Lecciones aprendidas sobre el arte del buen morir
En ‘Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero’, de Àlex Rigola, la actriz Alba Pujol recrea en escena las últimas conversaciones con su padre, fallecido en 2019
La pantalla que preside el escenario arroja una pregunta a un padre y a su hija, el catedrático de historia económica Pep Pujol y la actriz y dramaturga Alba Pujol (Barcelona 38 años), sobre lo que se arrepienten de no haber hecho en su relación. Ella comenta que le hubiese gustado acudir a una de sus clases de la universidad. La vida le ha dado la oportunidad de asistir una y otra vez sobre el escenario a la más profunda de todas sus ponencias.
O quizá deberíamos atrevernos a decir que ha sido la muerte la que se lo ha permitido. Si el historiador económico no hubiera enfrentado un cáncer de pulmón por el que falleció a finales de 2019, no existiría la propuesta teatral que los reúne para charlar sobre asuntos que no habían compartido antes. El montaje Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero trata sobre la muerte. “Lo que, en el fondo, significa hablar de la propia vida y de sus por qué”, puntualiza su autor y director, Àlex Rigola (Barcelona, 51 años).
Cuando la sala Beckett de Barcelona propuso al director de escena crear un espectáculo en torno a la muerte, el catalán comenzó a recopilar escritos sobre el asunto junto a un equipo de colaboradores entre los que se encontraba Alba Pujol. Ante tanto pensamiento teórico, decidieron sentarse a charlar con Pep Pujol, que en esos momentos enfrentaba su último ciclo de quimioterapia. “Solo queríamos poner orden a toda la información que habíamos recopilado”, comenta su hija.
Desde la primera charla a tres, Rigola supo que lo que estaba escuchando era material suficiente como para crear un texto con entidad propia. “Eso dice él… Yo no caí en la cuenta hasta la quinta entrevista”, comenta la actriz. De ese juego de diferentes puntos de vista y diferentes posiciones vitales nace esta propuesta, que ha llegado a Madrid como parte de la programación del Festival de Otoño y que se mantiene en el cartel del Teatro de la Abadía hasta el 6 de diciembre.
En el proceso de trabajo previo, Rigola planteaba cuestiones, el padre las respondía y la hija reaccionaba a esas respuestas. “Conocía su forma de pensar, pero ante el hecho de tener ese reloj encima, dijo cosas que yo jamás le había escuchado decir”, admite Alba Pujol. Esa conversación resultante, condensada y recreada en escena, multiplica sus posibilidades al hacer cómplice de ella al público asistente.
Además de las opiniones, anécdotas y dudas de dos personas que se están despidiendo, en ella también hay parte de esa investigación previa; de La vida iba en serio de Gil de Biezma, de un monólogo de Hamlet, una secuencia rodada por los hermanos Coen o de un poema del Nobel de Literatura Peter Handke. (Cuando el niño era niño / quería que el arroyo fuera un río / que el río fuera un torrente / y este charco el mar). También de las sabias y tiernas palabras que el oncólogo y experto en cuidados paliativos Enric Benito grabó en vídeo para ellos, sobre lo que él llama “el arte del buen morir”. [A través de este enlace puedes encontrar varias conferencias de Benito]
Aunque el extenso y shakesperiano título del montaje, recordemos: Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero, parece recurrir a la poesía para evitar la palabra tabú, lo cierto es que no rehuye la reflexión en torno a ella. Simplemente se aferra más a la lírica. “Es que los poetas expresan mucho mejor que los filósofos lo que es la muerte”, defiende el director de escena. “Hay poca información sobre este asunto. Es algo que no te enseñan en la escuela. Me hubiera encantado ser de espectadora de este espectáculo antes de perder a mis padres. Por lo que he comprobado hasta ahora, mucha de la gente que ha venido a vernos ha revisado las muertes que ha tenido cerca”, comenta la actriz, que con 22 años vio fallecer a su madre. Como resultado de este encuentro, nace la necesidad de reivindicar otra forma carpe diem que sustituye el vivir más por el vivir mejor. “Se trata de decidir claramente en qué quieres gastar tu presente”, dice Rigola.
El actor Pep Cruz interpreta al Pep original, clavando muchos de sus gestos y actitudes sin haber coincidido nunca en persona con él, de un modo casi místico, opinan quienes conocen a ambos. La actriz, por su parte, ya advierte al principio de la función lo complicado que es interpretarse a sí misma y reproducir las palabras que en su momento nacieron de forma espontánea. “Me siento protegida en todo momento interpretando este texto. Usamos la muerte de mi padre para mostrar una serie de valores y maneras de ver el mundo que compartimos los cuatro”, comenta. “Lo que se pide a los actores en este espectáculo es que en ningún momento vayan a buscar la emoción. Las emociones, si surgen, bienvenidas sean. Pero aquí a quien hay que emocionar es al público con lo que se está contando y no llorando sobre un escenario”, comenta Rigola, que en los últimos años ha centrado sus esfuerzos en hacer teatro desde el trabajo actoral más que desde la puesta en escena.
Lo que más emociona sobre el escenario, explica la actriz, es darse cuenta de que esta función es una caja llena de regalos. “Hay un regalo de mi padre a nosotros, por abrirse de esta forma; también hay uno de Álex a mi padre y a mí, por dejarle expresarse y que podamos revivir estas conversaciones tan completas; hay otro del doctor Enric Benito a todos nosotros, por las palabras que nos dedicó; y hay un regalo nuestro al público, que el público nos devuelve con creces”, concluye.
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