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“El ensayo es un metagénero donde cabe todo”

El madrileño Guillermo G. Peydró se dedica al lado más academicista del cine, alejado del de las pantallas de entretenimiento, como programador para el Reina Sofía o la plataforma digital MOCA

El cineasta Guillermo G. Peydro junto a los murales de Tabacalera, en Lavapiés.
El cineasta Guillermo G. Peydro junto a los murales de Tabacalera, en Lavapiés.David G. Folgueiras
Sergio C. Fanjul

Hay un tipo de cine que está lejos de los grandes estudios, las célebres plataformas audiovisuales, del entretenimiento común, un cine que roza con el arte y la academia, recóndito (¡muchas veces ni siquiera está en Filmin!), al que solo algunos pueden llegar y que solo algunos aprecian. Guillermo G. Peydró (Madrid, 1981), vecino de Lavapiés, es uno de los happy few que disfruta y trabaja con estas producciones, como estudioso, programador y director, muy concretamente en el exclusivo campo de cine-ensayo. Y ahí dentro, por si fuera poco, en el cine ensayo especializado en arte. Es autor del libro El cine sobre arte (Shangrila) y de películas como El jardín imaginario o Las variaciones Guernica. Ha programado en lugares como Documenta Madrid, el Reina Sofía o la Filmoteca de Catalunya. Lo último, un ciclo sobre cine-ensayo autobiográfico belga en la plataforma online MOCA (el Museo Online de Cine Autobiográfico).

¿Qué es el cine-ensayo?

El cine-ensayo tiene conexión directa con el ensayo literario, viene de la tradición de Montaigne que explota en el siglo XX en todas direcciones, con Adorno, Barthes, Sebald, etc. En este género la mirada del autor es clave y también el montaje de materiales lejanos. Entre esos materiales están las lecturas, las citas, las anécdotas leídas o vividas, la autobiografía, o incluso las ficciones. El ensayo es un gran conector, un metagénero donde cabe todo.

¿Para qué sirve?

Es una manera de mejorar nuestro pensamiento en imágenes. Nos ayuda a mirar críticamente las imágenes que nos rodean, con las que intentan manipularnos en las calles, en los anuncios de la tele, en Internet… Enseña a pensar críticamente. Algunos ejemplos de este metagénero podrían ser las obras de Chris Marker, Agnès Varda o Harun Farocki.

¿Es el ensayo, la no ficción en general, el género de nuestro tiempo?

Sí, eso creo. Se ha desarrollado mucho ese campo. Es como si la ficción hubiera llegado un límite, y los modelos habituales ya generaran cansancio. Por otro lado, en el cine ensayo es fácil encontrar formatos muy diferentes, incluso modelos únicos para cada película, que no servirían para ninguna otra.

¿Cine belga autobiográfico?

El cine autobiográfico utiliza la cámara para entender la realidad, para cerrar heridas, muchas veces en relación con seres queridos que ya no están. Es fascinante poder conservar la imagen y la voz de personas fallecidas si las has grabado. Queda algo de esas personas. André Bazin lo llamaba “embalsamamiento”. Y en Bélgica lo hacen muy bien, por eso les dedicamos un ciclo en el Moca.

¿En qué circuitos se consume este tipo de cine?

Sobre todo, en festivales y centros culturales, cuando eso se acaba entra en el territorio online. Pero olvídate de cines o dvd’s. Es un cine que apenas de dinero, es algo puramente cultural. Luego a veces llega a lugares inverosímiles que ni te lo esperas, aparece en algunas exposiciones en museos, cinematecas, etc. En Madrid se puede ver con frecuencia como La Casa Encendida, la Cinemateca o el museo Reina Sofía. Y hay una pequeña escena de cine-ensayistas.

¿La tecnología al alcance de todos acaba con el aspecto artesanal de este tipo de propuestas?

Bueno, hay una vuelta al analógico, a formatos nostálgicos como el Super 8 o los 16 mm. Yo concretamente filmo con una cámara réflex que pasa desapercibida. Tiene ventajas: es un equipo completamente portátil y pasa desapercibido: puedo grabar en museos cuando parece que solo estoy haciendo fotos, como un turista.

¿Nos relacionamos de otra manera con el cine?

Lo cierto es que la experiencia del cine ha cambiado mucho. Yo empecé a interesarme por el cine de autor por un ciclo en la tele, Canal +, hace 20 años de Bergman y Fellini. Ahora hay plataformas audiovisuales, que pueden servir como complemento, pero para mí el cine en sala es sagrado.

¿Por qué se ha especializado usted en el mundo del arte?

El cine y el arte son mis dos formaciones: primero estudié cine y luego me doctoré en Historia del Arte. Para mí, el grado máximo del desarrollo del cine hoy en día está en el cine-ensayo. El escalón siguiente es la entrada de este cine en el museo, donde se pueden cuestionar las limitaciones del formato cine y podemos interaccionar con él de otra manera.

¿Y cuál es la relación entre ambas disciplinas?

He estado estudiando en diferentes archivos del mundo (Bolonia, París, Montreal, Nueva York, Bruselas) la historia de la filmación del arte, cómo los cineastas han ido desarrollando formas cada vez más creativas de filmarlo, más allá de una mera representación. Desde los años 30 los cineastas van desarrollando formas realmente asombrosas de traducir, por ejemplo, la pintura a cine. Mis propias películas van en este sentido.

Un museo 'online'

El MOCA (Museo Online de Cine Autobiográfico), dirigido por Pablo Gómez Sala, es un proyecto de la organización de gestión cultural La Cinematográfica y la empresa Cafés Candelas. Empezó como un archivo de cine doméstico y ahora se dedica, desde Internet y como su nombre indica, al cine autorreferencial, autobiográfico, en primera persona, una corriente que actualmente también se encuentra muy arraigada en la literatura.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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