tribunal es soberano y ni las consejerías afectadas ni el cuerpo de bomberos pueden interferir en su decisión. Ahora bien, también explican que el mismo tribunal deberá responder a la reclamación de los candidatos a bomberos, “y si se hubiese cometido una irregularidad la dirección general de Función Pública tendrá que investigar qué ha pasado”.
El tiempo, por ahora, corre en contra de Alex y Antonio. Cuando salgan las listas de los aprobados en la segunda prueba saldrá la fecha de la tercera, que consiste en la conducción de camiones. “Y cuanto más se tarde, peor”, avisa Montero.
Varios candidatos, según diferentes asistentes y el propio portavoz del sindicato, tuvieron el mismo dilema que Alex en la cola al comprobar sus certificados médicos. Ante la posibilidad de quedarse fuera, cogieron el boli y escribieron un garabato.
Alex, que había dejado su puesto de trabajo en una tienda de ropa cuando vio que tenía el número 16 de una lista de 2.000 candidatos, sigue dándole vueltas a aquello.
―¿Te arrepientes de no haberlo firmado tu mismo?
―Mucho. Ahora mismo estaría dentro.
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